El enterrador encendió un cigarrillo y lo sostuvo entre sus dedos enguantados de látex mientras permanecía de pie junto a la bolsa para cadáveres hinchada que yacía en la caja de su destartalada camioneta.
La mujer había sido sacada del Río Grande minutos antes. Ahora, su cuerpo yacía rígido. Jesús “Chuy” González se alejó de la embarrada rampa para botes y se dirigió hacia un congelador abarrotado, pasando por casas móviles y un casino en el camino.
El condado de Maverick compró el remolque durante la pandemia para atender a las víctimas del covid-19. Fue diseñado para albergar 20 cuerpos, pero ese día contenía 28: los restos putrefactos atestiguan dos docenas de sueños destrozados de llegar a Estados Unidos. Sólo la mitad tenía nombre.
González no se inmutó cuando abrió las puertas del congelador. Ha estado rodeado de tanta muerte que el hedor a descomposición ya no le molesta. Una gran Virgen de Guadalupe plateada colgaba de su pecho mientras conducía a la mujer hacia una barraca de madera.
Cerca yacía el cuerpo de un hombre cuyos brazos estaban congelados como si estuviera bloqueando un golpe. Sus pantalones vaqueros y sus zapatos todavía estaban cubiertos de barro del río y su cara estaba marmoleada por una decoloración enfermiza. En el interior del tráiler también estaban esparcidos varios miembros de una familia venezolana que se ahogaron juntos. Estaban allí desde mediados de noviembre.
La migración a niveles récord ha provocado muertes sin precedentes en el condado de Maverick, una comunidad fronteriza que es la zona cero de la disputa entre Texas y la administración Biden por la migración. Mientras que hace años en un mes típico, los funcionarios aquí podrían haber recuperado uno o dos cuerpos del río, más recientemente han manejado esa cantidad en un solo día. Si bien los cruces fronterizos atraen la mayor atención en el debate nacional sobre la inmigración, el creciente número de muertes en el Río Grande ha pasado en gran medida desapercibido.
Los socorristas se han quedado sin bolsas para cadáveres y lugares para sepultura. Sus botes de rescate y camiones de recuperación están cubiertos de abolladuras y rayones, cicatrices de navegar entre la maleza para recuperar cuerpos flotantes. Los funcionarios del condado dicen que no tienen la capacitación ni los suministros para recolectar muestras de ADN de cada migrante no identificado como exige la ley estatal, lo que significa que a veces los cuerpos son dejados en refrigeradores durante meses o incluso enterrados sin apenas intentar identificarlos.
Lea más en The Washington Post
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.