Fran Drescher es más conocida por sus seis temporadas como La niñera: pelo colosal, ropa llamativa, infatigable energía, coraje insondable y, sobre todo, esa voz. Una voz de Nueva York sin adulterar, capaz de provocar el colapso de diez coches, levantar la niebla y romper las olas, y que se ha quedado grabada permanentemente en el cerebro de muchos de nosotros.
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Ahora, como presidente de la Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), es esa misma voz indeleble la que dirige al sindicato de actores, formado por unos 160.000 miembros, en una huelga que puede durar gran parte del año. El discurso mesurado, pero ardiente de la semana pasada para reunir a las tropas, un llamamiento a los piquetes, con la mano izquierda y el dedo índice, gesticulando en tiempo extra, estuvo salpicado de Franismos: “Despierta y huele el café”, “Se acabó la fiesta” y “¿Qué estamos haciendo? ¿Moviendo los muebles del Titanic?”.
Para la veterana estrella de comedias en la década del 90, de 65 años, puede que sea el papel de su vida. Se ha convertido en El discurso. Ella es Norma Fran.
La huelga, que coincide con el paro laboral del Sindicato de Guionistas iniciado a principios de mayo, es la mayor amenaza potencial para la industria del entretenimiento en más de 60 años. Entre los muchos problemas están el uso de inteligencia artificial para replicar la imagen de los protagonistas, la remuneración mínima de los actores de reparto y los ingresos residuales de los servicios digitales y de streaming. El acortamiento de las temporadas televisivas y la opacidad sobre la audiencia, que se traduce en una menor remuneración para los actores y actrices contratados para las series, también son temas de conversación importantes.
“Siento que me llaman en el viaje del héroe”, comenta en una entrevista telefónica, “y cuando te llaman en el viaje del héroe, no es algo que necesariamente quieras hacer, pero cuando te llaman a hacerlo, hacés lo correcto, y lo hacés”.
Son las 5:40 de la mañana en Los Ángeles. La voz es áspera, estirada pero aún disparada. “Estoy agotada y entusiasmada al mismo tiempo. Estoy segura de que no es saludable”, remarca Drescher, presidenta del sindicato desde 2021. Entre los anteriores líderes se encuentran Charlton Heston, Ronald Reagan y Melissa Gilbert. Como presidenta de SAG-AFTRA, Drescher ha adoptado un uniforme de atletismo en blanco y negro, pelo suelto, una gorra de béisbol ocasional. La voz es una constante.
La noche anterior, Drescher había hablado con el senador Bernie Sanders (I-Vt.), defensor de los trabajadores, con voces que evocaban Queens (Drescher) y Brooklyn (Sanders), en una conversación por vídeo en la que se decían “pensá bien” y “vinieron a nosotros solo con miserias”.
Drescher lleva mucho tiempo alineada con los trabajadores, dice, incluso cuando ejercía de productora de su exitosa sitcom. “Todos los personajes que interpreto suelen estar en guerra de clases”, comenta, como la famosa niñera Fran Fine, que se niega a cruzar un piquete. Todos proceden de la clase trabajadora, siempre de algún barrio de las afueras, como Connie, que hace ojitos a John Travolta en Fiebre del sábado noche, o Bobbi Flekman, representante de relaciones artísticas en This Is Spinal Tap. Está en su ADN, resalta.
“Vengo de un entorno muy provinciano, de gente trabajadora. Mi padre tenía dos trabajos cuando yo era muy pequeña. Mi madre era una madre trabajadora”, explica ella. “Vengo de esa ética”.
En los últimos años, se ha mostrado cada vez más abierta en cuestiones políticas. Fue declarada “icono anticapitalista”. En mayo del año pasado, poco antes de la decisión Dobbs del Tribunal Supremo sobre el aborto, declaró a una emisora de radio de Nueva York: “Si van a legislar el cuerpo de una mujer, entonces tienen que legislar el pene que la metió en este lío”.
Convertirse en presidenta de la SAG-AFTRA no fue originalmente idea suya. “Me lo propusieron y me dieron tres días para decidirme. Hice mucho examen de conciencia”, cuenta la actriz.
Con la huelga de actores, “básicamente todo el modelo de negocio ha cambiado”, dice. Los productores y ejecutivos de los estudios, representados por la Alliance of Motion Picture and Television Producers (AMPTP), “no tienen sentimientos. Les da igual. Todo su modelo empresarial consiste en fastidiarnos para quedar bien con sus accionistas”, afirmó.
“El acuerdo que SAG-AFTRA abandonó el 12 de julio tiene un valor de más de 1.000 millones de dólares en aumentos salariales, contribuciones a pensiones y sanidad y aumentos residuales, e incluye protecciones pioneras en su género durante su vigencia de tres años, incluyendo expresamente con respecto a AI”, declaró Scott Rowe, portavoz de AMPTP, en un correo electrónico. “Es simplemente erróneo lo que afirma SAG-AFTRA, que no hemos respondido a las necesidades de sus miembros”.
Cuando las negociaciones se rompieron este mes, cuenta Drescher, la dirección del sindicato “llamó directamente a los directores ejecutivos para intentar razonar con ellos. No podemos ganarnos la vida. Nos quitan nuestro medio de vida”. Reconoce que “ellos no sentirán el dolor financiero antes que nosotros” por un paro laboral prolongado.
“Estamos poniendo en marcha un fondo de emergencia de millones de dólares. Vamos a hacer todo lo posible para mantener la moral alta, para tener un despliegue muy estratégico, muy inteligente, muy bien planificado de los próximos meses, si eso es lo que se necesita para presionar a estas empresas para que hagan lo correcto”, afirma. “Pero la mayoría de mis miembros están acostumbrados a tener un segundo empleo”.
A la pregunta de si hay planes para presionar aconsejando a los consumidores que boicoteen el cine y la televisión, como saltarse el monstruo de la gran pantalla que es “Barbieheimer”, Drescher cuenta: “Estamos hablando con mentes brillantes que se nos están acercando porque reconocen que esto es más grande que la suma de sus partes”, personas con “puestos de liderazgo muy importantes en todos los campos”, incluidos la política y el derecho. Está abierta a hablar con el Presidente Biden. “Afortunadamente, en la actualidad tenemos un país más favorable a los trabajadores y los sindicatos”, afirma.
Drescher es consciente de que los actores en huelga acaparan más atención que los miembros de otros sindicatos. Están acostumbrados a los focos. Su voz es inconfundible. “El discurso que pronuncié resonó en todo el mundo y despertó un movimiento obrero global. Esto que nos está pasando no es único, pero acaparamos la atención de la prensa. Así que estamos en primera línea de una gran guerra entre la codicia y los trabajadores”. Su discurso, en efecto, se hizo viral y le valió los elogios de los afiliados. Variety la coronó como “la actuación de su vida”.
Asimismo, Fran Drescher defiende su decisión de viajar a Italia días antes de la huelga para un evento organizado por Dolce & Gabbana, la firma de lujo que viste desde La niñera, después de que Kim Kardashian publicara una imagen en Instagram para sus 362 millones de seguidores. “Estaba trabajando. Soy embajadora de marca de esa empresa de moda y tenía una obligación con ellos”, dice Drescher. “Trabajaba las 24 horas del día. Cuando terminaba un trabajo a las 10:30 de la noche, ellos estaban empezando en Los Ángeles. No hay nadie que estuviera en esa sala del comité que dijera lo contrario”. Sus días, que se alargan hasta altas horas de la noche y empiezan antes del amanecer, están llenos de entrevistas con los medios de comunicación.
En septiembre, Drescher se presentará a un segundo mandato de dos años como presidenta del sindicato, posiblemente en medio de la huelga en curso. Actualmente no tiene oposición. “En un hecho sin precedentes, los dos principales partidos del sindicato me apoyan”, afirma.
“Creo que todos mis logros a lo largo de mi carrera me han preparado para este papel tan exigente, que requiere mucha visión y muchas dotes de liderazgo”, afirma. “Esto es una especie de amalgama de todo lo que he hecho”. “No me pagan por esto. Es completamente voluntario”, dice Drescher. Pero, como dijo, está en el viaje de un héroe. “Opino que los afiliados se sienten escuchados y representados por mi administración. Están orgullosos de cómo hablo en su nombre”, concluye.
Fuente: The Washington Post
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