Rusia está alerta por la posibilidad de ataque de los mercenarios de Wagner contra el puente de Crimea. Los turistas que se dirigen a la península del Mar Negro se enfrentan a agotadoras colas de hasta siete horas mientras los guardias rusos registran meticulosamente todos los vehículos en busca de explosivos. El gobierno ruso, en estado de máxima alerta, sospecha que los rebeldes descontentos podrían estar planeando un atentado tras la disolución de su ejército mercenario por orden de Vladimir Putin.
Por Infobae
De hecho, durante el fin de semana se aplicaron intensas medidas de seguridad en el puente de quince kilómetros de longitud que conecta la Crimea anexionada con la Rusia continental. Estas medidas llegan después de que el puente sufriera importantes daños por la misteriosa explosión de una bomba en octubre pasado.
La preocupación de Rusia se centra en los combatientes Wagner, conocidos por sus actos de sabotaje. Se teme que estos mercenarios, en cólera por la traición de Putin, intenten introducir explosivos y munición desde Crimea. El hecho de que el Kremlin no haya aplicado plenamente los acuerdos alcanzados con el líder del grupo paramilitar, Yevgeny Prigozhin, no ha hecho sino intensificar las sospechas.
Como consecuencia del endurecimiento de los controles de seguridad, los turistas con destino a Crimea han tenido que soportar largas colas y retrasos frustrantes. Los guardias han recurrido incluso a revisar a los niños y a inspeccionar las guanteras en su búsqueda minuciosa de posibles amenazas.
Con las tensiones a punto de estallar, el puente de Crimea se erige como un objetivo potencial de Rusia.
Tras el intento de golpe de Prigozhin, se espera que algunos combatientes de Wagner se unan a él en el exilio en Bielorrusia, mientras que otros podrían alistarse en el ejército estatal ruso. Recientemente han aparecido imágenes de una base de 8.000 combatientes wagnerianos en Bielorrusia.
El sitio en cuestión se ubica a unos 21 kilómetros de la ciudad de Osipovichi, a unos 103 kilómetros de la capital, Minsk, y 230 kilómetros al norte de la frontera con Ucrania. Hasta el 2018, el predio albergó a la 465° Brigada de Misiles del país y sus misiles Iskander -capaces de transportar ojivas convencionales y nucleares- pero, tras la reubicación de tropas que se llevó a cabo entonces, no se había registrado actividad nuevamente.
La situación es preocupante, ya que la rebelión supuso la mayor amenaza a la autoridad de Putin en más de dos décadas, alimentando la preocupación por la posibilidad de que se produzcan disturbios civiles.
Continúan los combates
Las fuerzas rusas avanzan en cuatro zonas de la línea del frente en el este de Ucrania, donde se registran “feroces combates”, declaró este domingo la viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar.
“El enemigo avanza en los sectores de Avdiivka, Mariinka, Lyman”, escribió la viceministra en Telegram. “También avanza en el sector de Svatovoe”, añadió.
“La situación es bastante difícil”, explicó Ganna Maliar. “Hay combates feroces por todas partes”.
Según ella, las fuerzas ucranianas avanzaban con un “éxito parcial” en el flanco sur de la ciudad de Bajmut, en el este, y también cerca de Berdiansk y de Militópol, en el área sur del frente.
En el sur, la viceministra indicó que las fuerzas ucranianas se toparon con una “resistencia intensa del enemigo” y con campos de minas, y que avanzan “gradualmente”.
Las tropas ucranianas “trabajan permanentemente y sin descanso en crear las condiciones para avanzar lo más rápidamente posible”, acotó.
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