Estará en su propia fiesta. Esa es la decisión de la duquesa de Sussex, Meghan Markle, que no acompañará hoy al príncipe Harry en la coronación de su padre, el Rey Carlos III.
Es que este 6 de mayo, mientras los británicos vivan la mayor celebración real desde la unción de la reina Isabel siete décadas atrás, se cumplirán también 4 años desde la llegada al mundo de Archie Mountbatten-Windsor, el niño que provocó lo que quizá fue el más evidente y escandaloso detonante del Megxit, el nombre con el que se conoció el abandono de las obligaciones para con la corona del hijo menor del nuevo monarca y su mujer, en 2020.
En su histórica entrevista con Oprah Winfrey en marzo de 2021, cuando ya estaba instalada con Harry en Montecito, California, la actriz aseguró que durante su primer embarazo “hubo conversaciones” acerca de “cuán oscuro” iba a ser su bebé y qué implicancias tendría eso para la monarquía británica. Ahora es el pequeño Archie quien da la excusa perfecta a la duquesa americana para no asistir a la entronización de su suegro.
En cualquier familia de barrio, hacer coincidir un festejo de esa magnitud con el de uno de los nietos del homenajeado sería entendido, como mínimo, como una falta de consideración, aunque difícilmente el cumpleaños de Archie haya estado en el radar del equipo de Clarence House, el gobierno y la iglesia británica al decidir la fecha de entronización.
Pero, después de todo, Markle es una plebeya, por lo que no suenan disparatadas las versiones que dicen que se sintió snobeada por su familia política. Para los Sussex no es la primera vez que una celebración real coincide con un festejo de sus chicos: el primer cumpleaños de su hija menor, Lilibet, en junio de 2022, fue durante el Jubileo de Platino de la Reina y pasó prácticamente inadvertido. Entonces ella y los chicos también habían viajado y la niña sopló las velitas en Frogmore Cottage, la residencia en la que pasaron sus primeros años juntos y que deberán desalojar por orden del rey después de la coronación.
Que Meghan también estuviera presente en el funeral de la reina en septiembre pasado nada tiene que ver con su ausencia ahora, dicen ahora los amigos que hablaron en off con la prensa: “Una cosa es prestarle sus respetos a su majestad y otra muy distinta es asistir al comienzo de un nuevo reinado”.
Como sea, la coincidencia –y el hecho de que ni Archie ni Lilibet fueran invitados oficialmente– permitirá a Markle mostrarse ocupada en otras cosas mientras Harry se enfrenta al que los expertos en realeza anticipan como un recibimiento gélido, el primer cara a cara del príncipe con su padre y su hermano después de la publicación en enero último de Spare, su libro de memorias en el que devela intimidades y no ahorra calificativos para ninguno, empezando porque ambos siempre lo trataron como a un “repuesto”.
Como dijo la biógrafa de la realeza, Sally Bedell Smith, será una “solución elegante” que Markle esté cumpliendo con lo que, según repite en cuanta oportunidad se lo permite, es su rol más importante: el de madre. Aunque sea nombrada en todo el mundo como “la gran ausente”, su sola presencia en Londres “causaría una intriga pública tan enorme que opacaría por completo a Carlos y el resto de los miembros de la corona británica”, le dijo a Access Hollywood el periodista especializado Charlie Lankston.
La revista People adelantó que la duquesa planea para el cumpleaños de su hijo una fiesta pequeña, “de bajo perfil y en casa”. Lankston dijo también que Meghan es una gran organizadora de eventos y le pone mucha dedicación al asunto: “Tiene un gran ojo para los detalles y ama estas cosas, los souvenirs, los globos y las tortas. Le gusta todo lo que tiene que ver con los festejos y lo hace muy bien”.
Según una de las fuentes consultadas por People, “estarán sus amigos más cercanos y Doria (Ragland), la madre de Meghan”. Pero si bien los invitados sean pocos, podrían incluir nombres capaces de opacar a un océano de distancia, como el de la misma Oprah, o Serena Williams, además de vecinos famosos como Ellen DeGeneres y Portia DeRossi, Natalie Portman y Orlando Bloom.
Entre sus vecinos también está Katy Perry, pero la cantante participará del concierto de la coronación al que Harry no tiene intenciones de quedarse. De hecho, por la diferencia horaria, es probable que el príncipe logre estar de vuelta en California para el festejo más grande, que podría pasarse para el domingo 7 de mayo. “A Meghan le gustaría estar ahí para apoyar a su suegro, pero al mismo tiempo, el nivel de escrutinio que recibe sobrepasa todo –le dijo a The List alguien de su entorno–. Siempre va a haber desafíos para ella por encima de lo razonable, ¿y quién quiere ponerse en ese lugar?”
Una fuente cercana a los Windsor le dijo a The Mirror esta semana que “el humor en California es claro: Meghan sintió que la ponían en una posición imposible y la verdad es que todos están bastante aliviados de que la situación se haya resuelto así después de tanta incertidumbre mientras esperaban el RSVP”.
Sería una tontería que Harry –que no tendrá ningún rol formal en la ceremonia– faltase, dicen la mayoría de los expertos que dedicaron larguísimas horas a analizar la presencia del príncipe en la coronación sin su mujer y sus hijos. Otros dejaron trascender que la ausencia de Meghan está relacionada con las cartas que le envió al rey tras su entrevista con Winfrey en 2021. Según se especula, Carlos le habría escrito a la pareja para comunicarle su tristeza ante la tensión causada por la emisión del programa, y su nuera le habría respondido que jamás quiso acusar a ningún miembro de The Firm de racismo, pero sí poner en la mesa de discusión el sesgo inconsciente al discriminarlos a ella y a su hijo.
Ashley Hansen, la vocera de los Sussex, emitió un comunicado en el que tilda a esas versiones de ridículas: “La duquesa está concentrada en su presente y no piensa en la correspondencia de hace dos años. Cualquier inferencia en ese sentido es falsa y francamente ridícula. Alentamos a los tabloides a parar el agotador circo mediático que sólo ellos han creado”.
El más duro de los trascendidos que agitaron ese circo en estos días es el que dice que fue Meghan quien obligó a Harry a presentarse en la coronación de su padre. “Lo necesitan para poder seguir lucrando con la marca Royal Family”, dijo el presentador australiano Piers Morgan. “Los dos pasaron los últimos tres años cartoneando a los Windsor, nombrándolos y ensuciándolos en su documental, ¡llamándolos racistas! ¿Por qué vas a ir a la coronación de tu padre después de exponerlo así en tu libro? ¿Si creés que es tan malo como para humillarlo hasta en Netflix, por qué no pasás del evento más grande del mundo? La respuesta es que Harry fue dirigido por su mujer para volver a entrar al juego principal, porque ahí está la plata. Si Harry no apela a su vínculo real, la máquina de hacer billetes se agota. Es la única razón por la que estará ahí aunque nadie en su familia le dirija la palabra”, sentenció.
Así están las cosas a uno y otro lado del Atlántico, al menos hasta ahora. Como dijo el biógrafo real Tom Bower, “ella es una maestra de lo inesperado, así que podemos estar seguros de que, una vez que Harry llegue a Londres, algo nuevo surgirá desde California”. Quizá le sugiera a su marido ausentarse a último momento por no haber sido ubicado en el mismo lugar que los altos miembros de la familia real. Haga lo que haga, dice Bower, no hay forma de que no opaque el sentido de la coronación.
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