La renuncia del ministro de Petróleo de Venezuela Tareck El Aissami y la detención de funcionarios de su círculo de confianza por presunta corrupción son parte de “un terremoto político” aún en marcha dentro del oficialismo venezolano, que beneficia el poder de la corriente política que lidera el presidente Nicolás Maduro, según analistas.
El Aissami, también ex vicepresidente del poder ejecutivo de Venezuela y uno de los políticos de esa nación reclamados penalmente por el gobierno de Estados Unidos, renunció a su cargo como zar petrolero tras la detención de una serie de políticos y agentes económicos de su entorno, entre ellos el superintendente de criptoactivos, Joselit Ramírez.
Las detenciones son parte de una cruzada nacional contra casos de malversación de fondos e irregularidades en operaciones que involucran al Tribunal Supremo de Justicia, la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y algunas alcaldías del país, confirmó Maduro.
Se trata apenas del “primer poderoso golpe a los mafiosos” que “se han enquistado del aparato económico, del aparato judicial y del aparato político” del país, dijo Maduro, quien subrayó que ha dirigido “personalmente” esas investigaciones.
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