Al menos seis mil niños ucranianos han sido enviados a campos de adoctrinamiento en toda Rusia desde el comienzo de la guerra, según un informe publicado en EE.UU. por el Humanitarian Research Lab de la Universidad de Yale.
La investigación se ha llevado a cabo por el Observatorio de Conflictos de esta universidad, que fue puesto en marcha el año pasado con financiación del Departamento de Estado de EE.UU.
Rusia opera 43 de estos campos por todo su territorio, desde las regiones más occidentales y cercanas a Ucrania hasta Siberia, y también en territorios arrebatados a Ucrania, como la península de Crimea.
«El objetivo principal de estos campos parece ser el adoctrinamiento político», aseguró Nathaniel Raymond, director ejecutivo del Humanitarian Research Lab, que apuntó que en el programa están «implicados todos los niveles del Gobierno de Rusia».
El informe asegura que en al menos 32 de los campos identificados se realizan «esfuerzos sistemáticos de adoctrinamiento que exponen a los niños ucranianos a educación ruso-céntrica en el ámbito académico, cultural, patriótico y/o militar».
Suprimir la identidad
«Las crecientes evidencias sobre las acciones de Rusia dejan claro que el Kremlin busca negar y suprimir la identidad, historia y cultura de Ucrania», reaccionó el Departamento de Estado en un comunicado. «Los impactos devastadores de la guerra de Vladimir Putin contra los niños ucranianos se sentirán durante generaciones».
En al menos dos de los campos -uno en Crimea, otro en Chechenia-, los niños ucranianos han recibido instrucción militar. El informe, sin embargo, no tiene evidencias que hayan sido enviados al frente o que ese sea el objetivo.
El documento explica que hay muchas familias que consintieron el envío de sus hijos a estos campos -Rusia los ha publicitado en ocasiones como campamentos de verano gratuitos- y que los menores han regresado a casa después del periodo establecido. Pero también advierte que muchos padres han sido presionados para que fueran sus hijos y que en ocasiones la devolución se ha retrasado en semanas o meses. En ocasiones, a las familias se les ha dicho que sus hijos no podían volver porque «hay guerra» y a algunos niños se ha condicionado su regreso a situaciones bélicas. Por ejemplo, a uno se le dijo que solo volvería si los rusos recuperaban Izium, una localidad en el este de Ucrania que el ejército de Kiev tomó en su contraofensiva. El informe advierte que la devolución de menores se ha suspendido en al menos cuatro.
El documento explica que hay muchas familias que consintieron el envío de sus hijos a estos campos
El documento asegura que Putin «es muy consciente y anima» los programas de campamentos y de adopción para niños ucranianos. Sobre lo segundo, puso al frente a una persona de su confianza, Maria Lvova-Belova, comisionada presidencial para los derechos de los niños.
La propia Lvova-Belova ha reconocido que ya se han realizado 350 adopciones de menores ucranianos en Rusia y que hay otras mil en proceso.
Las acciones llevadas a cabo con la adopción «podrían ser constitutivas de crímenes de guerra» y que la retención de menores en los campos son «violaciones a la Convención de los Derechos de los Niños».
Rusia, a través de su embajada en Washington, calificó las alegaciones de «absurdas» y defendió que el país acepta a niños que tienen que ser evacuados «por las atrocidades de las fuerzas armadas de Ucrania».
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