Detrás de sus miradas coquetas y esculturales figuras guardan un agónico drama. En su mayoría, son jóvenes mujeres de entre 19 a 30 años, de nacionalidad venezolana, que llevan presas de las mafias extorsivas, a las que están obligadas a pagar fuertes sumas de dinero semanalmente para poder prostituirse en las calles de Lima.
Para estas organizaciones criminales, la vida de estas mujeres valen unos cientos de soles. La consecuencia de desobedecerlos es la muerte. Ellas tienen claro que no son simples amenazas, pues amigas suyas asesinadas a balazos en plena calle les hizo entender a la mala que su “cupo” o “plaza” deben pagarla sí o sí.
Según cuentan las propias trabajadoras sexuales, de las ganancias que obtienen por atender a sus clientes una buena parte va a parar a las manos de los integrantes de estas peligrosas agrupaciones delictivas. Los pagos que les exigen para dejarlas brindar “sus servicios” a los parroquianos van entre los 200 a 600 soles por semana, dependiendo del distrito.
Para ellas da lo mismo ejercer la prostitución en Los Olivos que en San Juan de Miraflores, porque en cada una de las llamadas ‘zonas rosas’ de estas jurisdicciones opera siempre alguna de estas mafias. Independencia, el Centro de Lima, Lince y San Juan de Lurigancho son otros de los distritos que han sido tomados por estos proxenetas.
Por información de la Policía Nacional, se conoce que en Lima actúan mafias extorsivas de diversas nacionalidades. Principalmente están los de Venezuela, que tienen hegemonía en varias zonas de la capital. En la actualidad, ellos están enfrentados con las organizaciones criminales de Colombia y Perú, que pelean por quitarles las “plazas”.
Estas agrupaciones extranjeras tienen las calles “lotizadas” y despliegan a sus integrantes por las mismas para ver que se cumplan sus demandas. Mayormente a bordo de motocicletas, y siempre fuertemente armados, estos hampones recorren sus zonas, pese a los esfuerzos de las autoridades policiales y municipales.
Las meretrices relatan que cuando llegan a una zona alguna de estas mafias envían mensajes por WhatsApp, en los que les lanzan una amenaza sutil. “No queremos citarlas una a una y hablarles de otra manera y luego se vayan a sentir incómodas, esperamos su pronta respuesta. Tienen que pagar una plaza de 200 soles”.
Las amenazas dejan de ser sutiles, cuando alguna se niega a pagar su “cupo”. El tono sube y, si persisten en no desembolsar el monto, el resultado es que atentan contra sus vidas. Ellas revelan que los integrantes de estas mafias no solo portan pistolas, sino también fusiles, municiones y hasta granadas que adquieren en el mercado negro.
La banda de ‘Mamut’
Una de las últimas organizaciones delictivas desarticuladas fue la operaba en las ‘zonas rosas’ de Los Olivos, Comas y Puente Piedra. De acuerdo a la Policía, esta era liderada por Héctor Alfonso Prieto Materano, de 36 años, alias ‘Mamut’.
“Una vez que se ubican en nuestro país, empiezan su accionar delictivo, que es su modelo de vida. Ellos no tienen otro perfil de actividad lícita, su actividad es esa: la extorsión y sometimiento”, dijo el coronel PNP, Víctor Revoredo, jefe de la División de Homicidios.
Prieto Materano es oriundo de Caracas, Venezuela, donde ya estuvo encarcelado en el penal de Tocorón, una de las prisiones más peligrosas de ese país.
Videos publicados en TikTok confirmaron que, con el dinero amasado por el cobro de “cupos”, él y los otros miembros de su banda tomaban los mejores tragos, alquilaban enormes casas con piscina en zonas exclusivas del sur de la capital y poseían prendas, joyas y zapatillas costosas.
“Toda la actividad criminal que realizan, sicariatos, prostitución, extorsión y delitos conexos es para alquilar estos conocidos búnker y yates, donde realizan sus fiestas, dando rienda suelta a sus bajos instintos”, indicó Revoredo.
Según la Policía, ‘Mamut’ ordenaba a traer las chicas de Venezuela al Perú, captándolas -muchas veces- con engaños. Algunas trabajadoras sexuales revelaron que les ofrecían trabajos formales, pero cuando llegaban a suelo patrio eran puestas en las calles.
“En su país hay parte de su organización criminal que se dedica a captar a mujeres que necesitan empleo en nuestros país. La captan, las estafan y acá las ubican en hostales, parques y zonas concurridas, como Plaza Norte”, señaló el coronel.
Quejas de los vecinos
En medio de este panorama, los que también resultan afectados son las personas que viven dentro o en los alrededores de estas llamadas ‘zonas rosas’, pues aseguran que la prostitución atrae a la delincuencia y perturba la tranquilidad de niños y ancianos.
Y es que, a plena luz del día y a vista y paciencia de todos, estas féminas ofrecen sus servicios sexuales a diario. Los vecinos están cansados de esta situación, y muchos resignados porque desde hace varios meses las autoridades “no hacen nada”.
En un informe emitido por TV Perú Noticias se recogieron las declaraciones de los vecinos afectados, quienes no creen posible que sus municipios, la Policía ni los demás entes competentes puedan darle solución a esta problemática.
Denuncian que no solo se trata del meretricio, sino que este atrae a gente de mal vivir que aumenta la incidencia de robos y asaltos al paso a todas horas del día.
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