El senador republicano Marco Rubio, de 51 años e hijo de unos humildes cubanos emigrados a Estados Unidos en 1956, logró este martes renovar por tercera vez su mandato en el Senado en representación de Florida, esta vez con la ayuda de su antiguo rival, el expresidente Donald Trump.
Alfonso Rodríguez / EFE
Rubio logró imponerse en las elecciones intermedias de este martes a la demócrata Val Demings, que fue la primera mujer que dirigió la policía de Orlando y después fue elegida para el Congreso estatal de Florida, precisamente donde el senador hoy reelecto empezó su carrera política.
Nacido en Miami, Rubio vio cómo su carrera política daba un salto en 2010, cuando obtuvo una victoria inesperada ante entonces el gobernador Charlie Crist, quien precisamente en estas elecciones buscó regresar a ese puesto ahora como demócrata, pero fue derrotado por el republicano Ron DeSantis.
Apoyado por el ultraconservador Tea Party, el miamense ganó una plaza en el Senado en Washington con solamente 40 años y ahí va a seguir seis años más tras su victoria de hoy.
Con ese bagaje se decidió a probar fortuna como aspirante a la nominación presidencial republicana en 2016, donde se topó con Trump, quien, fiel a su estilo, trató de ridiculizarlo en los debates previos a ser elegido candidato a la Casa Blanca.
LA POLÍTICA HACE EXTRAÑOS COMPAÑEROS
Su oponente demócrata refrescó aquellas imágenes durante esta campaña, cuando se supo que Trump iba a ser el invitado especial de un mitin de Rubio en su ciudad natal el pasado domingo.
Desde que Trump le dio su respaldo, la diferencia con Demings, que llegó a estar casi empatada con él, se hizo más grande.
Su alianza con Trump no es, sin embargo, de ahora.
Durante la presidencia del empresario neoyorquino, Rubio fue una voz escuchada a la hora de tomar decisiones sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua y la lucha contra el comunismo, y si finalmente Trump, como parece, se presenta de nuevo a las elecciones de 2024 y gana, su influencia puede recobrar fuerza.
Actual vicepresidente del Comité Selecto de Inteligencia en el Senado, donde supervisa el equipo de inteligencia y de seguridad de Estados Unidos, Rubio también es miembro del Comité de Relaciones Exteriores de esa cámara legislativa.
La personalidad de Rubio se forja en una adolescencia en la que ve las dificultades familiares en la figura de un padre que trabaja en hoteles y una madre que se gana la vida como empleada doméstica, obstáculos que sabe superar al conseguir un título en leyes por la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami, en 1996.
Tras su paso por la universidad, comienza ese camino hacia el sueño americano al que tanto le gusta referirse, primero como comisionado de la ciudad de West Miami antes de su elección a la Cámara de Representantes de Florida en el año 2000.
EL SUEÑO AMERICANO DE RUBIO
Al llegar al Senado en enero del 2011, Rubio se posiciona contra el plan público sanitario del ObamaCare y los presupuestos sin rigor.
El hijo de Mario Rubio y Oria García, que desembarcaron en Estados Unidos pocos años antes de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959, ha sabido ganarse estos años al electorado de Florida con un discurso claramente conservador con puntos fuertes como favorecer la tenencia de armas, la oposición al aborto y al matrimonio homosexual.
Predica con el ejemplo al haberse casado con su amor de juventud, la estadounidense de origen colombiano Jeanette Dousdebes, con la que ha tenido cuatro hijos.
Esa vida de hombre de familia que le gusta cultivar con una base netamente conservadora no le ha impedido proyectar a su vez una imagen de formas comedidas que le ha ganado la confianza de los moderados del espectro político de un estado donde los latinos son el 27 % de la población y los cubanos., entre lo que se mueve como pez en el agua, el grupo más grande dentro de esa comunidad.
En relación con la política migratoria, no se ha cansado de repetir que la llegada de personas a Estados Unidos debe ser controlada y que «ningún país puede resistir la entrada diaria de miles de personas», en relación con la avalancha de principalmente latinos que llegan a las fronteras del territorio estadounidense.
Antes de que en 2010 fuera arropado por el ultraconservador Tea Party, Rubio impulsó una ley que ofrecía una vía a la ciudadanía para los indocumentados, lo que hoy parece desterrado de su ideario político.
Tras el revés a nivel nacional en 2016, cuando Donald Trump se impuso en las primarias de su propio estado (45% frente a 27%), Rubio aceptó estoicamente la derrota al señalar: «no es el plan de Dios que sea presidente en 2016 o quizá nunca».
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