La unión hace la fuerza. O, en palabras del coordinador nacional del partido opositor en el exilio Voluntad Popular (VP), Leopoldo López, “ante el opresor, nuestra actitud, nuestro espíritu, no pueden ser la de una víctima”. Los enemigos de las dictaduras se han conjurado en Vilna, la capital de Lituania, con un mensaje optimista pero sobre todo combativo.
Durante este año, activistas de Hong Kong, Venezuela, Cuba, Irán, Rusia, Bielorrusia y muchos otros han organizado protestas violentas a favor de la democracia. Pero estos disidentes y los movimientos por la libertad suelen estar aislados y no pueden articular globalmente su desafío a los gobiernos autoritarios. El World Liberty Congress que se celebra en Vilna estos días se centra en la lucha contra las dictaduras y en los mayores desafíos que enfrenta la democracia hoy.
“No podría ser más apropiado el lugar y el momento, la frontera física entre la democracia y el despotismo”, dijo el viceministro de Lituania, Mantas Adomenas, en su discurso de bienvenida. Le escuchaban activistas de África, Asia, América, Oriente Medio y Europa. Algunos de ellos han viajado en secreto.
Los regímenes autoritarios cooperan, cometiendo crímenes y agrediendo a estados vecinos y sus propias sociedades. Y también alterando el orden internacional basado en reglas. “Vilna se ha convertido en un refugio para la gente que lucha por la libertad”, constató en el discurso inaugural el campeón de ajedrez y disidente ruso Garry Kasparov, que decidió exiliarse después de varios choques con la policía rusa en manifestaciones. En su solapa lucía un pin con la bandera rusa, a la que le faltaba la franja inferior, la roja, quedando blanco, azul y blanco: “Es una nueva bandera, sin la sangre que desgraciadamente están derramando mis compatriotas en Ucrania, y espero que un día la vean como bandera oficial”.
“Estamos viviendo un momento interesante, no se trata solo de nosotros, los que venimos de países donde hay opresión, los países democráticos también están sufriendo esas amenazas y nos miran a nosotros en busca de respuestas”, afirmó Kasparov. “Todo país en el que la libertad está en peligro debe ser nuestra causa común, porque ahora nos conocemos, pero estamos divididos, mientras que los dictadores trabajan entre ellos, saben que si uno cae el otro también… y yo quiero que hagamos lo mismo”.
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