Las consecuencias globales de la guerra en Ucrania marcaron este martes la apertura de la Asamblea General de la ONU, donde muchos líderes alertaron de la fuerte división internacional, la crisis económica y el problema del hambre, acentuados todos por la invasión rusa.
EFE
Los llamamientos a la paz se sucedieron en esta primera jornada de la gran reunión anual de Naciones Unidas, en la que tuvieron especial protagonismo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el francés, Emmanuel Macron.
Ambos, aunque desde posturas bastante distintas, se han convertido en dos de las principales vías de contacto abierto con Moscú y Kiev y hoy dedicaron buena parte de sus discursos al conflicto.
Erdogan anunció que va a redoblar sus esfuerzos para poner fin a la guerra «en base a la integridad territorial y la independencia de Ucrania» y pidió a toda la comunidad internacional que respalde esta gestiones.
¿CÓMO LOGRAR LA PAZ?
«Tenemos que encontrar juntos una solución diplomática razonable, justa y viable que dé a las dos partes la oportunidad de una salida honorable», dijo el líder turco.
Previamente, en una entrevista con el canal estadounidense PBS, Erdogan dijo creer que el presidente ruso, Vladímir Putin, estaría dispuesto a poner fin «lo antes posible» al conflicto y dejó claro que cualquier acuerdo de paz debería incluir la devolución a Ucrania del territorio invadido.
Mientras, Macron opinó que la paz «solo es posible» si «soberanamente» Kiev quiere y Rusia acepta «de buena fe» que la soberanía de Ucrania sea «respetada, su territorio liberado y su seguridad protegida».
El jefe de Estado galo usó su intervención para pedir a los países que se están manteniendo al margen de esta guerra un posicionamiento claro, para no ser «cómplices» de Moscú en esta invasión.
Así, les insistió en que el imperialismo contemporáneo «no es europeo u occidental» -en alusión a la tesis rusa- y avisó que, con sus acciones, «Rusia ha decidido abrir la veda a otras guerras de anexión, hoy en Europa, pero quizá en el mañana en Asia, África y América Latina».
«Ucrania está ejerciendo su inherente derecho a la defensa propia y, a juzgar por las recientes informaciones de los campos de batalla, lo está haciendo con un admirable valor, fuerza y eficiencia», apuntó Sauli Niinistö, el presidente de Finlandia.
LOS EFECTOS DE LA GUERRA
Mientras los países europeos ven el conflicto como algo muy cercano, para una mayoría del mundo lo que se están haciendo notar son los efectos colaterales de la guerra, sobre todo en lo relativo a la seguridad alimentaria y a la economía.
El secretario general de la ONU, António Guterres, insistió en la urgencia de arreglar los problemas con el suministro de fertilizantes, para lo que está tratando de facilitar las exportaciones desde Rusia, unas exportaciones que no son objeto de sanciones internacionales pero se han visto mermadas desde el inicio del conflicto.
«Este año el mundo tiene suficiente comida, el problema es la distribución. Pero si no se estabiliza el mercado de los fertilizantes, el año que viene el problema puede ser el suministro de alimentos en sí», alertó en el discurso de apertura.
El jefe de Naciones Unidas exigió apoyar de forma decidida a los países más vulnerables, donde los efectos de la guerra, del cambio climático, de la inflación, de la deuda pública y de la falta de acceso a financiación están creando una «tormenta perfecta».
«Tenemos un invierno de descontento global en el horizonte. Hay una intensa crisis de coste de la vida. La confianza se está desmoronando. Las desigualdades están explotando. Nuestro planeta se está quemando. La gente está sufriendo y los más vulnerables son los que más», avisó Guterres.
La seguridad alimentaria se discutió a fondo en una cumbre paralela organizada por Estados Unidos, España, la Unión Europea y la Unión Africana, en la que se prometieron medidas para atajar la crisis.
UN MUNDO EN PELIGRO
Guterres abrió hoy las reuniones con una sombría descripción de la situación internacional, hablando de un mundo «en peligro y paralizado», incapaz de actuar ante los graves problemas que lo amenazan.
«No hay cooperación. No hay diálogo. No hay resolución colectiva de problemas», lamentó el diplomático portugués, que alertó de los «inmensos peligros para la paz y seguridad globales» y del «ruido de sables nucleares» que no hace más que agravar la inestabilidad.
Su discurso estuvo fuertemente anclado en lo social -con especial preocupación por la desigualdad- y lo medioambiental -señalando el cambio climático como el gran asunto de esta era-.
«Tenemos un invierno de descontento global en el horizonte. Hay una intensa crisis de costo de la vida. La confianza se está desmoronando. Las desigualdades están explotando. Nuestro planeta se está quemando. La gente está sufriendo y los más vulnerables son los que más», avisó a los Gobiernos.
Las reuniones de la Asamblea General continuará mañana, un día en el que se esperan, entre otros, los discursos del presidente de EE.UU., Joe Biden; del iraní, Ebrahim Raisi; y del ucraniano, Volodímir Zelenski, que participará por video.
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