La guinvasión a Ucrania ha puesto de manifiesto la dependencia de Alemania del gas ruso, que las energías renovables no podrán solventar a corto plazo, por lo que el gobierno busca ahora llenar depósitos, diversificar suministros, recurrir a centrales de carbón y petróleo, además de llamar a la población y a la industria al ahorro.
Las tareas regulares de mantenimiento del gasoducto Nord Stream, en principio hasta el próximo jueves y por el que últimamente ya fluía tan solo un 40 % del volumen habitual -según Moscú, debido a la falta de una turbina-, y el temor a que Rusia no restablezca el flujo una vez finalizadas, acrecientan la preocupación en Alemania de cara al próximo invierno.
Desde el pasado día 23 está en vigor el nivel de alerta del plan de emergencia del gas, el segundo de tres niveles, declarado entonces ante la disminución del suministro procedente de Rusia y los elevados precios de la energía.
El pasado lunes, fecha de inicio de las tareas de mantenimiento del Nord Stream 1, el gobierno aseguró que la seguridad del suministro está garantizada y que por el momento no se plantea declarar el próximo nivel del plan de emergencia, que implicaría la intervención del Estado en el mercado para regular el flujo.
El martes, el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, había cuestionado la prioridad prevista, dado el caso, para los consumidores sobre la industria en caso de escasez de gas al subrayar que los hogares también deben hacer su contribución.
”Una interrupción permanente o a largo plazo de la producción industrial” tendría “consecuencias masivas”, y recordó que la situación que se plantea ahora no es ni a corto plazo ni regional.
El ministerio matizó estas declaraciones al afirmar que de lo que se está hablando no es de “desconexión” del gas por un orden de prioridad, sino de parámetros como la temperatura de estancias o de regímenes de horario con los que se determinan “estándares de seguridad” para los hogares y otros consumidores de gas.
”También es responsabilidad de cada ciudadano ahorrar gas si es posible”, lo que, por un lado, resulta además barato, teniendo en cuenta los precios del gas, se reiteró posteriormente desde el ministerio.
El canciller, Olaf Scholz, también se refirió en la tradicional entrevista de verano en la cadena pública ARD al aumento de los precios de la energía, que calificó de “explosivo social” y agregó que muchas personas no pueden afrontar una subida de los costes de la calefacción de varios centenares de euros.
Medidas como el billete de transporte público a 9 euros por mes y limitado a tres, así como la reducción del impuesto sobre los hidrocarburos han tenido sólo un ligero efecto amortiguador sobre la inflación general en junio del 7,6 %.
En tanto, la Agencia Federal de Redes, la autoridad reguladora de los mercados de redes en Alemania, advirtió de que los gastos de calefacción podrían triplicarse en 2023 debido al encarecimiento del gas.
Ante esta situación, asociaciones como la Confederación de Organizaciones del Consumidor (VZBV), pero también desde la política, piden un tercer paquete de ayudas para aliviar a la población con bajos recursos.
La Asociación Alemana de Ciudades y Municipio ve incluso con buenos ojos habilitar recintos calefaccionados para personas en situación de necesidad extrema.
Por otra parte, el viernes entró en vigor un programa de contención de costes energéticos por valor de 5.046 millones de dólares para ayudar a las empresas de alto consumo energético especialmente afectadas por las consecuencias de la guerra en Ucrania.
Este programa se suma a otras medidas de apoyo a la industria como la línea de crédito del Banco de Desarrollo KfW del Estado alemán, la ampliación de los mecanismos de garantías a nivel federal y regional y un instrumento de cobertura de márgenes.
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