El prestigioso diario The Times publicó una noticia escalofriante: el temible Grupo Wagner está en Kiev y tiene como objetivo dar con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky. Serían 400 mercenarios a quienes le dieron la misión de asesinar al líder nacional para lograr derrocar a su gobierno y colocar uno que sea controlado por Moscú.
El gobierno de Zelensky inició desde hace días una búsqueda de “saboteadores rusos” en las calles de la capital. Serían parte del comando del oligarca ruso Yevgeny Prigozhin, quien conduce a los feroces y entrenados mercenarios. Los agentes están esperando la orden del Kremlin para atacar, y su lista de 23 objetivos incluye también a todo el gabinete, al alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, y a su hermano Wladimir, ambos ex campeones de boxeo que se han convertido en figuras icónicas en la primera línea de defensa de la capital ucraniana.
Las empresas militares privadas, como el Grupo Wagner, se han convertido en los últimos años en una herramienta vital con la que Rusia expande su influencia en el mundo al tiempo que defiende sus intereses. Actualmente, hay presencia de mercenarios rusos en al menos 30 países de cuatro continentes, lo que demuestra la expansión de este fenómeno que tuvo en el conflicto de Ucrania en 2014 su primer ensayo.
Aunque las empresas de mercenarios son técnicamente ilegales según la Constitución rusa, lo cierto es que se han convertido en un componente clave de la estrategia de “guerra híbrida” que viene llevando a cabo Moscú y ofrecen al jefe de estado ruso, Vladimir Putin, un medio con el que “ejecutar sus objetivos políticos y hacer avanzar los intereses de seguridad nacional rusos en todo el mundo”, de acuerdo a un informe el Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
En general, según los autores de ‘Las guerras de los mercenarios de Moscú’, estas firmas de seguridad están en manos de oligarcas próximos al Kremlin, como es el caso de Prigozhin, muy cercano a Putin y que es objeto de sanciones por parte de Estados Unidos.
Uno de sus principales cometidos es de apuntalar la política exterior rusa y ampliar su influencia a nivel mundial, puesto que gracias a los mercenarios Moscú puede apoyar a determinados países o socios.
Desde el punto de vista militar, dadas las capacidades de estos mercenarios (generalmente antiguos miembros de las fuerzas de seguridad), se puede reforzar a aliados, al tiempo que se establece presencia militar en escenarios donde no la había e incluso se llega a alterar el equilibrio de poder en determinados conflictos “mientras se mantiene un grado de negación plausible por parte del Kremlin”, destacan los autores.
Además, los mercenarios son más prescindibles y su uso es menos arriesgado que el despliegue de soldados rusos, especialmente en caso de que mueran en combate o durante misiones de entrenamiento. Los efectivos de las empresas de seguridad se han convertido también en una fuente para recabar información de Inteligencia, además de poder llevar a cabo acciones encubiertas y actividades clandestinas, según el CSIS.
Entrenamiento apoyado por el Ejército ruso
Los contratistas de seguridad reciben entrenamiento antes de ser enviados al extranjero, en algunos casos incluso dentro de bases militares y con el probable apoyo del Ejército y los servicios de Inteligencia. Por ejemplo, según el informe, el Grupo Wagner forma a sus hombres en dos campamentos junto a una base de los servicios de Inteligencia (GRU) en Molkino, en la región de Krasnodar.
Por otra parte, las empresas de mercenarios y las firmas vinculadas a ellos en materia de energía, minas, seguridad y logística ofrecen también al régimen ruso una vía para “ampliar su influencia comercial y económica en los países en desarrollo y construir nuevos flujos de ingresos, en especial del petróleo, el gas y la extracción de minerales, para reducir el impacto de las sanciones”, resalta el informe.
En cuanto a las tareas que realizan, su principal cometido es entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad del país anfitrión o alguna milicia local, lo que incluye capacitación en tareas especializadas de combate, como pueden ser el uso de francotiradores o la defensa antiaérea. Además, trabajan para proteger a las autoridades locales, llegando incluso a convertirse en los guardaespaldas de presidentes, como es el caso de República Centroafricana. Hoy su objetivo es más claro: asesinar a Zelensky.
En algunas ocasiones, según el informe, los mercenarios vinculados a la GRU reclutan a activos humanos además de realizar labores de vigilancia y reconocimiento y llevar a cabo acciones de guerra política, sabotaje y otras misiones encubiertas.
Los mercenarios son igualmente desplegados para proteger infraestructura energética clave o minas tanto para los países anfitriones como para empresas rusas, situación que se repite en Venezuela. Además tanto ellos como las organizaciones mediáticas ligadas a sus empresas ayudan a diseminar mensajes a favor de Rusia. En este caso, es particularmente famosa la ‘granja de trolls’ propiedad de Prigozhin, también sancionada por Estados Unidos.
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