En el municipio Sotillo del estado Monagas, el 2022 inició con una violencia exacerbada y enfrentamientos entre una banda delictiva y, según denuncian desde la zona, presuntos grupo irregulares. El coronel retirado José Machillanda, sociológo castrense, cree que allí no se vive un problema político militar sino gansteril. Diputados de la AN de 2015 alertan sobre la pérdida del control territorial y la debilidad manifiesta del Estado.
En Barrancas del Orinoco, municipio Sotillo del estado Monagas, el inicio del año 2022 marcó una lamentable notoriedad impulsada por hechos de violencia que no terminan de aclararse, de manera oficial, pero sobre los cuales hay varios indicios.
Hasta el 13 de enero se produjeron tres balaceras en la zona con un saldo de, al menos, nueve fallecidos y varios heridos. Según el testimonio de habitantes de la localidad, los enfrentamientos se han dado, en su mayoría, entre la banda delictiva llamada El Sindicato de Barrancas, con predominio en el lugar desde 2016, y supuestos grupos de la guerrilla colombiana.
El 2 de enero, María Gabriela Hernández, diputada de la Asamblea Nacional (AN) de 2015 por el estado Monagas, dijo: «Desde hace un buen tiempo operan, controlando el río Orinoco y su delta, grupos armados irregulares de acento colombiano, la población no distingue si son del Ejército de Liberación Nacional (ELN) o de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Se adentran cada vez más a la dinámica de la población».
Entonces Hernández señaló que los habitantes de Barrancas del Orinoco han hecho lo que han podido para visibilizar la realidad que viven, la cual, según dijo, está signada no solo por la crisis humanitaria sino también por el control y el sometimiento de la población por grupos irregulares conocidos como «criollos».
«La violencia en Barrancas del Orinoco no es un problema político militar sino un problema gansteril, donde un grupo P quiere tener la posibilidad de sacar 500 kilos y un grupo Z, de la misma calaña, quiere que no saquen 500 kilos, sino 400. Pareciera que lo que está existiendo es un problema de carácter eminentemente cercano a que Venezuela, país o territorio, se convirtió definitivamente en zona o área de almacenamiento y de distribución de una cantidad de droga inestimable», asevera José Machillanda, coronel retirado y sociólogo militar.
Para el también investigador, pareciera que ha sido tal el grado de compra de quienes supuestamente vigilan o informan de la droga, que «se les ha otorgado una capacidad de para-Estado».
Además, la violencia exacerbada en Barrancas del Orinoco tiene como protagonista al crimen organizado, asegura Machillanda. Barrancas del Orinoco colinda con el estado Delta Amacuro y la salida del Orinoco al Atlántico y al mar Caribe.
Barrancas descontrolada
El diputado Williams Dávila, presidente de la Comisión de Política Exterior de la AN de 2015, lamenta el estreno del año 2022 con una balacera en Barrancas del Orinoco. Pero también cuestiona el retardo por parte de los organismos del Estado para repudiar el enfrentamiento que tuvo lugar allí.
«El problema que tiene la frontera venezolana es que es un cuero seco: cuando no es Barrancas del Orinoco, es la frontera occidental, si no el tema del Arco Minero. Es decir, toda la frontera está penetrada. Allí el Estado venezolano no existe, lo que existe es un Estado irregular, los grupos irregulares, el enfrentamiento entre el ELN y las disidencias de las FARC, todo por el control de las rutas del narcotráfico», opina Dávila.
El diputado opositor agrega que «el comercio de la cocaína ha generado que Venezuela pierda soberanía porque ha sido tomada totalmente por grupos irregulares», en tanto la Fuerza Armada Nacional (FAN) reacciona tardíamente: «No actúan de inmediato para enfrentar a los grupos irregulares y tenemos 22 años con una política de complacencia, de conchupancia, donde hay negocios que se reparten entre los grupos irregulares del narcotráfico y elementos de la FAN».
De acuerdo con información recabada por la asociación civil Kape Kape, que defiende los derechos de los pueblos indígenas, los habitantes del municipio Sotillo de Monagas aseguran que la incursión con la que se estrenó el año fue ejecutada por grupos armados extranjeros, que están tras el control del territorio ejercido por la banda El Sindicato de Barrancas.
Los waraos refieren la presencia activa de hombres armados que someten y matraquean a las pequeñas embarcaciones que arriban desde el bajo Delta a Barrancas del Orinoco.
«Son los del Sindicato. Cuando llegamos al muelle, de inmediato se presentan cuatro hombres armados y hacen la requisa a la embarcación y tenemos que bajarnos con algo de lo que traemos», contaron los waraos a Kape Kape.
«Hay una pérdida evidente, demasiado evidente, del control territorial por parte de la FAN», acota Luis Barragán, diputado de Vente Venezuela y analista militar. Indica que se supone que la Fuerza Armada debe monopolizar el uso lícito de la violencia y garantizar la integridad territorial.
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