El Gobierno interino de Juan Guaidó, la estructura institucional que se creó en paralelo para tratar de derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela, comienza a resquebrajarse desde dentro.
Julio Borges, uno de sus miembros más destacados, anunció este domingo que abandona esta forma de resistencia al considerar que se ha convertido más en un problema que en una solución. Es más, pidió la desaparición total del Gobierno en sí mismo. “No hay ruta, no hay unidad y no hay estrategia”, dijo Borges durante el anuncio de su renuncia.
Los objetivos del interinato no se han cumplido. Guaidó logró un inmenso respaldo internacional en 2019, que sumado a las protestas en el interior del país pusieron en jaque a Nicolás Maduro. El chavismo, sin embargo, resistió. Tres años después, la lucha se ha desinflado y el sucesor de Hugo Chávez parece atornillado en el poder, a pesar de la inestabilidad económica y social del país. “Hemos perdido el apoyo internacional”, lamentó Borges, “porque ha habido contradicciones, errores y eso ha hecho que el mundo haya puesto el caso venezolano en la nevera”. A su modo de ver, hay que reconstruir la oposición para que el antichavismo gane legitimidad dentro y fuera de Venezuela.
“El Gobierno interino era un instrumento para salir de la dictadura, pero en este momento se ha deformado hasta convertirse en una especie de fin en sí mismo, manejado por una casta que existe allí. Se ha burocratizado y ya no cumple con su función. Tiene que desaparecer”, dijo con rotundidad Borges. Se quejó de que ahora mismo lo integren 1.600 funcionarios y que se hayan producido escándalos en el manejo de los activos en el exterior, como en el caso de Monómeros, una empresa con sede en Barranquilla controlada por la oposición. Aseguró que ese dinero lo gestiona el entorno de Guaidó. “El manejo de activos es un escándalo. Hay que crear un fideicomiso para que haya transparencia. No hay rendición de cuentas, los activos se utilizan para fines personales”.
La estrategia de Guaidó se debilita con la salida de Borges. Guaidó lleva en el cargo tres años, sin que desde hace dos se hayan producido avances importantes. Su vista está puesta en las elecciones presidenciales de 2024, aunque para eso todavía quedan otros tres largos años. Mucho tiempo. El político ha vivido con nerviosismo el estancamiento de su lucha y eso se le ha notado hasta físicamente. Su rostro se ha llenado de acné, como se puede comprobar en sus últimas apariciones públicas. Las propias elecciones regionales que se celebraron el pasado 21 de noviembre, con la participación de la oposición por primera vez en cinco años, fue también una forma de que otros opositores cuestionaran su liderazgo. Como Borges, esta corriente cree que el tiempo de Guaidó, al menos como presidente interino, se ha acabado y el antichavismo necesita recomponerse para presentar una alternativa sólida.
Borges afirmó que la oposición ha ido de error en error en los últimos años. La operación Gadeón, una incursión de mercenarios en la costa venezolana en 2020 para capturar a Maduro, fue “una payasada”. El opositor, que reside en Colombia, asegura que lleva año y medio diciendo todo esto en alto, pero que no ha encontrado receptividad por parte de Guaidó. Además, le preocupa que este mencione que será presidente interino hasta que Maduro abandone la presidencia. “Eso es convertirse en parte del problema”, criticó.
Respecto a las elecciones, considera que se ha perdido “una oportunidad de oro” para presentar una fuerza interna sólida. Señaló que el informe de la UE, que reconoce mejoras en la organización de las elecciones respecto a ocasiones anteriores, es importante y que desde ese punto se puedan reorganizar los adversarios al régimen. El objetivo de presentarse a estos comicios era levantar de nuevo en territorio nacional, no en Miami ni en Madrid, una alternativa palpable al chavismo.
El régimen de Nicolás Maduro cuenta con el lastre de las sanciones internacionales, que estrechan mucho su margen de maniobra, aunque por ahora ha logrado resistir. “Si no tenemos la grandeza de dar los pasos para hacer una reforma radical de la oposición estaremos perdiendo el tiempo”, zanjó Borges.
El chavismo, como demuestran los resultados, ha perdido apoyos, pero la división de la oposición y el control de las instituciones le ha bastado para ganar en la mayoría de las regiones. El escenario podría volver a repetirse en unas presidenciales dentro de un par de años, a menos que la oposición logre reunificarse y presentar una alternativa sin fisuras. Guaidó, ahora mismo, cuenta con el apoyo de Estados Unidos, un respaldo clave, aunque cada vez son más los que cuestionan su liderazgo desde dentro. La salida de Borges hace más grande esa fractura.
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