La nación haitiana atraviesa una nueva crisis causada por una grave escasez de combustible, situación que es especialmente ardua para los hospitales.
AFP
Omide Marechal, de 61 años, se encuentra ingresada en un hospital de la capital Puerto Príncipe con su nieto de 26 días. Su hija falleció durante el parto, en un momento en el que los servicios sanitarios de todo el país están a punto de colapsar.
«Utilizamos el generador (de electricidad) solo por la noche o cuando hay una cirugía urgente. Hemos dejado de hacer radiografías, ecografías, y no hay luz en la sala de maternidad», explicó Ronald Laroche, director del mismo hospital, a la agencia de noticias Reuters.
Los centros médicos de la capital haitiana, que suelen estar llenos, se encuentran casi vacíos o cerrados.
Un médico del hospital de La Paix que pidió no ser identificado señaló a Reuters que la sala de pediatría era la única que funcionaba, aunque es imposible tratar en ella a los bebés nacidos prematuramente.
El dispensario de salud ha suspendido todas las operaciones porque los médicos no pueden correr el riesgo de quedarse sin electricidad en medio de una cirugía, añadió el médico, indicando que el personal del centro enfrentaba además dificultades para ir a trabajar debido a los problemas de transporte.
«A veces algunos médicos logran llegar, pero con las mayores dificultades, porque desplazarse se convirtió en una carrera de obstáculos y porque el combustible no está disponible en este momento», lamentó.
Según la agencia de Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), las vidas de cientos de miles de mujeres y niños están en peligro debido a esta coyuntura.
Un país asolado por la violencia de bandas cada vez más poderosas
Esta dramática situación se debe a las pandillas que buscan presionar Gl gobierno para obtener la dimisión del primer ministro Ariel Henry.
Los hospitales de Haití se ven obligados de generar su electricidad con gasóleo porque la red eléctrica nacional no es fiable. Pero los grupos armados que azotan a esta nación han bloqueado el acceso a las terminales portuarias que suministran el combustible.
Estos últimos acontecimientos indican el creciente poder de estos grupos fuertemente armados y que este mes secuestraron a 17 misioneros canadienses y estadounidenses, que siguen cautivos hasta la fecha.
En un discurso pronunciado a última hora del jueves, el primer ministro Henry admitió que las bandas están actuando con impunidad en Haití.
El primer ministro reconoció asimismo que «los hospitales tendrán grandes dificultades si no encuentran combustible para producir electricidad y tratar a los enfermos».
Pero el mandatario trató de tranquilizar a la población, asegurando que la policía ha creado un «corredor de seguridad» para garantizar las entregas de combustible y que en los próximos días la situación debería ir a mejor.
La escasez de combustible no es un problema insólito en Haití pero esta vez se destaca por su escalada y duración. En Puerto Príncipe, las calles generalmente llenas y ruidosas están inusualmente silenciosas, ya que la gente trata de no gastar su combustible, mientras que una huelga de líderes del sector del transporte limitó aún más la movilidad.
El viernes, Marc André Deriphonse, de la asociación nacional de propietarios de gasolineras, anunció que algunos camiones de gasóleo habían empezado a circular gracias a la escolta policial. Pero añadió que el acceso a la principal terminal de combustible seguía siendo limitado.
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