Las estadísticas del Instituto Neoespartano de Pesca (Inepesca) indican que la flota de la pesca artesanal de subsistencia y costanera en Nueva Esparta está conformada por alrededor de 6.000 embarcaciones.
Por: Dexcy Guédez – La Patilla
Paúl Bermúdez, presidente de Inepesca, precisó que los altos costos para el mantenimiento, reparación y aprovisionamiento para realizar sus faenas, han llevado a la paralización de más del 70% de las embarcaciones, lo que significa que apenas unas 1.800 están activas.
Aseveró que en la actualidad es imposible reparar un motor fuera de borda y la crisis nacional terminó por descartar cualquier posibilidad de obtener créditos para refaccionarlos y menos para sustituirlos. Mencionó que esa situación afecta por igual a los integrantes de las 64 comunidades pesqueras, 5 de estas ubicadas en isla de Coche, y los 43 asentamientos pesqueros en todo el estado.
Explicó que la pesca artesanal de subsistencia es aquella que practican los habitantes de las zonas costeras de Margarita, solamente para el consumo familiar, mientras que la costanera les permite alejarse un poco más de las riberas para capturar especies marinas tanto para el consumo como para la venta.
No obstante, todos pasan por la misma situación: al dañarse las embarcaciones o los artes de pesca, debido a que los altos y dolarizados costos, no les permite reponerlos inmediatamente. “La pesca artesanal en Nueva Esparta sufre una profunda crisis y no le vislumbramos una solución al corto ni mediano plazo. Esa práctica, literalmente, está muriendo”, lamentó Bermúdez.
Combustible inalcanzable
El presidente del Inepesca acotó que además de todas las dificultades para el mantenimiento o sustitución tanto de los motores fuera de borda como de las artes de pesca, los trabajadores del mar sufren por la discrecionalidad de los funcionarios castrenses a la hora de entregarles el combustible.
En el caso de las embarcaciones artesanales, les suministran 120 litros semanales de gasolina, lo que no les alcanza para trabajar en aguas donde pueden capturar ciertas especies para la venta, por lo que deben resignarse a capturar solamente para el consumo familiar y no salir más de tres veces por semana.
Quienes se atreven a distanciarse algunas millas más lejos de las costas margariteñas, corren el riesgo de consumir el combustible en una faena solamente.
El presidente del Inepesca explicó que si, por ejemplo, logran capturar jureles que es una especie con mucha fuerza y siempre anda en grandes cardúmenes, la embarcación hace mayor esfuerzo para sacar las redes y buscar la orilla. Eso también implica el consumo de aceite para motor, lo que resta posibilidades de ganancia para el pescador.
La situación es más llevadera en caso de pescadores que utilizan redes fonderas, superficiales o nasas, porque consumen menos combustible en sus faenas. Los pescadores con cordeles también ahorran más gasolina, pero su captura dependerá del tiempo que permanezca mar adentro.
El trencito para los castigados
Dijo que la peor parte se la llevan los pescadores que abiertamente rechazan el régimen de Nicolás Maduro, ya que las autoridades del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (INEA), le retiran el cupo de combustible.
Bermúdez indicó que quienes son castigados por el INEA con la eliminación del cupo de combustible semanal, se las han ingeniado para poder subsistir de la pesca artesanal y apelan por unirse entre 10 o 12 embarcaciones artesanales para contratar una embarcación de mayor calado con motor central, la cual se encarga de remolcarlos en una especie de “trencito” hasta ciertas millas de las costas margariteñas y aguardar hasta que concluyan las labores de pesca.
Al terminar la faena, los remolcadores cobran su trabajo con un porcentaje convenido de las especies capturadas, las cuales destinan a abastecer los mercados populares y obtener sus propias ganancias. “Esos pescadores se vuelven creativos y sacan adelante sus embarcaciones sin combustible”, recalcó Bermúdez.
Mantenimiento cuesta arriba
Los pescadores artesanales que han logrado mantener a flote sus embarcaciones se sienten muy limitados para laborar, ya que la falta de mantenimiento les hace temer por su integridad. Alberto Reyes Guillén, pescador de las costas porlamarenses, lamentó la situación que enfrenta al ver deteriorar su bote y no poder realizar un mantenimiento constante.
Evoca los tiempos en que pintaba su embarcación, al menos, tres veces al año, mientras que durante 2021 apenas ha logrado darle “una sola manito” por lo costoso de la pintura marina y otros materiales para ese tipo de mantenimiento y ni mencionar cuando le toca atender aspectos mecánicos.
En eso coincide Elio Palacios, quien subrayó que la paralización de las embarcaciones comienza cuando se les daña el motor o se les rompe una tabla, ya que es difícil sustituirla por los altos costos de la madera para la carpintería de ribera.
La situación es similar con los artes de pesca. Están obligados a remendar sus redes, porque renovarlas implica gastos que dada la crisis que enfrenta ese tipo de pesca, es imposible comprar las cantidades de nylon necesarias para tejer unas nuevas.
Los pescadores aseguran que el Estado no está cumpliendo con lo que está establecido en las leyes para impulsar la actividad pesquera en los estados con esa vocación económica. Lo más grave es que la crisis en la pesca artesanal de Margarita y Coche, deja sin el sustento a innumerables familias de ambas islas.
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