Nícmer Evans, Damián Alifa y Félix Seijas explican que, a pesar de las molestias en algunos estados por el desconocimiento de ganadores del proceso de primarias, esto sólo será tomado en cuenta por lo que queda del chavismo crítico y no al voto duro que se moviliza con la maquinaria, por lo que la oposición mayoritaria debe apurarse para que sus aspirantes puedan ganar terreno.
En mayo del presente año, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) convocó a unas elecciones primarias para decidir sus abanderados con miras a las elecciones regionales y locales del 21 de noviembre; pero a pesar de que al inicio se intentó un proceso democrático por las bases, se terminó imponiendo la voluntad de la dirigencia.
La fachada democrática se fue desmoronando cuando la Dirección Nacional estableció que esa instancia sería la que aprobaría finalmente las postulaciones y las candidaturas. De hecho, algunos gobernadores de estado en pleno ejercicio, como el de Trujillo, Henry Rangel Silva, no podrían participar de esas primarias, al igual que la alcaldesa del municipio Libertador, Érika Farías; tampoco podrían competir algunos dirigentes, como Francisco Arias Cárdenas y Elías Jaua.
El verdadero rostro del proceso asomó cuando el primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, indicó que ya no habría primarias para legisladores estadales ni concejales, dejando la votación solo para los cargos de gobernadores y alcaldes. El golpe de gracia vino luego de cumplida la jornada electoral del 8 de agosto, cuando nueve resultados de escogencia de candidato a gobernador no fueron del agrado de la Dirección Nacional, y se anunció una “revisión”.
Proceso interno generó rechazo
El desenlace fue que el cogollo del PSUV terminó designando a los candidatos en aquellos estados donde la militancia no escogió a quién la cúpula quería, desconociendo los resultados en cinco entidades donde designaron, en muchos casos, a personas que ni siquiera habían competido en el proceso interno.
Como era de esperarse, el desconocimiento a los resultados generó rechazo en aquellas entidades donde el candidato no será a quien escogieron las bases, como en Apure, donde se designó al entonces ministro de Educación, Eduardo Piñate, como abanderado; Cojedes, donde había triunfado Margaud Godoy; y Trujillo, entidad en la que había ganado Hugo Cabezas. En Bolívar, las aguas se calmaron un poco al otorgarle al ganador de las primarias, Tito Oviedo, la candidatura a la alcaldía de Ciudad Bolívar.
¿Qué consecuencias a lo interno del PSUV y con miras a la justa comicial del 21-N puede tener el malestar generado por las prácticas del partido en su proceso de primarias? Es la pregunta que contestaron para TalCual los analistas Nicmer Evans, Damián Alifa y Félix Seijas, quienes coinciden en señalar que, cualquiera que sea el nivel del malestar generado, sin una oposición unidad y activada en lo inmediato poco podrá hacerse frente a la maquinaria del partido de gobierno.
Migración por rechazo al proceso
“Hay un descontento que se va a traducir en escisiones, pero no en divisiones. Los que fueron precandidatos se la calan porque ellos (integrantes de la Dirección Nacional) fueron muy transparentes al decir que no por ganar las primarias se convertía alguien en candidato directamente, pero el que se generabas expectativas de que hubiera verdadera democracia eran las bases, ya que los dirigentes están muy claros en que están sometidos a ese tipo de manejos”, explicó el politólogo Nicmer Evans, director del portal Punto de Corte.
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