Las maravillosas ruinas de Stonehenge han cautivado la imaginación de generaciones. Su propósito, su origen y su historia son revelados a cuenta gota a través de los años, gracias a largas investigaciones y nueva tecnología que permite flamantes hallazgos.
El círculo de piedras de Stonehenge, cuyo propósito sigue siendo un misterio para los científicos pese a haber sido objeto de décadas de investigación, es uno de los sitios más famosos de Gran Bretaña que atrae a numerosos turistas y personas que buscan establecer una conexión espiritual con la naturaleza.
La primera referencia a Stonehenge data de hace casi 900 años, en una leyenda de Geoffrey de Monmouth, que cuenta que Merlín construyó el monumento trayendo desde Irlanda hasta Inglaterra, y junto a 15.000 hombres, las piedras del “círculo de la Danza de los Gigantes”, conocidas por sus propiedades “mágicas” y “curativas”.
Y ahora, un nuevo estudio sugiere que este monumento puede haber durado tanto tiempo debido a la composición geoquímica única de las piedras verticales.
Un equipo internacional de científicos analizó con un microscopio rebanadas delgadas de una muestra del núcleo de una de las grandes losas de arenisca, conocidas como sarsens.
La muestra, llamada Philip’s Core, se extrajo hace más de 60 años y solo regresó a Gran Bretaña dos años después de haber sido guardada como recuerdo en los Estados Unidos durante décadas. De allí se extrajeron seis piezas separadas. Una de ellas, que mide solo 67 mm de longitud, fue tomada por los investigadores para su análisis.
El análisis muestra que el sarsen está compuesto principalmente de granos de cuarzo del tamaño de arena que están cementados firmemente entre sí por un mosaico entrelazado de cristales de cuarzo. Esto explica la resistencia de la piedra a la intemperie durante los últimos 5.000 años y por qué fue un material ideal para construir tal monumento, según los expertos.
“Esto da respuestas a la resistencia de la piedra a la intemperie y por qué es un material ideal para la construcción de monumentos”, dijo el geomorfólogo de la Universidad de Brighton, David Nash, quien dirigió el estudio publicado en la revista PLoS ONE.
En un notable logro de ingeniería de la gente del Neolítico tardío, los sarsens se erigieron en el sitio en Wiltshire, Inglaterra, alrededor del 2500 a. C. Stone 58, uno de los gigantes verticales sarsens en el centro de Stonehenge, mide unos 7 metros (23 pies) de altura, con otros 2 metros (7 pies) bajo tierra y un peso sobre el suelo estimado de 24 toneladas.
“Obtener acceso al núcleo perforado de Stone 58 fue en gran medida el Santo Grial para nuestra investigación”, dijo Nash. “Todo el trabajo anterior sobre sarsens en Stonehenge involucró muestras excavadas en el sitio o extraídas de piedras al azar”.
Los investigadores utilizaron tomografías computarizadas, rayos X, análisis microscópicos y varias técnicas geoquímicas para estudiar fragmentos y rebanadas de la muestra del núcleo; estas pruebas están prohibidas para los megalitos en el sitio.
“Esta pequeña muestra es ahora probablemente la pieza de piedra más analizada además de la roca lunar”, confesó Nash.
No está claro exactamente cuándo se formó la roca, aunque los investigadores encontraron que algunos granos de arena incrustados datan de hace tanto tiempo como la Era Mesoproterozoica, entre mil y 1,6 mil millones de años atrás.
“Es extremadamente raro como científico tener la oportunidad de trabajar con muestras de tanta importancia nacional e internacional”, aseguró el profesor Nash. “Gracias a la ayuda de organizaciones como el Servicio Geológico Británico y el Museo de Historia Natural, hemos podido aplicar un conjunto de técnicas de vanguardia al Phillip’s Core”.
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