En la España de 2050, será imposible hacer el trayecto Madrid-Barcelona en avión. Los vuelos nacionales cortos desaparecerán a favor del tren, siempre que el viaje dure menos de 2,5 horas. Habrá menos vehículos privados y más vehículos compartidos. Para mitad de siglo, los españoles consumirán menos carne de la que comen hoy, y la ganadería será extensiva mayoritariamente. En general, se consumirán menos productos, y ningún residuo municipal se enviará al vertedero. También se pagarán más impuestos ‘verdes’ en ámbitos como las basuras, la energía y el transporte. O, al menos, este es el escenario que plantea el Gobierno de Pedro Sánchez en la estrategia a largo plazo presentada este jueves.
El país «deberá llevar a cabo transformaciones profundas», reconoce el texto en el capítulo sobre cambio climático. Cambiará la forma de moverse, de consumir, de alimentarse, de producir e incluso de construir, ya que el sector deberá centrarse menos en la creación de nuevos edificios y más en la rehabilitación de los que ya existen.
En materia de transporte, el coche de combustión y el transporte aéreo son los grandes perdedores, mientras que el sistema ferroviario se verá impulsado. No solo se fomentará un parque móvil eléctrico, sino que se elevará «progresivamente los tipos impositivos sobre el consumo de diésel y gasolina hasta que ambos se equiparen al tipo impositivo medio de la gasolina en la UE», dice el documento. También se creará un nuevo tributo por el uso del coche.
El transporte aéreo también sale afectado: por una parte se plantea crear una tasa de «viajero frecuente» o el establecimiento de impuestos sobre los billetes de avión según la cercanía del destino, para penalizar a quienes más contaminen. Además, se recomienda prohibir los vuelos en aquellos trayectos que puedan realizarse en tren en menos de 2,5 horas. Sería el caso del puente aéreo Madrid-Barcelona.
En la España de 2050, además, habrá más desplazamientos en ferrocarril, una opción menos contaminante que el transporte aéreo. Para ello, se relanzarán los servicios de tren nocturno, se actualizará y finalizarán las conexiones transfronterizas y se fomentará la demanda «aplicando un sistema tarifario justo».
Una renta climática
También se plantea estudiar una «renta climática», pensada para compensar el impacto de la mayor fiscalidad ambiental en las rentas más bajas: se devolvería a la población parte de la recaudación procedente de los impuestos verdes.
Porque los impuestos no solo se verán reflejados en la movilidad. Se implementaría un «pago por generación» de residuos como una «medida de responsabilidad para los consumidores», que se extenderá también a los fabricantes, quienes deberán encargarse de la gestión del residuo y asumir la totalidad de los costes asociados, liberando así a los municipios de esta carga. El objetivo es que «en la España de 2050, ningún residuo municipal se enviará al vertedero», dice el documento.
Será igualmente necesario reducir el consumo de ciertas materias primas y productos. «En las próximas décadas, la población española tendrá que reducir su ingesta de alimentos de origen animal, la cantidad de prendas de ropa que compra, o el número de dispositivos digitales y electrodomésticos nuevos que adquiere al año», asegura el documento, que puntualiza, no obstante, que esta reducción «no provocará un empeoramiento de las condiciones de vida ni del bienestar de la ciudadanía».
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