Más de 6.000 personas, en su mayoría jóvenes, han cruzado a nado la frontera que separa Marruecos de la ciudad española de Ceuta, sin que la policía marroquí haya hecho nada para evitarlo. Este hecho ocurre inmediatamente después de que el gobierno de Marruecos decidiera suspender la cooperación con España en materia de seguridad. La acogida en España, por razones humanitarias, de Brahim Gali, secretario general del Frente Polisario, quien se encuentra hospitalizado por coronavirus en Logroño, ha generado tensión entre Madrid y Rabat.
Por Ysrrael Camero – ALnavío
A mediados del mes de abril, Brahim Gali, secretario general del Frente Polisario, quien presentaba un cuadro de covid-19, fue acogido en España, con una falsa identidad, y se encuentra en un hospital de Logroño. Al conocer este hecho el canciller marroquí convocó al embajador español en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner, para pedir aclaraciones.
En una primera nota de condena, del 25 de abril, el gobierno de Marruecos calificó la decisión española como un acto “injusto” de “mala vecindad”. El 8 de mayo emitió una nueva declaración, donde señalaba que España tendría que asumir las consecuencias de ese acto. La ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya, declaró que la decisión de admitir el ingreso de Gali se debió exclusivamente a razones humanitarias.
A los pocos días, el lunes 17 de mayo, Marruecos suspendió unilateralmente la colaboración con España en materia de seguridad. En el transcurso de ese mismo día se inició la llegada masiva de personas a la ciudad autónoma de Ceuta, sin que las fuerzas de seguridad marroquíes hicieran nada para evitarlo. Bordeando a nado los espigones de Tarajal y Benzú, alrededor de 6.000 personas cruzaron la línea fronteriza, iniciando lo que parece ser una nueva crisis migratoria en un momento en que las relaciones entre España y Marruecos pasan por su peor momento. Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior español, informó que más de 1.500 personas han sido ya devueltas a Marruecos.
El gobierno de Marruecos había cerrado previamente sus fronteras, por el covid, desde marzo de 2020. Al mismo tiempo había realizado campañas para detener el contrabando en las zonas fronterizas. Estos cambios habían incrementado el número de personas sin trabajo en la región, lo que aumentaba la presión migratoria hacia España. El 26 de abril habían llegado a Ceuta 128 jóvenes nadando. Fueron devueltos tras una negociación con las autoridades de Marruecos.
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