El sistema de salud de Gaza se enfrenta con un doble enemigo: el coronavirus y las bombas. Hace algunas semanas, ante el aumento incontrolado de casos de Covid-19, las autoridades desalojaron quirófanos, suspendieron la atención médica no esencial y concentraron su personal de salud en los pacientes con dificultad para respirar, en un esfuerzo por mantener estables sus hospitales. Entonces comenzaron a caer las bombas.
Por La Nación
Ya son 119 los palestinos muertos, entre ellos 31 niños y 19 mujeres, y 530 personas heridas tras el intercambio de misiles entre Israel y Hamas. La fuerza aérea israelí ha atacado apartamentos, destruido vehículos y demolido edificios.
En plena crisis sanitaria, los médicos están reasignando camas de unidades de cuidados intensivos y maniobrando entre heridos de explosiones y esquirlas, vendar cortaduras, detener hemorragias y efectuar amputaciones. Exhaustos, se apresuraban a atender a un paciente tras otro, mientras otros se reunían en la morgue del hospital y esperaban con camillas para retirar los cadáveres y que sean sepultados.
Los familiares angustiados no esperaban la llegada de las ambulancias, sino que trasladaban a toda prisa a los heridos en vehículos o a pie hasta el hospital Shifa, el más grande del territorio.
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