Si por un lado consideramos que el cierre de operaciones y actividades económicas, que no encuentran explicación en un desplazamiento de los factores productivos hacia actividades de mayor productividad (especialmente en economías con elevados y persistentes niveles de desempleo como la venezolana); suele suponer destrucción pura de empleos, de valor agregado doméstico y de bienestar social.
Enrique González | Banca y Negocios
Y si por otra parte valoramos que el libre comercio permite expandir las posibilidades de consumo de los nacionales más allá de su frontera de producción doméstica, y que partiendo de un “terreno del juego nivelado”, el comercio intraindustrial entre países responde justamente al principio de las ventajas comparativas: El desempeño del sector automotriz venezolano puede constituir un caso de estudio para pensar lo que se requiere hacer en la actualidad en materia de políticas transversales y sectoriales para aprovechar su potencial económico, más allá de lo señalado en su momento por directivos de dicha industria -normativa laboral rígida, permearía que ralentizaba procesos, etc.
Suramérica resultó ser una de las regiones donde el COVID-19 impactó con mayor fuerza. Lo estricto de los confinamientos, medidas de distanciamiento y declaratoria de actividades prioritarias o no, incidió en que la demanda de vehículos de pasajeros en la región se redujera en 29,2% a 2,5 millones de unidades durante 2020. Por su parte, el mercado brasileño mostró reducciones equivalentes, con una disminución del 28,6% con respecto a los niveles de 2019.
La producción de vehículos de pasajeros en Suramérica cerró 2020 con uno de los niveles más bajos desde 2003, con una producción anual que bajó un 34,2% a menos de 1,8 millones de unidades. Dicho desempeño se encontró signado por el efecto negativo del COVID-19, manifiesto especialmente hacia fines de marzo de 2020. En el caso puntual de Brasil, primer productor de la región, la producción se contrajo un 34,3%, llevando esta actividad hasta las 1,6 millones de unidades al cierre de 2020.
En 2020, los efectos de COVID-19 trajeron pérdidas significativas para las ensambladoras en Suramérica, ya que la producción se interrumpió luego de las medidas de cierre. Si bien los efectos de la pandemia continúan, hubo un regreso gradual a la actividad económica normal en la segunda mitad del año. La producción de vehículos comerciales de América del Sur cerró 2020 en 0,6 millones de unidades, una contracción del 20,0% en comparación con 2019.
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