La canciller alemana, Angela Merkel, ratificó hoy el propósito de su gobierno de «restringir» los viajes vacacionales al extranjero por la pandemia, aunque admitió que existen «notables problemas legales» para tratar de implantar su prohibición.
EFE
«No podemos comportarnos de forma contraria a la ley», afirmó la líder alemana, en una comparecencia ante los medios tras la cumbre, en formato telemático, de los líderes de la Unión Europea (UE).
Fuentes del gobierno alemán explicaron ayer que se estaba «estudiando» la posibilidad de prohibir temporalmente los viajes no esenciales al extranjero, para precisar a continuación que ello estaba siendo analizado por los Ministerios de Interior y de Justicia.
La cuestión surgió a raíz de la polémica desatada por el repunte de reservas por Semana Santa para las Baleares, después de que estas y otras regiones españolas quedaran fuera de la clasificación de zonas de riesgo por la pandemia.
El gobierno alemán implantará desde este fin de semana un test obligatorio previo a todos los viajeros que ingresen en el país por vía aérea, independientemente del lugar de procedencia del viajero.
La normativa será publicada previsiblemente mañana por el Ministerio de Sanidad para que pueda entrar en vigor a las 00.00 del domingo.
Hasta ahora, la exigencia de presentar un pcr negativo antes de emprender un vuelo hacia Alemania regía para los viajeros desde zonas de alta incidencia o con presencia de mutaciones del coronavirus. Los procedentes de regiones calificadas de riesgo podían hacérselo hasta 48 horas después de haber entrado en el país.
El test deberá presentarse antes de emprender el vuelo hacia Alemania y podrá ser tanto un pcr como de antígenos. El viajero deberá ceñirse luego, además, a las normativas previstas en cuanto a cuarentenas -de diez a 14 días, dependiendo del grado de riesgo del lugar de procedencia y también de las regulaciones específicas de cada «Land».
La nueva regulación será vigente hasta previsiblemente el 12 de mayo, según los planes de Sanidad.
El Gobierno de Berlín recomienda desde hace meses encarecidamente evitar todo viaje no esencial, lo que incluye los desplazamientos y pernoctaciones turísticas en el propio país.
El propósito es restringir la movilidad, al menos para viajes no esenciales, lo que se acentuó ahora por el repunte de nuevos contagios que se observa de forma continuada y desde hace varias semanas en Alemania.
La incidencia semanal se situó este jueves en 113,3 contagios por 100.000 habitantes, por encima de los 100 nuevos contagios por 100.000 habitantes que se considera un límite crítico. El pico de incidencia se notificó el 22 de diciembre, con 197,6 casos.
Merkel y los líderes regionales habían acordado a principios de mes una lenta reactivación de la vida pública, después de que en febrero la incidencia semanal hubiera bajado hasta situarse sobre los 65 casos.
La cautelosa desescalada empezó con la reapertura de peluquerías, tiendas de bricolage, centros de jardinería y algunos comercios -aunque con previa cita-, así como museos y otras instituciones culturales.
Se pretendía con ello relajar el cierre de la vida pública imperante desde noviembre, en que quedaron cerrados la restauración, el ocio y la cultura, a lo que siguió, en diciembre, el de los comercios no esenciales. Se estableció, sin embargo, un freno de emergencia, de modo que a partir de 100 contagios semanales por 100.000 habitantes se volvería al nivel de restricciones anterior.
El repunte actual ha convertido en inviable esa reactivación. En una nueva reunión entre Merkel y los líderes regionales, el pasado lunes, se acordó prolongar de nuevo las restricciones hasta mediados de abril.
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