El gobierno interino de Juan Guaidó lamentó este miércoles la retirada del gobierno argentino del Grupo de Lima, el foro internacional que denuncia los atropellos del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Lo hizo a través de su embajadora en Buenos Aires, Elisa Trotta Gamus, quien en una publicación en su cuenta de Twitter aseguró que el grupo ha sido “fundamental para denunciar las graves violaciones a los derechos humanos en Venezuela, y para trabajar en la única solución real, que es recuperar la democracia en nuestro país”.
En una referencia al Día de la Memoria que tiene lugar en Argentina este 24 de marzo, Trotta remarcó que “los venezolanos estamos luchando contra una dictadura que ha asesinado a decenas de miles de personas”, y que “también deseamos gritar ‘nunca más’”, para lo que “necesitamos toda la ayuda posible”.
El ministerio de Relaciones Exteriores argentino indicó en un comunicado que la razón de su retirada del foro responde a que sus acciones, “buscando aislar al Gobierno de Venezuela y a sus representantes, no han conducido a nada”. Ante ello, Trotta expresó: “Si no se ha logrado avanzar, es porque los que tienen las armas así han decidido”.
También rechazó la afirmación de la administración de Alberto Fernández de que “las sanciones y bloqueos impuestos a Venezuela y a sus autoridades (…) no han hecho más que agravar la situación de la población”, asegurando que estas medidas punitivas “no son las causantes de lo que viven los venezolanos”.
“El único culpable de la emergencia humanitaria compleja es maduro y sus crímenes de lesa humanidad. ¡No hay bloqueo, hay dictadura!”, agregó, citando una columna que lleva como título esta última frase y fue publicada en Infobae el pasado 26 de enero.
“Seguimos apostando al trabajo conjunto de todas las naciones hermanas para lograr la solución en nuestro país, incluyendo a Argentina, que históricamente ha sido un aliado de Venezuela y de la causa democrática. El pueblo venezolano necesita y merece justicia y libertad”, concluyó la funcionaria.
En contraste, el régimen de Maduro celebró la decisión. El canciller de la dictadura, Jorge Arreaza, replicó una publicación en Twitter que la califica como “acertada y positiva” y asegura que “la República Bolivariana de Venezuela necesita solidaridad y acompañamiento”.
La permanencia de la Argentina en ese bloque regional es uno de los ejes de las disputas al interior del oficialista Frente de Todos, considerando que el sector ligado a la vicepresidenta Cristina Kirchner y afín al gobierno de Nicolás Maduro exigía al primer mandatario que abandonara el foro regional.
Una de las principales impulsoras de la salida de la Argentina del grupo fue Alicia Castro, la ex embajadora en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez, que enfrenta la política exterior del Gobierno.
El año pasado, Castro opinó públicamente: “La Argentina debería retirarse del Grupo de Lima, un grupo subalterno creado con el propósito explícito de debilitar la integración regional de América Latina y el Caribe, desarticular la UNASUR y reunir a los aliados regionales de los Estados Unidos con el objetivo de erosionar al gobierno de Venezuela y procurar un cambio de régimen”.
El Grupo de Lima, del cual el expresidente Mauricio Macri fue un entusiasta promotor, fue un problema para Alberto Fernández desde antes de su asunción, cuando recibió presiones desde distintos sectores para alejarse y para permanecer.
El año pasado, el voto de la Argentina en la ONU a favor de la resolución que condenaba las violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Maduro y pedía elecciones “prontas, libres e independientes”, desató un complejo debate interno en la coalición de gobierno y el Presidente estuvo a punto de decidir la salida del foro. Finalmente no lo hizo. Hasta hoy.
Tras la salida del Grupo de Lima, se espera que Alberto Fernández privilegie el vínculo con el Grupo Internacional de Contacto para Venezuela, que impulsa principalmente la Unión Europea, y del que la Argentina forma parte desde agosto para “buscar soluciones pacíficas y democráticas a la crisis que viven los venezolanos” junto a Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Panamá, Portugal, España, Suecia, Reino Unido y Uruguay. Unirse a ese conjunto de países representó la intención de mantener una equidistancia con Estados Unidos, que tiene otra hoja de ruta para lograr desplazar al régimen populista.
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