Jesús “Chúo” Torrealba, exsecretario general de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, indicó que las eventuales elecciones conjuntas de gobernadores y alcaldes pueden transformarse en unas primarias para que la oposición renueve su liderazgo ante la desconexión de la actual dirigencia con la realidad que viven los venezolanos.
Por Luis De Jesús, El Nacional
Torrealba conversó con El Nacional en momentos en los que avanza un proceso para seleccionar a los rectores del Consejo Nacional Electoral, para el que la sociedad civil, lejos de las ataduras partidistas, postuló a varios expertos para comenzar, desde el propio Poder Electoral, a promover las condiciones democráticas.
Reconoció que pasó largos años haciendo algo parecido a un voto de silencio porque en 2017 y 2018 ocurrieron “cosas terribles”. Se cohibió de fijar una posición crítica dura debido a las responsabilidades que tenía. En ese entonces, dijo, comenzaba un nuevo momento con un liderazgo que tenía derecho a ejercer, a acertar y a equivocarse.
Plantear los contextos políticos en esta entrevista resultó necesario para el exvocero de lo que fue la mayor coalición política que se había alcanzado en el país. Con esos aspectos clave se entenderían las razones por las que, según Torrealba, la oposición actualmente carece de credibilidad y de poder de convocatoria.
Crearse las condiciones para unas elecciones
—Hay un proceso para nombrar un nuevo CNE que inició una Asamblea Nacional desconocida por gran parte de la comunidad internacional y también por sectores de la oposición venezolana. ¿Qué observa de este escenario?
—Esta es una dictadura que no va a dar condiciones. Toda esa historia nos ha llevado a renegar de los únicos mecanismos de lucha que nos han dado logros cuantificables en los últimos 20 años, y es muy preocupante porque ese tipo de discursos y de conductas han separado no solo a sectores de la oposición organizada y partidista sino también a un grupo importante de ciudadanos de la lucha democrática, como la movilización de base y de voto, del discurso democrático, de la democracia como concepto.
—Pero hay escepticismo en muchos venezolanos.
—Hay que ubicar exactamente en qué circunstancias existenciales está Venezuela en estos momentos. Estamos en una confrontación entre la democracia, como racionalidad y cultura, y el totalitarismo, como práctica invasiva y un fenómeno de ocupación. Esa es la confrontación que tenemos y quienes creemos en la democracia y queremos que Venezuela tenga un futuro democrático tenemos que asumir que a la democracia no se accede ni con los métodos del autoritarismo ni con los del militarismo, entre otras cosas porque la situación termina siendo ridícula. Hay que ubicar que la lucha de los demócratas por la recuperación del país y la reconquista de la democracia tiene que darse con la racionalidad y los instrumentos de la democracia. No solo porque no tenemos otros, sino porque tampoco serían deseables.
Vamos hacia un conjunto de procesos políticos que son imperfectos o severamente deficitarios desde el punto de vista de los estándares nacionales e internacionales de lo que debiera ser la democracia. Ahora, ¿qué se hace frente a eso? ¿Abstenerse e irse del país? ¿Se crea una realidad alternativa electrónica y se genera una especie de exilio interno en las redes sociales? Se hace eso o, por el contrario, se entiende y se asume que estando justamente en una dictadura, en una situación de agudos déficits democráticos, se va a elecciones no solamente porque haya la posibilidad de ganar, no solamente porque exista o no la posibilidad de alternancia, sino para abrirle rendijas y boquetes al autoritarismo.
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