Las calles del centro de Barcelona fueron, otra vez, anoche, el escenario de una jornada de vandalismo y violencia extremas, protagonizada por radicales que llegaron, incluso, a atacar y quemar una furgoneta de la Guardia Urbana, con dos agentes de la Policía local en su interior, que tuvieron que salir del vehículo oficial rápidamente para evitar daños personales.
Convocados por los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) y Arran, las juventudes de la CUP, partido con el que ERC está negociando la formación del nuevo Govern catalán y la estabilidad parlamentaria en la nueva legislatura autonómica tras las elecciones del 14 de febrero, alrededor de medio millar de personas se concentró en la plaza Universidad hacia las 19 horas, llegados en su mayoría de diversos puntos de la ciudad, desde donde habían salido en forma de ‘columnas’ y con lemas pidiendo el fin del régimen democrático iniciado en 1978.
La excusa fue el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, condenado por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, convertido en adalid de una supuesta defensa de la libertad de expresión. Pasadas las 19 horas, los manifestantes iniciaron un errático recorrido por las calles del centro de Barcelona con cánticos como «Pim, pam, pum, que no en quedi ni un» («pim, pam, pum, que no quede ni uno», en una clara referencia a los agentes de Policía).
Ataque a la comisaría
Al llegar a La Rambla los manifestantes reventaron varios cajeros automáticos de entidades bancarias y llegaron hasta la comisaría de la Guardia Urbana, que ya fue atacada hace unos días también por radicales que protestaban por el encarcelamiento de Hasel. Fue en ese momento, anoche, cuando se produjeron las imágenes más violentas y peligrosas. Los radicales, casi todos encapuchados, lanzaron todo tipo de objetos contra los policías que custodiaban la comisaría y los vehículos estacionados, tanto de la Policía Local como de los Mossos.
Después de atacar varias furgonetas de la Guardia Urbana, a las que pintarrajearon, les lanzaron cócteles molotov y rociaron con líquido inflamable (material que han utilizado otras noches para quemar contenedores de basura y motocicletas). Hasta que uno de los lanzamientos prendió una de las furgonetas de la Guardia Urbana, en la que se encontraban dos agentes. El conductor del vehículo tuvo que salir por la puerta del copiloto.
Los radicales celebraron las llamas en el furgón policial, a las que acompañaron con todo tipo de insultos hacia los agentes («hijo de p… Va, sal corriendo, cabrón»). Fueron solo segundos pero se temió lo peor. Sonaron entonces las sirenas de los furgones de la Brimo de los Mossos d’Esquadra (unidad de antidisturbios que la CUP quiere suprimir y que ERC y Junts se han mostrado favorables a su modificación) que llegaban a la comisaría. Tomaron posiciones, apagaron el fuego y los manifestantes siguieron su marcha arrasando con el mobiliario urbano que encontraban a su paso.
Desolador fue, por ejemplo, cómo dejaron la Rambla de Cataluña a su paso, después del ataque a la comisaría del barrio del Raval. Parecía que se hubiera producido una batalla campal, pero nada de eso. Los Mossos solo actuaron tras el ataque a la comisaría y, una vez dispersados en grupos, iniciaron las detenciones. Al cierre de esta edición, la Policía autonómica informó de que se habían producido diez detenciones (por atentados contra los agentes y desórdenes públicos). Uno de los detenidos, apuntaron, podría estar implicado en la quema del furgón de la Guardia Urbana.
El paisaje fue desolador. Cajeros automáticos destrozados, saqueos, vandalismo, mobiliario urbano que tendrá que repararse… y ataque a un hotel al que intentaron, también, prender fuego. Trabajadores del establecimiento (de la cadena NH) evitaron males mayores, pero la cristalera y parte del mobiliario del ‘hall’ quedaron hechos añicos. Todo ocurrió muy rápido. Antes del toque de queda de las 22 horas, ni había manifestantes ni se produjeron más incidentes.
Los equilibrios de Aragonès
A diferencia de lo ocurrido en las noches previas a la de este sábado (va para una decena de jornadas violentas tras el encarcelamiento de Hasel), en las que Pere Aragonès (ERC), presidente en funciones de la Generalitat de Cataluña, brilló por su ausencia, ni un solo mensaje, anoche sí se pronunció. Lo hizo, como el resto de dirigentes políticos, a través de Twitter.
Aragonès mantuvo la equidistancia del que sabe que los manifestantes eran de ‘los suyos’ y tras defender la libertad criticó los «actos vandálicos» y «la violencia». «El saqueo o destrozo de comercios, la quema de mobiliario o el ataque a trabajadores públicos no son ni libertad de expresión ni de manifestación», señaló.
Se mostró sin titubeos Salvador Illa (PSC), quien envió todo su apoyo a los Mossos y la Guardia Urbana, y al resto de policías locales (también hubo incidentes en Sabadell). «Nuestra condena sin matices a los actos de vandalismo y de violencia gratuita e injustificada», apuntó el líder del PSC. De la misma manera, Ada Colau, Carlos Carrizosa (Cs), Óscar Ramírez (PP) y Manuel Valls, entre otros, lamentaron lo sucedido.
Ya habían quemado la furgoneta de la Guardia Urbana cuando en Twitter la CUP dijo: «Hoy Barcelona se ha llenado de lucha y solidaridad».
Las calles del centro de Barcelona fueron, otra vez, anoche, el escenario de una jornada de vandalismo y violencia extremas, protagonizada por radicales que llegaron, incluso, a atacar y quemar una furgoneta de la Guardia Urbana, con dos agentes de la Policía local en su interior, que tuvieron que salir del vehículo oficial rápidamente para evitar daños personales.
Convocados por los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) y Arran, las juventudes de la CUP, partido con el que ERC está negociando la formación del nuevo Govern catalán y la estabilidad parlamentaria en la nueva legislatura autonómica tras las elecciones del 14 de febrero, alrededor de medio millar de personas se concentró en la plaza Universidad hacia las 19 horas, llegados en su mayoría de diversos puntos de la ciudad, desde donde habían salido en forma de ‘columnas’ y con lemas pidiendo el fin del régimen democrático iniciado en 1978.
La excusa fue el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, condenado por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, convertido en adalid de una supuesta defensa de la libertad de expresión. Pasadas las 19 horas, los manifestantes iniciaron un errático recorrido por las calles del centro de Barcelona con cánticos como «Pim, pam, pum, que no en quedi ni un» («pim, pam, pum, que no quede ni uno», en una clara referencia a los agentes de Policía).
Ataque a la comisaría
Al llegar a La Rambla los manifestantes reventaron varios cajeros automáticos de entidades bancarias y llegaron hasta la comisaría de la Guardia Urbana, que ya fue atacada hace unos días también por radicales que protestaban por el encarcelamiento de Hasel. Fue en ese momento, anoche, cuando se produjeron las imágenes más violentas y peligrosas. Los radicales, casi todos encapuchados, lanzaron todo tipo de objetos contra los policías que custodiaban la comisaría y los vehículos estacionados, tanto de la Policía Local como de los Mossos.
Después de atacar varias furgonetas de la Guardia Urbana, a las que pintarrajearon, les lanzaron cócteles molotov y rociaron con líquido inflamable (material que han utilizado otras noches para quemar contenedores de basura y motocicletas). Hasta que uno de los lanzamientos prendió una de las furgonetas de la Guardia Urbana, en la que se encontraban dos agentes. El conductor del vehículo tuvo que salir por la puerta del copiloto.
Los radicales celebraron las llamas en el furgón policial, a las que acompañaron con todo tipo de insultos hacia los agentes («hijo de p… Va, sal corriendo, cabrón»). Fueron solo segundos pero se temió lo peor. Sonaron entonces las sirenas de los furgones de la Brimo de los Mossos d’Esquadra (unidad de antidisturbios que la CUP quiere suprimir y que ERC y Junts se han mostrado favorables a su modificación) que llegaban a la comisaría. Tomaron posiciones, apagaron el fuego y los manifestantes siguieron su marcha arrasando con el mobiliario urbano que encontraban a su paso.
Desolador fue, por ejemplo, cómo dejaron la Rambla de Cataluña a su paso, después del ataque a la comisaría del barrio del Raval. Parecía que se hubiera producido una batalla campal, pero nada de eso. Los Mossos solo actuaron tras el ataque a la comisaría y, una vez dispersados en grupos, iniciaron las detenciones. Al cierre de esta edición, la Policía autonómica informó de que se habían producido diez detenciones (por atentados contra los agentes y desórdenes públicos). Uno de los detenidos, apuntaron, podría estar implicado en la quema del furgón de la Guardia Urbana.
El paisaje fue desolador. Cajeros automáticos destrozados, saqueos, vandalismo, mobiliario urbano que tendrá que repararse… y ataque a un hotel al que intentaron, también, prender fuego. Trabajadores del establecimiento (de la cadena NH) evitaron males mayores, pero la cristalera y parte del mobiliario del ‘hall’ quedaron hechos añicos. Todo ocurrió muy rápido. Antes del toque de queda de las 22 horas, ni había manifestantes ni se produjeron más incidentes.
Los equilibrios de Aragonès
A diferencia de lo ocurrido en las noches previas a la de este sábado (va para una decena de jornadas violentas tras el encarcelamiento de Hasel), en las que Pere Aragonès (ERC), presidente en funciones de la Generalitat de Cataluña, brilló por su ausencia, ni un solo mensaje, anoche sí se pronunció. Lo hizo, como el resto de dirigentes políticos, a través de Twitter.
Aragonès mantuvo la equidistancia del que sabe que los manifestantes eran de ‘los suyos’ y tras defender la libertad criticó los «actos vandálicos» y «la violencia». «El saqueo o destrozo de comercios, la quema de mobiliario o el ataque a trabajadores públicos no son ni libertad de expresión ni de manifestación», señaló.
Se mostró sin titubeos Salvador Illa (PSC), quien envió todo su apoyo a los Mossos y la Guardia Urbana, y al resto de policías locales (también hubo incidentes en Sabadell). «Nuestra condena sin matices a los actos de vandalismo y de violencia gratuita e injustificada», apuntó el líder del PSC. De la misma manera, Ada Colau, Carlos Carrizosa (Cs), Óscar Ramírez (PP) y Manuel Valls, entre otros, lamentaron lo sucedido.
Ya habían quemado la furgoneta de la Guardia Urbana cuando en Twitter la CUP dijo: «Hoy Barcelona se ha llenado de lucha y solidaridad».