Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de la era Hugo Rafael Chávez Frías, acusó al régimen de Nicolás Maduro de convertir la “revolución bolivariana” en un “gobierno que hace rehén a su propio pueblo a partir de la coerción militar-policial-clientelar”.
Por tal razón considera que no hay razón que justifique dar “solidaridad” a un “fraude de proyecto socialista”.
Así dejó constancia en un escrito de ocho páginas que tituló “Venezuela: el sonido del silencio de las víctimas o la coartada antiimperialista de los victimarios”. El mismo tiene fecha del 12 de febrero de 2021.
En el texto, dirigido a la “izquierda democrática del mundo”, repasa los errores que considera ha cometido la gestión de Nicolás Maduro desde 2014.
Extracto de la carta:
1. IGNORANCIA, DOGMATISMO Y CORRUPCIÓN.
Mi patria amada está sumergida en un drama humano que ha socavado los derechos más elementales de la vida en dignidad. En 100 años no conocimos tal nivel de devastación de lo económico-social, así como el eclipse de nuestra democracia y libertad. Ha sido vulnerado el acceso pleno de nuestra población a los alimentos, la salud, la educación, el salario justo, la cultura y el derecho político a elegir gobernantes sin ser perseguidos por pensar diferente.
La principal causa que lo explica es el profundo desprecio de la autocracia gobernante por la ciencia económica, lo profesional y lo técnico. Siete años han transcurrido sin un especialista del área en la conducción del gabinete económico ministerial y del Banco Central. La industria petrolera, las empresas básicas de Guayana, la petroquímica y el sistema eléctrico nacional han tenido a militares totalmente inexpertos al frente de ellas.
En los últimos cuatro años no se conoce la Ley de Presupuesto y de Endeudamiento de la República, esto raya en lo insólito.
2. POBREZA, DESIGUALDAD Y MIGRANTES.
Los avances logrados para reducir la pobreza y la desigualdad entre 2004 y 2012 en el gobierno del Presidente Hugo Chávez ya no existen. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, ENCOVI, 2019-2020, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB, la línea de pobreza multidimensional está ubicada en un 65%. Es decir, más de 11 millones de venezolanos están en pobreza crónica, esto es el 41% de la población; es el nivel de Nigeria, Chad, Congo, Zimbabue, Yemen, Haití y Sudán.
Como consecuencia, el 79.3% de los compatriotas no tienen cómo cubrir la canasta de alimentos, el ingreso promedio diario es de 0,72 centavos de dólar. El salario real ha caído en 7 años consecutivamente, siendo menor que el de Cuba y Haití. La desnutrición y el hambre están infaustamente presentes. El consumo nacional promedio de proteínas es el 34.3% del requerido. Lo más inhumano y doloroso es que en el diagnóstico nutricional de los niños menores de 5 años de mi patria, 639 mil de ellos tienen desnutrición crónica, cada uno de tres tiene talla baja. Después de Guatemala, somos el segundo peor país de América Latina y el Caribe en esta estadística inhumana.
Un gobierno que liquidaba las oportunidades de una vida digna originó, por primera vez en nuestra historia, una migración forzada de carácter masivo. Cinco millones de los nuestros han marchado a tierras extrañas en busca de trabajo, el 50% de la diáspora son jóvenes entre 15 y 29 años de edad, el 34%, que equivale aproximadamente a un millón setecientos mil, son profesionales universitarios y técnicos; es decir, recurso humano educado, que ayuda hoy a otras naciones.
La migración es sufrimiento, angustia, estrés, tristeza, miedo, desesperanza. Los gobernantes no la reconocen y se burlan cínicamente de ella. Hasta 2020, según ENCOVI, un millón seiscientos dieciséis mil hogares venezolanos vieron partir un familiar como mínimo, el 70% de ellos hijos, dos míos entre ellos. Esta distancia duele en el alma y a los enriquecidos gobernantes de la revolución les es indiferente.
3. ALIANZA CIVICO-MILITAR-POLICIAL: VIOLACIÓN FLAGRANTE DE LOS DDHH.
La amplia mayoría popular que derrotó en las elecciones parlamentarias 2015 al Partido Socialista de Venezuela provocó la deriva autocrática de la revolución bolivariana. Para cumplir la decisión cupular de quedarse en el poder como fuera y a costa de lo que fuera, convirtió a ese proyecto político en intolerante con las ideas distintas e incapaz de aceptar democráticamente la soberanía popular que les abandonó.
La única manera de usurpar el poder era eliminando el estado de derecho; el totalitarismo puso a sus pies al poder judicial y electoral, a las fuerzas armadas y a la policía política para amenazar, perseguir, hostigar, detener y torturar al liderazgo social y político que les adversaba para así permitirse elecciones absolutamente fraudulentas. El parlamento elegido por el pueblo fue cercado inconstitucionalmente, sus diputados acusados, muchos de ellos hechos prisioneros y en el exilio. Los principales partidos políticos de la oposición fueron secuestrados en sus directivas por la subordinada Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.
Sin ningún escrúpulo o sonrojo, y quizás creyendo que concebían algún aporte a la teoría política revolucionaria, anunciaron públicamente que se superaba el enunciado estratégico chavista de la alianza cívico-militar por el de una nueva alianza cívico-militarpolicial. Lo peor estaba por venir y llegó. Nuestra convivencia democrática entró en una de sus más largas tenebrosidades.
4. EL SOCIALISMO ES LIBERTAD. EL ANTIIMPERIALISMO COMO COARTADA.
La revolución bolivariana dio esperanzas de emancipación social que logró reunir una mayoría popular en torno a Hugo Chávez. Esta no fue consecuente con lo ofrecido en 2006 para avanzar hacia el socialismo del siglo XXI, sin ser una repetición de la experiencia criminal del estalinismo soviético.
El compromiso de su carácter democrático se perdió debido a su desviación autocrática y totalitaria que liquidó el estado de derecho. Se disipó por el liderazgo militar que subordinaba lo civil, por el sistema de control social de los más pobres, al colapso ético de su vanguardia, y por ser un partido político eunuco y antidemocrático. Y, entre otra razón más, se perdió debido a la visión estatista que se enfrentó a la inversión privada.
El proyecto socialista, al no ser consecuente con los principios y valores de la democracia, arriba a autocracias o dictaduras que cercenan la libertad. Es una experiencia histórica trágica. La libertad no es una mera consigna retórica o demagogia de ocasión de filibusteros políticos, es un valor esencial de cualquier transformación de la sociedad humana; es liberación, insurgencia, emancipación, respecto de formas de poder en lo político, económico y cultural. Es el derecho a expresarse sin temor alguno desde la diversidad humana. Lo traicionan quienes desde la degradación ética, el dogma infecundo, la justificación de la violación de los DDHH y el desprecio por la ciencia y la cultura, lo convierten en un orden social opresivo que persigue y aniquila la libertad. ¿Por qué esta élite condena a Venezuela a no tener periódicos impresos? ¿A una autocensura humillante de los medios de comunicación e información? ¿Por qué no podemos acceder a canales de TV como CNN y NTN24 y decenas de páginas web?
Me he preguntado por qué países sancionados o bloqueados económicamente como Cuba, Irán y Corea del Norte no han tenido hiperinflación o desnutrición infantil. Me he preguntado porque Irán sigue en su nivel promedio de producción de crudo y gasolina y su sector privado no petrolero exportó más de 18 mil millones de dólares en bienes y servicios en 2020.
No hay excusa para ocultar que la más espantosa crisis macroeconómica y humanitaria de Venezuela comienza en 2014, bajo plena responsabilidad del gobierno de Nicolás Maduro. Las sanciones llegaron cuatro años más tarde. El respetado intelectual estadounidense Noam Chomsky contextualiza ese tipo de discurso, cuando afirma: “Es un comportamiento típico de los autócratas y los dictadores. Cuando cometen errores garrafales…, encuentran alguien más a quien echarle la culpa”.
En Venezuela, el discurso antiimperialista es una coartada de los victimarios. La izquierda democrática y progresista de nuestro planeta, la antifascista de Europa, Asia, Centro América, el Caribe y Sur América, la anticolonial de África, la liberal de EEUU y Canadá, tienen una oportunidad de acompañar a las víctimas que esperan justicia en Venezuela.
No hay razón alguna que justifique darle solidaridad automática a una autocracia política que terminó siendo, como proyecto socialista, un descomunal fraude.
Venezuela, 12 de febrero de 2021.
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