Las vacunas contra la covid-19 que ya circulan en México son un privilegio que, por ahora, los doctores de clínicas privadas no pueden tener y ello genera enorme preocupación en el gremio tras casos de contagios y pérdidas de familiares en los últimos meses.
Cristina Sánchez Reyes / EFE
«Nos estamos jugando la vida pudiendo estar protegidos», dijo este martes a Efe el doctor Leobardo Castro, quien dirige una clínica privada en el central Estado de México.
«Es muy triste ver que hay jubilados, personas de la tercera edad, maestros, profesionales que no están en primera línea de atención y ya están vacunados contra la covid-19 y uno, que trabaja a nivel privado y está en riesgo, no lo estamos», criticó.
Leobardo es solo uno de los tantos profesionales que trabajan en hospitales que no están considerados covid-19, pero a diario atienden a pacientes sospechosos.
En junio, Castro se infectó con el coronavirus SARS-CoV-2, al igual que su esposa y uno de sus hijos.
«A mi esposa empezamos a darle tratamiento, pero se puso muy grave. Cuando la llevamos a clínica ya no saturaba (oxígeno) y me la llevé a un hospital en Ixtapaluca. Para la madrugada, ya había fallecido», compartió el galeno.
SIN FECHA PARA VACUNARSE
El 24 de diciembre de 2020 México puso en marcha su plan de vacunación, el cual fue destinado exclusivamente a personal en primera línea de atención de hospitales públicos.
En los primeros días de enero, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, aseguró que el personal de salud de hospitales privados también serían vacunados.
Sin embargo, las quejas de personal de instituciones privadas sobre no ser considerados para la inmunización se mantuvieron y a finales de enero, el Gobierno mexicano anunció el comienzo de la vacunación en maestros del sureño estado de Campeche.
Apenas el pasado 10 de febrero, durante una sesión de la Academia Nacional de Medicina, López-Gatell aseguró que «la vacunación incluyó al personal en el sector privado».
Pero Castro asegura que el funcionario mintió. «A nosotros no nos han considerado, no estamos en ninguna lista, no hemos sido contactados», afirmó.
Mientras los médicos que trabajan en consulta privada siguen a la espera de la vacuna, este lunes el país comenzó la inmunización de los adultos mayores luego de que el domingo llegara un cargamento de 870.000 vacunas del laboratorio AstraZeneca desde India.
«Simplemente somos invisibles», dice Castro.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2019 había 14.896 profesionales de la salud en la nómina de hospitales privados, así como 76.286 médicos que no trabajan directamente para un hospital, pero brindan servicios sanitarios por los que pagan los pacientes.
Hasta ahora México ha aplicado 622.658 dosis al personal sanitario, del cual sólo 86.198 ha recibido las dos dosis necesarias, lo que representa el 14 % de los médicos y enfermeras del país, pero no se sabe cuántas de ellas se han destinado a los profesionales de la salud de instancias privadas.
En total, el país tiene comprometidos 34,4 millones de dosis de la estadounidense Pfizer, 79,4 de la británica AstraZeneca, 35 de la china CanSino, 22 la rusa Sputnik V, 10 de la china Sinovac y 51,4 de la plataforma Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
VIVIR LAS PÉRDIDAS
Mario Aguilar Gutiérrez es médico pediatra en una clínica de Amecameca, en el Estado de México, en la que trabajaba junto con su padre, también llamado Mario.
Si bien su clínica no está dedicada a pacientes con la covid-19, un día el padre del doctor empezó con síntomas de la enfermedad. «Tenía cansancio, dolor de cabeza y entonces sospechamos que se había contagiado de covid», afirmó.
Aunque fue trasladado con urgencia al Centro Médico La Raza, en la Ciudad de México, en dicho nosocomio poco pudieron hacer por él y, a los diez días, el padre de Mario murió.
«Tenía 68 años. Nosotros habíamos tomado las medidas necesarias para no contagiarnos, compramos equipos de protección de la mejor calidad, incluso mejor que las que ofrecen en el sector salud, pero aún así mi padre se contagió», lamentó.
Aguilar consideró que, si desde un principio se hubiera ponderado a los profesionales de la salud para ser vacunados, su padre quizá hubiera cursado con la enfermedad de otra manera.
«Es importante y urgente que llegue la vacuna al sector privado, que nos ayuden a controlar los contagios porque a nivel privado no estamos protegidos», acusó.
De acuerdo con la Unión Interdisciplinaria de Farmacias, Clínicas y Consultorios (Unifacc) de México, entre mayo de 2020 y enero de 2021 un total de 32 médicos y 28 trabajadores de farmacias agremiados al organismo han muerto por causa de la covid-19.
LA VIDA TRAS LA COVID-19
Para Aguilar, el reto tras haber perdido a su padre fue regresar al trabajo. «Tratamos de seguir trabajando, con la mayor energía posible, pero sin duda vivimos con el miedo de infectarnos», dijo.
Por su parte, Leobardo Castro afirmó que es muy complicada la vida tras el coronavirus.
«A la fecha tenemos secuelas físicas y emocionales, pero no nada más yo, sino compañeros que se han infectado, que han visto morir a sus familiares o que los tienen con secuelas», comentó.
Relató que tanto él como su hijo todavía padecen secuelas que tienen que tratar con distintos médicos.
«Son secuelas físicas que tardan meses, pero lo más terrible es a nivel emocional, los sentimientos de culpa y el miedo, el miedo de volver a reinfectar a alguien de la familia, pero hay que seguir», concluyó.
México roza los 2 millones de casos del coronavirus SARS-CoV-2 y se acerca a los 175.000 fallecimientos por la enfermedad de la covid-19.
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