La canciller alemana, Angela Merkel, pidió cohesión y espíritu de equipo a su Unión Cristianodemócrata (CDU) ante la elección del nuevo líder, una cuestión planteada como un pulso entre la vía centrista y el giro a la derecha, que se produce «en estos duros tiempos» del covid-19.
Gemma Casadevall / EFE
«Este es previsiblemente el último congreso de la CDU donde intervengo como canciller», abrió Merkel su mensaje a los delegados de su formación, ante la elección mañana del jefe del partido, puesto al que aspiran los centristas Armin Laschet y Norbert Röttgen, así como el derechista Friedrich Merz.
La CDU ha dirigido el país «con responsabilidad» frente a grandes desafíos, como la crisis en la eurozona o la migratoria, recordó Merkel. Con la pandemia se afronta un reto «de dimensiones desconocidas» que reclama «sacrificios que no hubiéramos imaginado» y ante el que la CDU responde «como partido del centro».
El mensaje de la canciller, en formato virtual, siguió al más emocional discurso de despedida de la actual presidenta del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer -apodada AKK-, elegida en 2018 como sucesora de Merkel, pero quien tiró la toalla hace un año ante su incapacidad, reconoció, de mostrar «la autoridad debida».
También AKK llamó a mostrar unidad y a no dejarse arrastrar a fisuras internas como la provocada por la crisis migratoria de 2015, en que Merkel se vio sometida a las más duras presiones internas por su decisión de no cerrar las fronteras a los refugiados.
Tanto Merkel como la aún presidenta de la CDU y ministra de Defensa apelaron así al carácter «centrista» de su partido, término que no encaja uno de los tres aspirantes, Merz.
Laschet, primer ministro del «Land» de Renania del Norte-Westfalia (oeste) y vicepresidente de la CDU, sí representa esa línea, lo mismo que Röttgen, exministro de Medio Ambiente y presidente de la Comisión de Exteriores del Bundestag (Parlamento).
Merz, enemigo histórico de la canciller, representa al ala más derechista del partido, defiende la línea dura frente a la inmigración y se retiró de las estructuras del partido dos años después de la llegada de Merkel a su presidencia.
1.001 DELEGADOS ANTE EL ORDENADOR
No hay un claro favorito entre los tres, en un congreso que no se ciñe a los formatos habituales ni facilita los pronósticos.
Los 1.001 delegados no están en un pabellón con ruidosa megafonía, ovacionando a sus líderes, comentando con sus compañeros de o con los medios lo que ocurre. Siguen en su ordenador u otro dispositivo la transmisión del congreso, que se desarrolla en un pabellón ferial convertido en plató televisivo.
Tampoco hay, al menos en teoría, influencias externas sobre su voto. Cada delegado emitirá de forma telemático su voto -en dos rondas, de no haber mayoría para ningún candidato-.
Es una cita virtual, por imperativo de la pandemia. En 2020 fueron cancelados dos congresos sucesivos, ya que las restricciones impedían actos presenciales.
Ahora la elección es inaplazable. El 26 de septiembre habrá comicios generales, los primeros desde 2005 en que Merkel no liderará al bloque conservador. A la definición de la presidencia deberá seguir, en marzo o abril, la del candidato a esas generales.
No hay un automatismo que obligue a que sea el líder de la CDU quien luche por la Cancillería. El ejemplo más reciente de ello lo dio Merkel en 2002, con dos años como presidenta de la CDU, cuando cedió a las presiones de los hombres fuertes del partido y dejó la candidatura a manos de Edmund Stoiber, de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermanado a la CDU.
De ser elegido Merz, se da por hecho que exigirá para sí el puesto de candidato. A Laschet y Röttgen se les atribuye mayor disposición a cedérselo al actual líder de la CSU y jefe de Gobierno de Baviera, Markus Söder, o al ministro de Sanidad, Jens Spahn, ambos entre los políticos mejor valorados del país, tras Merkel.
ADIÓS AL LIDERAZGO FEMENINO
Lo único seguro es que mañana se cerrarán más de veinte años de liderazgo femenino en el partido que, hasta Merkel, fue feudo de patriarcas como Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
Merkel tomó las riendas de la CDU en 2000, tras pasar el partido a la oposición y en medio de un escándalo de cuentas irregulares durante la «era Kohl» que hundió al partido en una profunda crisis.
Siguió en el puesto hasta 2018 y tomó su relevo la apuesta continuista representada por AKK. Con su renuncia se precipitó una nueva edición de la batalla sucesoria que debe cerrarse mañana.
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