Un informe de Amnistía Internacional que acaba de ser publicado asegura que durante el primer período de la epidemia de Covid-19, en Bélgica «se violaron los derechos humanos de los residentes de hogares de ancianos». La publicación de este informe coincide con un aumento récord de quejas elevadas desde los usuarios de las residencias de ancianos o su entorno a la «Agencia para la Calidad de Vida» de la región valona que en los últimos seis meses superan con diferencia el número de las que se registraban en años enteros.
Por ABC
En el primer brote de la pandemia, casi el 70% de los muertos en Bélgica eran ancianos que se encontraban en residencias, en parte porque desde el principio se consideró que los esfuerzos para combatir la pandemia debían ser dirigidos hacia los pacientes más jóvenes. A finales de marzo, la Sociedad Belga de Gerontología y Geriatría envió una circular a los médicos que ejercen en las residencias de la tercera edad de todo el país en la que les instruía para que en caso de contagio por coronavirus de alguno de los ancianos no lo trasladen a un hospital, sino que optasen por la administración de cuidados paliativos en la misma residencia, dado que se consideró que de todos modos fallecerían.
Ahora, el informe de Amnistía revela que en la situación de aislamiento y ante la imposibilidad de que los familiares entrasen en las residencias para comprobar la situación, muchos de los ancianos supervivientes fueron sometidos a un trato que no respetaba sus más elementales derechos como seres humanos. El informe relata numerosos casos de malos tratos de los ancianos que se vieron obligados a permanecer aislados en sus residencias durante los periodos de confinamiento bajo medidas de aislamiento abusivas. Se citan casos de personas a las que se encerró con llave en sus habitaciones e incluso se les retiraron las manivelas para que ni siquiera pudieran abrir la ventana. Otros fueron abandonados durante días en la misma posición hasta el punto de que aparecieron llagas en la piel. Un anciano que padece alzeimer llegó a intentar descolgarse por la ventana con una sábana para escapar de los malos tratos.
Amnistía asume también que parte de la responsabilidad de lo ocurrido se debe a las deficiencias estructurales del sector de las residencias, que trabajan con escasez crónica de personal. «Las tareas adicionales y las expectativas sobre la capacidad del personal eran demasiado grandes», por lo que como resultado «se ha vulnerado el derecho a la salud e incluso a la vida de las personas mayores ya que algunos de los residentes no recibieron todos los cuidados requeridos» incluyendo algunos tan básicos como «falta de alimentación o hidratación».
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