El Golfo de Paria podría estar a punto de sufrir el peor derrame petrolero en la historia de la región. El 13 de octubre, una fuente de Pdvsa le informó a Cinco8 que el navío de almacenamiento y transferencia (FSO, por sus siglas en inglés) Nabarima, repleto de 1.300.000 barriles de crudo, se había inclinado 5 grados a su lado derecho, hundido 14,5 metros —justo en la línea de flotación— y que el agua marina estaba empezando a filtrarse en sus tanques de almacenamiento.
En el último mes, el Nabarima había captado algunos titulares y se había convertido en el centro de una protesta mediática de activistas y conservacionistas sobre los peligros de su deteriorada estructura. “Es una cosa que asusta”, dice Eduardo Klein, director del Laboratorio de Sensores Remotos y Análisis Geo-Espacial del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Simón Bolívar. “No queda ninguna duda que sería un desastre ecológico”.
El FSO Nabarima fue construido en 2005 por ConocoPhillips para almacenar crudo extraído de Corocoro, un campo off shore en el Golfo de Paria. “No tiene motor”, dice Klein, “es un tanque en forma de barco”. El FSO, diseñado específicamente para el área y construido en Corea del Sur, está conectado al campo por un sistema de tuberías de 23 kilómetros de largo y desde su primer año ha estado fondeado allí con ocho anclas. Dos años después de su construcción, el gobierno de Hugo Chávez expropió todos los bienes de ConocoPhillips en Venezuela. Hoy en día, el Nabarima es propiedad de Petrosucre, una sociedad mixta entre Pdvsa (que posee 74 % de la participación) y el gigante italiano Eni (con el 26 % restante).
El Nabarima está paralizado desde principios del 2019, después de que por las sanciones de Estados Unidos contra el régimen venezolano Petrosucre detuviese la venta de petróleo a su principal comprador, Citgo. De los 72 empleados que tenía antes de las sanciones, solo quedan tres, explica Eudis Girot, director de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (Futpv). Desde entonces, el FSO almacena alrededor de 1.300.000 barriles de petróleo.
Un derrame petrolero del Nabarima sería alrededor de cinco veces mayor que el desastre de Exxon Valdez de 1989 en Alaska. Años de mal manejo y falta de mantenimiento lo han hecho particularmente vulnerable.
De acuerdo con Girot y también con Juan Gil, activista de la ONG Creemos Sucre, quien ha obtenido información y fotos de trabajadores de Pdvsa que pidieron no ser identificados por miedo a represalias, los generadores eléctricos y la caldera del FSO no funcionan, el sistema contra incendios y las alarmas están fuera de servicio y la estructura está corroída. De hecho, el último informe de mantenimiento del Nabarima en el sitio web de Pdvsa data de septiembre de 2014. Aún más importante, como informa Girot desde agosto, el FSO ha sufrido brechas de agua internas de varios metros de altura. Esta es la razón por la cual el Nabarima se ha escorado, de acuerdo a Klein. “Estas inundaciones internas se están dando por fallas en el bombeo del agua”, dice Gil, “no porque se esté hundiendo”.
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