La escasez de comida existe en Cuba desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, la cual apoyó al régimen comunista de Fidel Castro siempre. Ahora los compradores hacen cola dos veces: una para recoger un número que le dará la posibilidad de comprar al día siguiente, si no hay contratiempos. Cuando les toca su turno según el número que les tocó, se forman nuevamente para ingresar a la tienda.
Una vez dentro, puede que encuentren algo que valga la pena comprar. Los productos básicos están racionados (para las sardinas, el límite es de cuatro latas por cliente). Las tiendas usan portero quien tiene la tarea de registrar a quienes entran, a través de una aplicación creada por el gobierno, para escanear las tarjetas de identidad de los clientes. Esto asegura que no compren en un punto de venta con demasiada frecuencia. Eileen Sosin intentó recientemente, pero no pudo comprar champú y salchichas en una tienda de comestibles cerca de su casa en La Habana. Le dijeron que no podría regresar hasta dentro de una semana.
Las colas en los supermercados son cortas en comparación con las de fuera de los bancos. Son una señal de que, bajo la presión de la escasez de alimentos y la pandemia, el gobierno se acerca a la promulgación de una reforma que contempla desde hace casi dos décadas y que conllevaría inevitablemente a la abolición de una de sus dos monedas. En julio, los medios estatales comenzaron a decirle a los cubanos que el cambio era inminente. Los cubanos están ansiosos por convertir CUC, una moneda convertible vinculada al dólar estadounidense, en pesos, que se espera sean la moneda sobreviviente. Si no hacen el cambio ahora, temen que obtendrán mucho menos de 24 pesos por cuc, el tipo de cambio oficial para los hogares y los autónomos.
Cuba introdujo el CUC en 1994, cuando se estaba recuperando del abrupto fin de los subsidios soviéticos. El gobierno esperaba que frenaría una fuga a dólares desde pesos, cuyo valor se desplomó a medida que subieron los precios.
El sistema creó distorsiones que se han arraigado profundamente. Las dos monedas están vinculadas por una asombrosa variedad de tipos de cambio.
Los importadores de bienes de primera necesidad, todos controlados por el régimen cubano, se benefician de una tasa de un peso por CUC. Eso les permite enmascarar sus propias ineficiencias y obtener dólares escasos en condiciones favorables, lo que hace que las importaciones sean baratas, solo cuando están disponibles. Pero también desalienta la producción de alternativas domésticas. Los receptores de divisas de propiedad extranjera, como los hoteles, no se benefician de la brecha artificial entre ingresos y costos. Eso es porque en lugar de pagar directamente a los trabajadores deben entregar el dinero a una agencia estatal de empleo, que a su vez paga a los empleados un peso por cada CUC (o dólar). La regla es, en efecto, un impuesto masivo sobre el trabajo y las exportaciones.
El régimen de doble moneda es un obstáculo para la producción local de alimentos, que ya enfrenta a muchos. Los agricultores deben vender la mayor parte de su producción a Acopio, una agencia de compras, a los precios impuestos por el estado. Les da semillas, fertilizantes y herramientas, pero generalmente no lo suficiente para producir tanto como su tierra puede producir.
Un agricultor de Matanzas, al este de La Habana, recientemente se quejó en las redes sociales de que Acopio, que le exigía proporcionar 15.000 libras (6.800 kg) de piñas, no las transportaba hasta su planta de procesamiento ni le pagaba. En cambio, se dejaron pudrir. Cuando Acopio logra proporcionar camiones, a menudo no entrega cajas para embalar los productos agrícolas. Pueden vender su excedente en el mercado, pero rara vez es suficiente para proporcionar un ingreso decente. Por eso no es extraño que Cuba importe dos tercios de sus alimentos.
La urgencia de liberar la economía
En Cuba la pandemia del coronavirus ha aplastado el turismo, una fuente vital de divisas. La administración de Donald Trump, que impone sanciones a la Isla con la esperanza de obligar al Partido Comunista a salir del poder, las endureció recientemente. En septiembre, el Departamento de Estado publicó una «Lista de alojamientos prohibidos en Cuba», que incluye 433 hoteles controlados por el régimen o «personas con buenas conexiones». Venezuela quien está viviendo una crisis que pudiese ser muy parecida a la de Cuba, ha recortado los envíos de petróleo subsidiado. Se espera que la economía se contraiga alrededor de un 8% este año.
Como suele suceder en tiempos difíciles, Cuba está improvisando. Para absorber dólares de sus ciudadanos, desde el año pasado, el gobierno ha abierto muchas más tiendas de divisas convertibles. Como suelen tener la mejor selección de productos, la demanda de dólares se ha disparado. A los bancos no les queda ninguno. Los cubanos los obtienen de remesas, enviadas por familiares en el exterior, o en el mercado negro, donde el precio puede ser el doble de la tasa oficial de uno por CUC.
El gobierno ahora está enviando señales de que quiere eliminar el régimen de doble moneda que deforma la economía. “Tenemos que aprender a vivir con menos importaciones y más exportaciones, impulsando la producción nacional”, dijo el presidente, Miguel Díaz-Canel, en julio.
Pero ha señalado antes que tal reforma era inminente sólo para decidir en contra. Eso es porque el cambio, cuando llegue, será doloroso. Los importadores con ganancias artificiales pueden despedir trabajadores en masa. Si tienen que pagar más por sus dólares, las importaciones se volverán más caras, lo que provocará un aumento de la inflación. Pavel Vidal, economista cubano de la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia, espera que el valor de los ahorros de los cubanos caiga en un 40%. El gobierno ha dicho que aumentará los salarios y las pensiones después de una reforma monetaria, pero tiene poco dinero de sobra. Se espera que el déficit presupuestario de este año se acerque al 10% del PIB. Eso podría aumentar cuando el gobierno se vea obligado a reconocer los costos que ahora oculta el sistema de moneda doble.
El gobierno aún puede esperar hasta que haya acumulado mayores reservas de divisas para ayudar a amortiguar el impacto. Puede esperar que Joe Biden gane la Casa Blanca y revierta algunas de las sanciones impuestas por la administración Trump. Eso impulsaría las ganancias extranjeras.
La crisis económica hace más necesarias otras reformas. Con Raúl Castro, quien renunció a la presidencia en 2018 (pero aún dirige el Partido Comunista), comenzó un sector privado vibrante. Ha ganado más libertades, pero a un ritmo lento.
El gobierno ha prometido recientemente una acción más rápida. Dijo que reemplazaría listas de las actividades abiertas a cuentapropistas , como se llama a los empresarios cubanos, por listas negativas, que especifican en qué sectores no pueden operar. Las nuevas reglas aún no se han publicado. El gobierno recientemente permitió a los trabajadores por cuenta propia o cuentapropistas importar suministros a través de agencias estatales, pero los precios son prohibitivos. En julio abrió un mercado mayorista, donde el pago se realiza en divisas fuertes. Las empresas que lo utilizan ya no tienen que comprar en las mismas tiendas que los ciudadanos comunes.
Los cuentapropistas han estado presionando desde 2017 por el derecho de incorporación, lo que les permitiría firmar contratos y tratar normalmente con los bancos, e importar insumos directamente en lugar de a través de agencias estatales. El gobierno aún tiene que permitir esto. Hasta que se libere la iniciativa, los cubanos seguirán formando largas colas frente a las tiendas con estantes vacíos.
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