No se retira de la política. Seguirá batallando no solo por demostrar su inocencia, sino para evitar que el socialismo gane las siguientes presidenciales en Colombia. «¡Ojo con el 22!», fue la frase con la que Álvaro Uribe remató su primera declaración después de que la juez levantara la detención domiciliaria impuesta por la Corte Suprema en agosto pasado.
Por Salud Hernández Mora / El Mundo
Desde la finca ganadera El Ubérrimo, su segundo hogar, en el departamento de Córdoba, el expresidente y ex senador desenterró el hacha de guerra en una alocución de 12 minutos. Criticó el proceso penal por manipulación procesal y soborno a testigos y aprovechó para anunciar, con un evidente intención electoral, un referéndum con el propósito de reformar el proceso de paz que firmó Juan Manuel Santos con las FARC en 2016 y derogar la JEP (Justicia Especial para la paz).
Sobre el caso que ahora tendrá que investigar la Fiscalía General, tras renunciar al Senado y perder el fuero que cobija a los miembros del Legislativo, aseguró que se trata de una persecución del magistrado instructor y del senador del socialista Polo Democrático Iván Cepeda, en la que intervino el Gobierno anterior con el fin de «meterlo preso».
Alegó que en el transcurso de la instrucción de la causa han cometido irregularidades como no permitir a su abogado interrogar «al testigo estrella», cuya familia, aseguró, recibió ayudas económicas de una ONG que financia Cepeda. También rechazó las interceptaciones telefónicas a su móvil que realizó la Corte Suprema durante un mes. Cabe recordar que estaban escuchando a un congresista, pero el alto tribunal, por un supuesto error de los investigadores, terminó oyendo al expresidente. Adujo que en las 22.000 llamadas pinchadas no existe una sola conversación en la que puedan probar que compraba testigos.
Otro aspecto que quedó claro fue su intención de jugar fuerte en la arena política de cara a los comicios del 2022. «Soy superviviente por la protección de Dios. La resignación no hace parte de mis opciones», aseveró, en referencia a los atentados fallidos que ha sufrido.
Por tanto, lejos de apartarse de la política cotidiana, Uribe continuará presente pese a que además de la mencionada acusación en la Fiscalía General, deberá hacer frente a otras nuevas de Iván Cepeda sobre dos masacres que cometieron los paramilitares y en las que habría participado cuando era gobernador de Antioquia. «Se equivocaron los que pensaban que estar preso suponía el final de la carrera del político de más trascendencia de Colombia. Subestimaron la incidencia que tiene en los colombianos, aunque haya perdido puntos», comenta Yesid Lancheros, editor político de la revista colombiana Semana, a EL MUNDO. «Ha funcionado la estrategia de su partido, que repite que no es posible que Uribe haya estado preso e Iván Márquez y otros ex comandantes guerrilleros no pasen un solo día de cárcel. En 2022 el candidato que elija tendrá relevancia».
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