Polonia se prepara para una gran afluencia de personas de la vecina Bielorrusia tras una violenta represión durante las protestas postelectorales en este país, aunque Varsovia tiene la intención de preservar la seguridad de sus fronteras, dijo el viernes el viceministro de Asuntos Exteriores Marcin Przydacz.
Reuters
Las protestas en Bielorrusia representan el mayor reto para el presidente Alexander Lukashenko, que lleva 26 años en el poder. Los manifestantes acusan a Lukashenko de amañar las elecciones presidenciales del pasado domingo para obtener un sexto mandato.
“Ya hemos hecho una revisión la ley, para estar preparados también para una posible oleada de personas que quieran llegar al territorio de la UE”, dijo Przydacz a la emisora de radio católica Siodma9.
“Hay que considerar el apoyo a las personas que necesitan pasar la frontera rápidamente, pero debemos ser responsables en lo referente a nuestros socios europeos, es decir, por la frontera Schengen”.
Przydacz no dio detalles. Debido a que Polonia pertenece al área Schengen de la Unión Europea, cualquiera que entre legalmente desde Bielorrusia puede viajar libremente dentro de los otros 25 países de dicho espacio.
Los ministros de asuntos exteriores de la UE discutirán el viernes su respuesta a la represión ejercida en Bielorrusia, y diplomáticos y altos cargos dicen que es probable que se impongan nuevas sanciones a finales de este mes.
Andrej Babis, primer ministro de la República Checa, dijo el viernes que Bielorrusia debe repetir las elecciones con la presencia de observadores extranjeros.
Andrzej Dera, ministro de la presidencia de Polonia, hizo comentarios en la misma línea.
“Si Bielorrusia quiere avanzar hacia la democracia, estas elecciones deberían repetirse”, dijo Dera a la emisora privada TVN24, según la agencia de prensa polaca, PAP.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, publicará el viernes un plan para ayudar destinado a Bielorrusia, entre cuyos 9,5 millones de habitantes hay entre 300.000 y 1,2 millones de origen polaco, según diferentes estimaciones.
El Gobierno conservador y nacionalista de Polonia ha argumentado en el pasado que las preocupaciones de seguridad le obligaban a impedir la entrada de refugiados.
Sus detractores dicen que ha eludido sus responsabilidades humanitarias, explotando el sentimiento antimigratorio europeo y aplicando una política populista.
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