Una hilera de autos estacionados ocupa tres cuadras de una zona residencial, en el sureste de Caracas. Son las 5 de la tarde del sábado y decenas de conductores esperan que la fila avance poder poner combustible en uno de los 200 establecimientos autorizados para vender gasolina a 0,5 dólares por litro. Mariana está muy cerca de llegar al surtidor y al tanque de su carro apenas le restan 10 litros para estar a tope, sin embargo, la preocupación la acecha. “Prefiero echar hoy lo poco que me falta, a esperar la semana que viene y quedarme sin nada Hasta hace nada, las bombas donde se paga en dólares estaban completamente vacías, porque casi nadie tiene plata para eso, pero hoy hay un gentío, porque todo el mundo sabe que se está acabando”.
Adriana Núñez Rabascall | La Voz de América
Su sospecha no es equivocada. El economista José Guerra señala que están cerradas un 70 por ciento de las gasolineras que venden con subsidio y un 40 por ciento de las dolarizadas, lo que -a su juicio- es una señal de que se está agotando el carburante iraní que llegó al país el 23 de mayo.
“Es evidente que el gobierno va a optar por las importaciones, probablemente, a través de intercambiar petróleo crudo por gasolina con Irán o con la India”, dijo Guerra a la Voz de América, quien también es diputado opositor, hoy en el exilio.
Explica que la gasolina de estos países es más cara, pues debe pagar flete y seguro para emprender un recorrido de alrededor de 21 días hasta Venezuela. “Tener que navegar 13 mil 600 kilómetros para llegar a costas venezolanas encarece al menos en un 10 por ciento el costo del barril”.
Guerra y el economista, Leonardo Buniak, coinciden en que el principal obstáculo que enfrenta Venezuela para comprar gasolina es que su principal fuente de ingresos, la industria petrolera, se ha venido a menos, con una producción de apenas 388 mil barriles diarios (b/d) en junio. Al no tener dinero en caja para pagar, tendrá que recurrir nuevamente al oro del Banco Central de Venezuela. “Más que un interés geopolítico, Irán tiene interés geoeconómico al enviarle gasolina a Venezuela, y es obtener oro monetario para poder negociarlo en mercados internacionales”, detalló Buniak a VOA.
No en vano, alerta que también hay problemas logísticos, que se suman a las sanciones impuestas por Estados Unidos a ambos gobiernos. “La Guardia Republicana Iraní, que maneja la gestión de entrega de gasolina a Venezuela, es señalada de ser una unidad terrorista y los embargos son susceptibles de ocurrir”, alerta.
En junio, la administración de Donald Trump sancionó a los capitanes de los cinco buques iraníes que transportaron gasolina a Venezuela. A pesar de esto, de acuerdo con Buniak, Irán sigue siendo una de las pocas alternativas que tiene el chavismo. “Ningún país se va a exponer a las sanciones por el enviar combustible a Venezuela. Irán es el gran socio de Venezuela en esta materia, porque la rusa Rosneft ya no lo hace, justamente evitando esas sanciones”.
Venezuela, en palabras de ambos especialistas, no está en capacidad de producir su propia gasolina. El parque automotor venezolano, en condiciones regulares, necesita 120 mil barriles de gasolina diarios. Con la cuarentena esta cifra se redujo a 50 mil, pero las refinerías apenas están procesando 20 mil b/d, lo que seguirá generando cierres de estaciones de servicio y racionamiento en la nación petrolera.
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