Que las mascarillas son el producto de la pandemia es una obviedad, son la imagen y el icono de lo que ha ocurrido en el mundo en los últimos meses, pero con ellas han ido apareciendo otros complementos que con la desescalada empiezan a hacerse más y más populares. Las pantallas de metacrilato en comercios y restaurantes, el gel hidroalcohólico, los guantes… Y ahora también las pantallas de protección facial. Estos accesorios que estamos acostumbrados a ver en sanitarios y otros profesionales y que son considerados como EPI cada vez aparecen más en las calles, pero, ¿para qué sirven realmente y cómo son de útiles?
En sitios como Amazon se han puesto tan de moda que están entre los productos más vendidos del momento y lo mismo ocurre en otras webs como AliExpress con precios de lo más competitivos. En sitios como Cantabria las autoridades han empezado a repartirlas por los comercios y hasta algunos supermercados han anunciado que las venderán. Con una visera y un plástico transparente que cubre toda la cara fue uno de los productos que en plena escalada de la enfermedad empezaron a crear a destajo ‘makers’ de todo el país, pero los expertos avisan hay que cuidar su uso y su funcionalidad es limitada.
Esto se empezó a usar en entornos sanitarios porque ante la falta de otro tipo de accesorios que protegiesen tanto de esparcir el virus como de ser contagiado al menos protegía algo y era más sencillo de conseguir. Es decir, se usaba una mascarilla quirúrgica para no contagiar y la pantalla para no ser contagiado, pero claro al verlo todo el mundo en fotos y demás parece que se ha empezado a generalizar», apunta a este periódico Gemma del Caño, farmacéutica y especialista en biotecnología y seguridad alimentaria. Su uso, asegura, era algo sobre todo momentáneo, para salir del paso mientras llegaban accesorios como las mascarillas FFP2 y FFP3, pero, ¿cuál eran sus beneficios? Aquí van más detalles.
Para qué sirven
Por si estás pensando en hacerte con una de estas pantallas, o ya te has hecho con una, deberías saber cuál es el objetivo de las mismas que no es otro que evitar en entornos cercanos a posibles contagiados o en espacios en los que no se puede respetar la distancia, el contagio directo. Es decir, como explica Del Caño, la idea de su uso es que las gotículas que se expulsan al hablar, toser o estornudar no lleguen de forma directa sobre todo a los ojos aunque también evitan cierto impacto en boca o nariz. ¿El problema? Que no sirve para cubrir todo y no, no sustituye a la mascarilla aunque haya gente que la use como sustitutivo.
«La gente ha pensado que es algo muy cómodo porque permite respirar y no es tan aparatosa como la mascarilla, pero no, no es un sustitutivo. La pantalla no está cerrada, por lo que por debajo de la pantalla pueden seguir saliendo las gotículas y sigues esparciendo el virus. Hay que usarla junto a una mascarilla quirúrgica para que sea efectiva y que sirva de verdad para luchar contra el coronavirus», apunta la farmacéutica y divulgadora.
Si se usa junto con estas mascarillas y de forma correcta, puede ayudar tanto a evitar el contagio por ojos o como a evitar contagios en zonas en las que no hay distancia con infectados, aunque el riesgo siga existiendo si no se respeta la distancia. Pero Del Caño deja claro que no hace falta llevar algo así cuando sales por la calle o estás en entornos con espacio suficiente y sin apenas contacto. «Respetando todas las recomendaciones de las autoridades, llevando una mascarilla y guardando la distancia de seguridad de dos metros sería más que suficiente», apunta la experta.
En esa misma línea habla Luis Gil, secretario general de la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (Asepal), que recuerda que estos productos son Elementos de Protección Individual pensados para proteger del riesgo en el trabajo. «Hay mucho lío con esto, igual que con las mascarillas FFP. No son productos sanitarios, y su uso se circunscribe al entorno laboral como una protección para el trabajador. Es decir, no tienen por qué ayudar a evitar la propagación del virus, pues ese no es su cometido, sino que solo sirven para proteger a la persona que lo lleva del riesgo que hay fuera, es un concepto diferente aunque ahora se mezcle», apunta.
Por su parte, Javier Cantón, licenciado en Bioquímica, doctor en Virología, sí que defiende algo más su uso entre la mayor parte de la ciudadanía, o al menos en espacios con poca distancia. «Hay que tener claro que todavía estamos descubriendo muchas cosas sobre el virus y eso va modulando las recomendaciones y las protecciones. El contagio a través de los ojos puede ser más importante de lo que creíamos, según apuntan algunos estudios, y esto ayudaría a proteger esta parte de nuestro cuerpo, aunque claro, necesitamos compaginarlo con las mascarillas».
Cómo usarlas de forma segura
En los que sí inciden los dos expertos es en controlar lo que compramos y sus especificaciones. Según explica Del Caño, hay pantallas que dependiendo del material y la fabricación pueden generar incluso problemas en la visión como mareos o molestias. Por eso debemos vigilar bien qué es lo que compramos y las homologaciones que tienen dichos productos. Gil apunta a lo mismo, deben venir con la certificación y homologación europea correspondiente o nos arriesgamos a sufrir ciertos problemas. Además, hay que pedir una guía de uso y limpieza para poder utilizar correctamente el producto.
El Ministerio de Sanidad de momento no tiene ninguna guía específica para estas protecciones pero en su informe de prevención de riesgos laborales relacionados con el covid si explica que se debe usar protección ocular cuando haya riesgo de contaminación de los ojos a partir de salpicaduras o gotas (por ejemplo: sangre, fluidos del cuerpo, secreciones y excreciones). «Los protectores oculares certificados en base a la norma UNE-EN 166:2002 para la protección frente a líquidos pueden ser gafas integrales frente a gotas o pantallas faciales frente a salpicaduras». Es importante comprobar si el producto adquirido cuenta con estas certificaciones para evitar mayores problemas.
Por último, en cuanto al uso y la limpieza, Gil asegura que debe indicarse por el fabricante, pero tanto Del Caño como Cantón explican que hay que poner especial atención a la desinfección del plástico protector, ya sea con algún tipo de líquido alcohólico, desinfectantes como lejía o agua y jabón. «En la mayoría de los casos bastará con agua y jabón y el plástico no perderá propiedades pero debemos estar atentos porque si usamos productos más fuertes sí podemos encontrarnos con un problema de deterioro», apunta Cantón. El virólogo recuerda que debemos tener el mismo cuidado que con las mascarillas evitando cualquier manipulación durante su uso que puede provocar la contaminación del plástico y finalmente el virus llegue a nuestro organismo.
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