Los migrantes y refugiados venezolanos en Sudamérica podrían enfrentarse a las bajas temperaturas del invierno que se aproxima en la región, lo que supone una nueva amenaza para los más de 1,5 millones de personas que se encuentran distribuidos en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Así lo ha advertido el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) este viernes, que también teme por el aumento «considerado» de las necesidades humanitarias y sanitarias, también por los efectos de otras enfermedades de tipo respiratorio como la gripe.
Por ABC
Además, ha mostrado preocupación por los daños colaterales que les ha ocasionado el brote de la pandemia del COVID-19 que ha ubicado a la región sudamericana como el epicentro del virus, y que ha afectado a la población migrante y refugiada por las medidas de restricción de movimientos, los cierres de fronteras y suspensión de vuelos, decretados en los países de la zona.
Acnur, a través de un comunicado, explica que «muchos se han quedado sin su forma de vida y deben hacer frente a la pobreza, indigencia, desahucios, hambre e inseguridad alimentaria, así como a mayores riesgos a nivel de protección».
La organización también prevé que se dupliquen las ayudas por las precariedades de los venezolanos, por lo que cree que haya «un aumento de las personas que requerirán refugio de emergencia y útiles de invierno como mantas, ropa caliente, medicamentos y combustible para calentar sus casas».
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