El 24 de junio de 1947, el piloto privado Kenneth Arnold volaba a bordo de un CallAir A-2 cerca del Monte Rainier en el estado de Washington, Estados Unidos, buscando una aeronave militar extraviada. Un reporte de Associated Press lo citó asegurando que en aquella expedición había visto volar a gran velocidad nueve objetos brillantes “con forma de platos”. Así los “platillos voladores” entrarían rápidamente en el léxico popular y darían el puntapié inicial al fenómeno de los ovnis, que desde ese momento captura el interés de millones de personas alrededor del mundo.
A pesar de ser un tema tabú en muchos círculos científicos, de comunicación y gubernamentales, la investigación de distintos eventos y objetos no identificados o sin explicación fue el eje de varios programas financiados por el gobierno de Estados Unidos a través de los años. Uno de ellos fue el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP, por sus siglas en inglés) del Pentágono, un proyecto que funcionó entre el 2007 y el 2012 bajo total secreto pero que salió a la luz el 16 de diciembre del 2017 luego de un artículo publicado en The New York Times.
Se aseguraba que del presupuesto anual de 600 mil millones de dólares que recibía el Departamento de Defensa (DOD), 22 millones estaban destinados a este programa, un rastro de dinero muy difícil de seguir, lo que fue precisamente lo que quería el Pentágono, según escribieron Helene Cooper, Ralph Blumenthal y Leslie Kean, los autores de aquel artículo que fue primera plana del diario del domingo.
Durante años, este programa se desarrolló en el quinto piso del anillo C del Pentágono, en lo profundo del laberíntico edificio y símbolo de la supremacía militar estadounidense. Allí investigaban reportes de objetos voladores no identificados. Según el Departamento de Defensa, que nunca antes había admitido su existencia, dejó de funcionar en el 2012. Sin embargo, distintas fuentes aseguran que, por lo menos hasta el 2017, este programa seguía funcionando, entre ellas Luis Elizondo, el agente de inteligencia militar que estaba a cargo.
Elizondo es el exjefe del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales. El 4 de octubre del 2017, presentó su renuncia a través de una carta dirigida al secretario de Defensa James Mattis, que advertía que “los desafíos burocráticos y mentalidades inflexibles” eran un obstáculo para que se tomaran en serio “las amenazas aeroespaciales anómalas” entre las autoridades del Departamento. Elizondo no estaba de acuerdo con el secretismo excesivo y la oposición interna con la que se enfrentaba a diario. También reclamaba que no se prestaba la suficiente atención ni se gastaba el suficiente dinero para investigar posibles amenazas para la seguridad nacional y abordar vulnerabilidades potenciales. Elizondo aseguró que tras su partida el AATIP seguía funcionando, y que había otra persona en su puesto.
Más tarde se unió a To The Stars Academy, fundada, entre otros, por Chris Mellon, ex subsecretario adjunto de Defensa de los Estados Unidos para Inteligencia y más tarde para Operaciones de Seguridad e Información; y Tom DeLonge, guitarrista de la banda Blink-182. Se trata de una iniciativa para “movilizar a las mentes más brillantes desde adentro de las sombras de lo aeroespacial, la ciencia y el Departamento de Defensa”.
Tres videos grabados uno en el 2004 y dos en el 2015 por pilotos de caza de la Marina de los Estados Unidos fueron publicados por The New York Times con la colaboración de esta organización en diciembre del 2017 y marzo del 2018. Muestran lo que parecen ser objetos voladores no identificados que se mueven rápidamente mientras se graban con cámaras infrarrojas. Recién fueron desclasificados en abril de este año por el Departamento de Defensa, que señaló que los publicaron «para clarificar cualquier malentendido por parte del público sobre si las grabaciones que han ido circulando son reales o no, y si hay más (contenido) en los videos. El fenómeno aéreo que se aprecia en los vídeos permanece clasificado como no identificado”.
Estas imágenes habían sido filtradas y están circulando en la red desde 2007 y 2017. Ya en 2019, la Armada estadounidense había reconocido que las tres grabaciones eran reales, pero hasta ahora no las había difundido oficialmente.
En el 2019, Elizondo estrenó por History el programa No Identificado, que en julio de 2020 tendrá su segunda temporada. Se explora nueva evidencia autenticada junto a imágenes de archivo y entrevistas a testigos y exmiembros militares que no han hablado hasta el momento; presentando un avance extenso en la comprensión de la tecnología detrás de estos desconocidos fenómenos en los cielos.
Durante una entrevista telefónica con Infobae desde Los Ángeles, Luis Elizondo contó qué descubrió durante sus años a la cabeza de este programa secreto del Departamento de Defensa, y por qué cree que la evidencia entorno a los fenómenos aeroespaciales inexplicables es hoy innegable.
-¿Cómo describiría su tiempo trabajando en el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales?
-Fascinante pero frustrante. Fue un privilegio pero desafortunadamente había muchos desafíos asociados también. La mayoría burocráticos.
-Usted renunció precisamente porque esta cuestión y “la mentalidad inflexible” del DOD con respecto al programa habían evitado que se tomen en serio “amenazas aeroespaciales anómalas”. ¿Podría explicar esto un poco?
-El secretario de Defensa en ese momento era un caballero llamado James Mattis. Él y yo tuvimos el privilegio y el honor de servir juntos en Afganistán, pero desafortunadamente la burocracia no me permitía compartir información con él, al que yo respetaba mucho. Ésta era una persona que merecía saber la verdad, y a la que yo admiraba profundamente, y esta burocracia que heredamos no permitía que información vital se comparta, principalmente porque era considerada tabú, no había otra razón.
-¿Qué descubrió durante su tiempo en el programa?
-Comprendimos que estos fenómenos son reales y que son cosas reales que vuelan en nuestros cielos y que tienen tecnología mucho más avanzada que la nuestra, y no podamos hacer nada al respecto. Pueden volar sin impedimentos por nuestro espacio aéreo o controlar el espacio aéreo civil y militar y no podemos hacer nada. Además, la conclusión a la que arribamos es que se trata de un fenómeno global, no ocurre sólo en Estados Unidos, y por eso creo que tenemos que trabajar mejor con nuestros pares en Latinoamérica, en Europa, en Asia y alrededor del mundo, porque ésta es una problemática que afecta a la misma humanidad. No pertenece a una sola institución o religión o gobierno, sino a todos los que habitamos en este planeta.
-¿Sigue activo el programa?
-Tengo razones muy fuertes para creer que este programa sigue muy activo.
-¿De qué manera se diferencia este programa de otros proyectos, financiados por el gobierno de Estados Unidos, que investigaban ovnis, como Sign, Grudge y Blue Book?
-Primero y principal, teníamos apoyo del Congreso. Teníamos el apoyo de senadores muy poderosos dentro del Gobierno. También contabamos con tecnología que en el pasado el gobierno de Estados Unidos no tenía disponible: mejoras en nuestros radares, en nuestros sistemas electro-ópticos, en nuestras cámaras. Nuestros pilotos están mejor entrenados hoy que antes. Así que se podría decir que es una oportunidad única para utilizar como ventaja estas capacidades y tecnologías y así de una vez por todas tratar de descubrir de qué se trata este enigma.
-El año pasado se estrenó su programa de televisión, No Identificado. ¿Por qué decidió hacerlo?
-Esta serie es una oportunidad para tener una conversación no sólo con el pueblo estadounidense, sino con el mundo, y poder mostrarles que éste no es un tópico relegado a la ciencia fringe (no ortodoxa o marginal) o de gente loca. Éste es un problema real y de seguridad nacional, y nos afecta a todos. En América somos todos americanos, ya sea Sudamérica, Centroamérica o Norteamérica, y estamos todos unidos por la misma masa continental. Por eso deberíamos trabajar juntos para poder descifrar este problema de forma colectiva.
-Figuras de alto rango en el gobierno han afirmado a lo largo de los años que hay y hubo varios fenómenos aeroespaciales inexplicables. ¿Por qué cree que hay tanta reticencia?
-Creo que en parte porque hemos pasado la mayor parte de los últimos 70 años ridiculizando y criticando a individuos que han seguido este tema desde una perspectiva amateur, y hay mucho estigma y tabú asociados a esta temática. Cuando pensamos en ovnis se nos vienen a la cabeza personas con sombreros de aluminio y gente creyente sin ningún tipo de evidencia. Bueno, ahora estamos en un momento en el que tenemos evidencia, tenemos gobiernos que reconocen que estos fenómenos son reales. Llegó el momento de tomar esta conversación y elevarla al nivel necesario de nuestro gobierno.
-¿Sufrió usted por este estigma cuando reveló que estos fenómenos existen?
-Sí, absolutamente, todos los días. Mis antecedentes profesionales son en Inteligencia. Yo era un agente especial, un agente especial con un rango jerárquico muy elevado, y mi trabajo como investigador fue siempre seguir los hechos, en esencia, encontrar la verdad y contar la verdad. Es un trabajo que yo no pedí cuando estaba en el Gobierno. Irónicamente, para cumplir la misión que me encomendó mi país, me tuve que ir del Gobierno. El estigma con el que me enfrento viene en general de personas que no conocen mucho del tema y, para ser justo, ellos no han tenido acceso a la información que yo tengo, por lo que es entendible que haya cierta reticencia para hablar sobre algo que ha estado rodeado siempre de un estigma innecesario.
-¿Cree que tiene que ver con el miedo a lo desconocido, a que también puede ser una amenaza extranjera, y no necesariamente extraterrestre?
-Absolutamente. De cierta manera, nuestros hermanos y hermanas latinoamericanos están mucho más avanzados en este debate. Algo de lo que me di cuenta es que la gente de Latinoamérica es mucho más tolerante con lo desconocido y se dan cuenta de que el universo y la naturaleza están llenos de maravillas y misterios. Acá en Estados Unidos nos hemos enorgullecido de siempre tener soluciones y respuestas y de que si hay una amenaza, vamos a poder evaluarla muy rápidamente. Y eso podría ser en parte por qué nosotros y el gobierno de Estados Unidos no hemos tenido este debate. Porque si reconocés que hay una posible amenaza y no encontrás una amenaza, entonces el miedo radica en que la gente pierda la confianza en tu habilidad de hacer tu trabajo, ya sea político, militar, o de otro tipo.
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