Un bebé de 1 año y 8 meses murió el pasado 8 de mayo en el Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga, en Barquisimeto, estado Lara. José Pastor Ortiz, su padre, denunció la presunta negligencia del personal que trabaja en un centro de confinamiento en la entidad.
Ortiz explicó que el hecho ocurrió mientras la familia cumplía el confinamiento en una sede habilitada por la Gobernación para que las personas cumplan con la cuarentena, reseñó el diario La Prensa. Ya habían cumplido ocho días en una escuela en el estado Apure porque habían llegado al país el 30 de abril procedentes desde Colombia.
Señaló que el 7 de mayo los trasladaron, junto con otras 40 familias, a la ciudad de Barquisimeto para seguir cumpliendo con el confinamiento. Indicó que llegaron el 8 de mayo a las 2:00 am a Villa Bolivariana y les ofrecieron unas arepas que presuntamente estaban rellenas de mortadela.
Ortiz precisó que luego los llevaron a la habitación donde se iban a quedar. Estaba él, su esposa, su hija de 6 años de edad, y el bebé de 1 año y 8 meses; además de otras personas a las que también les asignaron el sitio.
«En total habían 11 personas. Todos comimos a medias, pero como mi bebé era comelón se comió toda la arepa«, relató.
Luego, aproximadamente a las 3:00 am, cuando iban a dormir, la hija de Ortiz comenzó a vomitar y después lo comenzaron a hacer otros de los niños que estaban con ellos, incluido el bebé, y los adultos. Horas después, todos comenzaron a tener diarrea.
«Entraban al baño uno detrás de otro con una diarrea imparable. Las necesidades las hicieron una arriba de la otra porque no había agua en la habitación. A esa hora empecé a gritar por la ventana que nos abrieran el agua, pero me ignoraron«, contó el hombre a La Prensa.
El padre del bebé aseguró que durante tres horas estuvo pidiendo atención médica, pero no recibió respuestas de los encargados del albergue. A las 9:30 am, les abrieron el agua durante media hora, y trataron de lavar el baño y ducharse.
«A las 10:00 de la mañana nos subieron desayuno y también nos atendió una doctora que nos dijo que no había tratamiento para la diarrea. Nos recomendó que le preparáramos un suero a los pequeñitos. Eso hicimos, mi bebé aún tenía fuerza, pero a las 12:00 pm ya estaba casi desmayado», recordó.
En ese momento aumentó la preocupación de la familia. Trataron de tumbar la puerta a patadas y utilizaron una mesa para romper la cerradura. Todos gritaban, pero nadie los atendía.
A las 3:00 pm, continuó Ortiz, regresó la doctora y, al ver el estado del niño, lo mandó a la enfermería de la Villa Bolivariana junto a su mamá. «Ahí no tenían yelco de niño, así que usaron un yelco de adulto para aplicarle tratamiento, pero le dañaron la vena al bebé, el tratamiento nunca bajó», aseguró.
El padre dijo que la doctora, casi a las 5:00 pm, ordenó el traslado del pequeño hasta el hospital pediátrico, pero tuvieron que esperar que pasara un taxi por la avenida Libertador porque no disponían de una ambulancia.
«Cuando llegaron al pediátrico, el bebé iba muy mal, trataron de ponerle tratamiento, pero ya estaba grave, cuando lo fueron a intubar le dio un paro respiratorio y murió en los brazos de la doctora», manifestó.
Ortiz contó que la doctora del pediátrico les dijo que habrían salvado al pequeño si hubiesen llegado 20 minutos antes.
«Recuerdo cómo mi bebé sonreía en el autobús. Él llegó sano, todos dimos negativo dos veces en las pruebas. No estaba desnutrido, ni enfermo como dijeron. Escuché a la gobernadora decir que todo estaba bien al otro día que murió mi bebé, pero no es así y eso es lo que me motiva a contar la historia, que lo sepan las autoridades para que no pase, para que no mueran más niños. No había denunciado porque al gobierno no le gana nadie, nadie puede con ellos», finalizó.
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