Las mascarillas ya eran un ‘atrezzo’ habitual en España, pero desde este jueves son obligatorias en espacios abiertos y cerrados. Una orden que la población entiende, porque sin ella «es como tirarse a la piscina sin saber nadar», dice Cristina Quevedo, profesora de primaria.
Este jueves, la casi totalidad de los viandantes en el centro de Madrid iban con su mascarilla, cumpliendo con la orden del gobierno de llevarla siempre que no se puedan respetar los dos metros de distancia interpersonal de seguridad. La medida es obligatoria a partir de los 6 años de edad.
«Entiendo que es incómodo, hace calor, pero hoy por hoy creo que es una medida sensata, porque estamos muchos en la calle, y a lo mejor hay gente que lo tiene (el virus) y no lo sabe», dice a AFP Marta Ranz, madre de tres hijos, que ha salido con ellos a pasear con bici y patinetes.
«Es muy caluroso y molesto, y agobia mucho, porque cuando corres te tragas tu aire, y es muy, muy molesto», dice su niña Marcela, de 8 años, que empezó a usar mascarilla a fines de abril, cuando se autorizó la salida de los niños una hora al día.
Pese a lo incómodo, Marcela entiende la medida, ya que si no se toman precauciones, «el virus nunca se va a ir». «Los niños entienden las cosas mucho mejor que los adultos», concuerda con cariño su madre.
María Herrero, jefa de estudios de un centro educativo, pasea en carrito a su niña de año y medio. Le parece bien que la obligatoriedad sea de seis años en adelante, «porque incluso a esa edad me parece complicado que los niños vayan a llevar mascarilla».
«Después de un rato hasta puede ser perjudicial para su manera de respirar y moverse, sobre todo cuando van a estar por la calle, que lo que quieres es que sientan un poco de libertad», argumenta.
«Cuantas más herramientas utilicemos, mejor», abunda Miguel Domingo, un arquitecto de 49 años que aprovechó un momento de la mañana para pasear a sus dos perros por el madrileño barrio de Chueca.
«No es una cuestión de obedecer, es una cuestión de responsabilidad de cada uno. Si todo el mundo tuviera la responsabilidad de tener un poco de sentido común, esto no se hubiera ido de madre en toda Europa», incide.
– Da «seguridad» –
En la misma línea, la profesora Cristina Quevedo, profesora dice que la mascarilla le da «seguridad».
«No sabemos si era el covid, no han hecho pruebas», añade Cristina, que cree que ir por la calle «sin mascarilla es como tirarse a la piscina sin saber nadar».
Esperando para comprar café recién molido en una céntrica avenida de Madrid, José de Casso, 60 años, dice por su lado que empezó a llevar mascarilla antes del 14 de marzo, cuando el gobierno español dictó el confinamiento, que desde inicios de mayo ha ido suavizando progresivamente.
«Tengo una hija adoptiva que vive en Japón, nos escribimos por Whatsapp todos los días, y me comentó el problema que había» con el coronavirus, dice a AFP con la mascarilla puesta y su perrito atado con correa.
– Repartos previos y obligatoriedad en el transporte –
Madrid ha sido una de las zonas de Europa más castigadas por la pandemia, con más de 8.900 muertos, un tercio del total español, según el ministerio de Sanidad.
En las últimas semanas el gobierno organizó varios repartos masivos de mascarillas en los principales nodos de transporte del país, y hace un mes fijó el precio máximo de venta al público de mascarillas quirúrgicas, a 96 céntimos de euro.
Tanto en la vía pública como en los supermercados, las farmacias y los comercios que tímidamente han ido abriendo estos días la gran mayoría de la gente llevaba ya mascarillas.
Y en el transporte el gobierno ya había impuesto previamente la obligación de llevarla, so pena de multa.
AFP
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