Empresarios e ingenieros africanos se dedican a desarrollar equipos de protección, aplicaciones de rastreo de contagiados o respiradores artificiales, a fin de preparar al continente para luchar contra la pandemia del nuevo coronavirus en función de los peores escenarios posibles.
En Nairobi, Mehul Shah comprendió rápidamente que podía jugar un papel importante en la fabricación local de esos equipos.
En solo tres días, su empresa de impresión 3D, Ultra Red Technologies, desarrolló un prototipo de cinta de protección, en la cual se fija una lámina de plástico para formar una visera. Actualmente fabrica 500 al día.
«Es muy importante poder mostrar a los kenianos que podemos fabricar estos equipos, que no necesitamos importarlos. Tenemos los conocimientos y los medios para producirlos aquí», cuenta a la AFP.
– Unir esfuerzos –
A pesar de que Kenia sólo ha registrado oficialmente hasta ahora menos de 1.000 casos de nuevo coronavirus, 50 de ellos mortales, «nos preparamos para el peor escenario», reconoce Mehul Shah.
«Todas las empresas buscan saber cómo usar sus recursos para ayudar. Los competidores que se enfrentaban ayer hoy unen sus esfuerzos», se congratuló.
La empresa FabLab de Kisumu, tercera ciudad de Kenia, desarrolló la aplicación Msafari (Safari significa viaje en suahili), que permite seguir los movimientos de los pasajeros del transporte colectivo, pues al subir se identifican e ingresan el número de matrícula del vehículo.
«Si uno de los pasajeros da positivo al coronavirus, podemos encontrar a todas las personas que se registraron y que estaban a bordo del vehículo», subrayó Tairus Ooyi, un de los responsables de FabLab.
– Escasez de respiradores –
La innovación también ha sido fértil en la producción de respiradores artificiales, cruciales para salvar vidas de enfermos graves de la COVID-19 y que son muy escasos en África.
«Kenia sólo tenía unos 50 respiradores en funcionamiento para una población de más de 50 millones de habitantes», afirma el doctor Gordon Ogweno, profesor de medicina en la Universidad de Kenyatta, en Nairobi.
«Y más allá de la pandemia, muchas enfermedades hacen necesario su uso», agregó.
Estudiantes de ingeniería han desarrollado un respirador a bajo precio, que está en pruebas clínicas antes de su uso. Cuesta apenas una décima parte del precio de una máquina importada, estimado en 10.000 dólares.
– «Nuestros jóvenes tienen la solución» –
«Nuestros jóvenes tienen la solución a muchos problemas a los que enfrenta el mundo hoy… Es muy emocionante ver lo que pueden hacer con los recursos de que disponen», comenta Nicholas Gikonyo, director del Centro Nacional de Investigación en Fitoterapia de la Universidad de Kenyatta.
En Ghana, universidades de Accra y de Kumasi unieron esfuerzos para diseñar un respirador que cuesta entre 500 y 1.000 dólares, y se monta en solo una hora.
En Somalia, un estudiante de 21 años, Mohamed Adawe, inventó un accesorio que facilita la reanimación cardiorespiratadoria.
Mientras que el personal sanitario normalmente tiene que hacer llegar oxígeno al paciente a través de una bolsa de inyección, el dispositivo de soporte respiratorio de Adawe -compuesto por una caja de madera, tubos y un sistema eléctrico- transfiere el oxígeno desde un globo auto-llenador al paciente a través de una tubería.
«He visto morir a gente que tenía dificultades para respirar porque no podían beneficiarse de una máquina para hacerles llegar el oxígeno vital que necesitaban», contó Adawe.
En Ruanda, se utilizan robots humanoides en los centros de tratamiento del coronavirus, para minimizar los contactos entre humanos. En particular, son capaces de tomar la temperatura de los pacientes.
Y en Ghana, la empresa estadounidense Zipline, que ya usa drones para transportar medicamentos, sangre y vacunas, evitando las rutas en mal estado, comenzó a usarlos para transportar pruebas de coronavirus.
AFP
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