Si bien desde hace mucho los científicos especularon con que los dinosaurios pudieron haber habitado en ambientes acuáticos, no fue sino hasta ahora que un equipo de investigadores encontró la primera evidencia que sugiere que uno de estos animales prehistóricos podía nadar, según un estudio publicado esta semana en la revista Nature.
El descubrimiento se basa en el anáilisis de una cola fosilizada gigante del terópodo ‘Spinosaurus aegyptiacus’. Los investigadores afirman que dicho hallazgo es una prueba de que este depredador era acuático y que utilizaba su cola para impulsarse por el agua y cazar en ríos.
Investigaciones anteriores de restos antiguos del Spinosaurus sugerían un posible indicio de adaptaciones semiacuáticas, pero se trata de la primera «evidencia inequívoca de una estructura propulsora acuática en un dinosaurio», aseguró el paleontólogo Nizar Ibrahim, de la Universidad de Detroit Mercy.
Esta cola gigante en forma de aleta, al igual que otros restos fósiles de esta especie, fue descubierta en depósitos de rocas cretáceas del desierto del Sahara en el este de Marruecos. Se estima que tiene entre 90 y 100 millones de años de antigüedad y medía unos 15 metros de longitud. Además, se trata del único esqueleto conservado de este dinosaurio después de que otro fuera destruido durante la Segunda Guerra Mundial.
Los investigadores examinaron la cantidad de empuje que su estructura ósea pudo haber generado al nadar y concluyeron que el rendimiento es comparable al de los vertebrados acuáticos vivos con características similares.
Según Ibrahim, su investigación destruye la idea de que «los dinosaurios no aviarios nunca invadieron el reino acuático». El experto cree que probablemente esta especie «pasaba la mayor parte de su vida en el agua» persiguiendo a sus presas en las profundidades y no solo de pie esperando que los peces nadaran cerca para atraparlos.
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