El Buque Escuela Simón Bolívar es utilizado por los cadetes para su entrenamiento como marinos. Hasta hace años, quizá hasta aquel momento en que se les impuso a los cadetes venezolanos gritar consignas políticas, fueron intocables.
Por Sebastiana Barráez / Infobae
Pero en un acto, frente a Miraflores, con Hugo Chávez, entonces presidente de la República, y el general en Jefe Raúl Isaías Baduel como Ministro de la Defensa, los cadetes gritaron la consigna “patria, socialismo y muerte”, causando gran sorpresa entre los más altos oficiales, la mayoría de los cuales reaccionó con molestia, porque los cadetes son considerados el crisol de la institución, el futuro, la razón de ser de la vigencia de la institución castrense.
Cualquier recurso para mantener la revolución bolivariana, era aceptado, aunque eso significara violentar el sagrado espacio de los estudiantes. Es tal el deterioro de lo que ocurre que el Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, salió en un escueto comunicado a decir que Estados Unidos pretendía crear un falso positivo involucrando al Buque Escuela Simón Bolívar.
El comunicado del titular castrense recurre a un viejo argumento de distracción y pareciera querer salirle al paso a una información, a la que trata de darle carácter oficial, pero se queda en una explicación leve que arroja muchas dudas sobre el prestigioso buque escuela venezolano que recorre los mares.
Padrino se basa en la Revolución Bolivariana para darle barniz de principios a algo que nadie conoce, pero se adentra en mencionar que han estado librando “una batalla frontal contra carteles del narcotráfico”, como si se estuviese refiriendo a la serie de detenciones y allanamientos ocurridos en los estados Falcón y Carabobo, de lo que tampoco habla oficial y abiertamente ni el ministro ni ningún funcionario del Gobierno, más allá de una somera alusión a la que hizo un barbado Diosdado Cabello en su programa de televisión.
No hay sorpresa
Otra vez es Padrino López, cuyas funciones legalmente son administrativas, a dar una explicación sobre un hecho tan delicado, pero el que el Comandante de la Armada no se pronuncia.
El titular castrense enfatiza que “en las últimas semanas hemos propiciado duros golpes a distintas conexiones de los referidos carteles, que operan con la aquiescencia de la DEA”, es decir, parece que quiere asegurar que en Venezuela funcionan unos carteles de narcotráfico amparados o con permiso de la Administración norteamericana para el Control de Drogas (DEA). Pero no explica Padrino cómo es que esos carteles existen si los jerarcas del Gobierno y de la FANB han pregonado, hasta el cansancio, que por territorio venezolano no va a pasar ni un gramo de droga.
¿Desde cuándo se dieron cuenta de la presencia de los carteles de la droga? Desde hace años abundan las denuncias, a través de los medios de comunicación, sobre la existencia de pistas de aterrizaje en estados como Apure, Zulia y Falcón.
Hubo un hecho muy sonado, ocurrido en agosto del 2011, con una avioneta con mil 147 kilos de cocaína de alta pureza, que no logró despegar de Puerto Escondido, vía perimetral al Cabo San Román, estado Falcón. Nunca se dijo cuál fue la avioneta, pero un día después del operativo fue sacada del aeropuerto Josefa Camejo de Punto Fijo por un hombre que se identificó como el capitán Morales, presunto funcionario del Cicpc. Tampoco las autoridades identificaron al dueño de la aeronave.
El actual Ministro del Interior y Justicia, general Néstor Luis Reverol Torres, era entonces viceministro y titular de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y se atrevió a decir que era una “operación de droga controlada”. El ministro era Tareck El Aissami, quien se refirió a “una operación de inteligencia muy compleja, que se venía realizando desde hacía varias semanas”. Los hechos demuestran que no fue ninguna de las dos.
La entonces gobernadora Stella Lugo de Montilla destituyó al jefe de Polifalcón, Jesús Marcano. Nunca detuvieron ni procesaron a ninguno de los jefes policiales, solo a cinco policías rasos que llegaron a sitio en una patrulla cuando oyeron en las comunicaciones de radio interna que la avioneta estaba en ese lugar.
Más extraño aún es que familiares de los policías presos informaron que los abogados defensores de los cinco policías sentenciados, fueron pagados por la entonces gobernadora de Falcón.
Nadie le explicó al país, cómo es que si era una entrega controlada, que tenían a parte importante de la Inteligencia, además de los 40 funcionarios de la comisión del Cicpc Caracas, el piloto de la avioneta se fugó y ni siquiera lo identificaron. No se detuvo a nadie por la salida de la aeronave con la droga desde el aeropuerto La Carlota; sin plan de vuelo, sin lista de tripulantes. Los únicos presos fueron los cinco policías, tres civiles y un militar sin comando.
Investigar qué
El caso es que ahora Padrino López responsabiliza al gobierno de Estados Unidos de algo que aún no explica claramente a los venezolanos, citando frases comunes de que el imperio norteamericano y sus agencias “procuran descalificar a Venezuela y sus legítimas autoridades tratando de vincularlas con actividades del narcotráfico, razón por la cual ahora han intentado construir un falso positivo en este insigne navío, que constituye un símbolo del bolivarianismo donde se forja la voluntad de acero de la juventud naval venezolana; todo esto, con el infame objetivo de quebrantar la moral, la unidad monolítica y el espíritu combativo de la institución, que se siente profundamente indignada ante tan malignas pretensiones”.
Se aventura el ministro a decir que la intención de los EEUU es “seguir estructurando la matriz de opinión que les facilite una intervención militar”. Si alguien está claro que eso no está claro debe ser el Ministro que conoce no solo a la Fuerza Armada venezolana sino que además estudió en la Escuela de Las Américas y tiene vínculos familiares con ese país.
Establece que Nicolás Maduro ordenó “una investigación profunda donde participen todas las instituciones del Estado, a fin de determinar vínculos, responsabilidades y posibles involucrados”. Pero no aclara de qué hecho, que involucra a quién.
El crisol
Maduro ha cometido tantos errores con la Fuerza Armada, que los va acumulando como las tarjetas en los juegos de naipes. Esos errores le van quitando espacios a la institución castrense, hasta la médula. Uno de los actos más bochornosos fue cuando a finales de mayo de 2018, a pocos días de unas elecciones presidenciales que no han terminado de ser legales y mucho menos legítimas, exigiera garantías de lealtad a los militares.
En ese momento, cuando ocurría su juramentación como mandatario reelecto, aquel 24 de mayo, aseguró haber derrotado conspiraciones castrenses en su contra. Para ese momento habían sido detenidos, solo en lo que iba de ese año 2018, varias oleadas de militares, la primera de tenientes del Ejército en enero, después de comandantes del Ejército en marzo y luego de los Comandos del Mar, oficiales de la Aviación y altos oficiales de la Guardia Nacional en mayo.
Un joven alférez leyó ese día una proclama en honor de Nicolás Maduro, quien ordenó que lo convirtieran en documento y de inmediato, desde el Alto Mando Militar, se ordenó que fuera firmada por toda la FANB en señal de subordinación y lealtad con el Comandante en Jefe.
Pero no importaba cuántos firmaran, cuántos fueran obligados a hacerlo, a las pocas semanas las cárceles estaban a reventar de uniformados presos, los sótanos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) exhibían el más grotesco de los rostros de la tortura, de la profundización de un sistema brutal de violación de derechos humanos.
Y lo peor para Maduro es que las conspiraciones no han parado, han germinado, han brotado y algunas florecen. De nada ha servido la tortura, la amenaza, porque la reacción más evidente ha sido miles de deserciones.
Desde que llegó al poder tuvo fuerte rechazo en la FANB y eso se manifestó en la llamada Operación Jericó y El Golpe Azul. Maduro ha intentado mantener el liderazgo en la Fuerza Armada lo menos movido posible, a costa de un deterioro marcado y progresivo en la institución, no solo en lo que a apresto operacional se refiere, sino en la afectación profunda de sus pilares fundamentales: obediencia, disciplina e insubordinación.
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