Cuatro meses después de que se detectara el primer caso del COVID-19 en China y cuando la mitad de la humanidad está confinada, los países siguen luchando contra reloj con estrategias en ocasiones bien dispares pero con un único fin: contener la pandemia y evitar el colapso de sus hospitales.
Desde la segregación por sexos de Panamá, Perú o Colombia y la masturbación recomendada por Argentina e Irlanda, hasta la «inmunidad del rebaño» de Suecia o la hipervigilancia tecnológica de los países asiáticos, los Gobiernos se afanan por vencer a un virus disruptivo que ha desbaratado la economía mundial, infectado a más de 2,4 millones de personas y ocasionado cerca de 165.000 muertes.
«Hasta que no haya vacuna o tratamiento, lo que único que funciona es el distanciamiento social, pero no hay estrategias mejores o peores para implantarlo porque depende de cada país y de sus realidades socioeconómicas», dijo a Efe la vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología (SOCHEPI), María Paz Bertoglia.
De todos modos, agregó la experta en Salud Pública, «este es un virus global y no sirve de nada que a un país le vaya bien, si sus vecinos no son capaces de contener el brote».
EL «GRAN HERMANO» ASIÁTICO
Los países asiáticos son los que hasta ahora mejor han contenido el virus, consiguiendo en muchos casos el difícil equilibrio entre mantener la economía y proteger la sanidad, como Corea del Sur, Singapur o Hong Kong. Su principal aliado ha sido la tecnología y su estrategia, rastrear masivamente y separar a los positivos.
China, la zona cero del virus con 4.632 muertos y cerca de 83.000 contagios, ha desplegado toda su artillería tecnológica, que va desde drones que sobrevuelan ciudades para fumigar, hasta coches-termómetro que patrullan las calles y sensores de movimiento en las entradas de las viviendas para respetar las cuarentenas.
Pero su mayor apuesta son los códigos QR, que se asignan a los ciudadanos en función de su estado de salud y permiten a las autoridades monitorear los movimientos de toda la población.
El denominado «Gran Hermano» chino ha encendido, sin embargo, las alarmas de las organizaciones de derechos humanos, que denuncian que el Gobierno comunista quiere usar la pandemia como excusa para normalizar la vigilancia de la ciudadanía.
«La rápida adopción de políticas y herramientas tecnológicas estrictas puede acelerar la capacidad de China para rastrear el paradero de los ciudadanos y limitar aún más las libertades», alertó recientemente el editor para el gigante asiático de Amnistía Internacional, June Ko.
SUECIA, EL VERSO SUELTO DE EUROPA
Mientras Europa sigue cerrada a cal y canto y la mayoría de los Gobiernos se cuestionan si no hubiese sido mejor confinar antes a la población, hay un país donde los ciudadanos hacen cosas que en el resto del continente se antojan bien lejanas, como salir a cenar o ir a la peluquería: Suecia.
La estrategia del país nórdico es la que quiso implantar al inicio de la crisis el primer ministro británico, Boris Johnson, y que consiste en permitir que se contagie el mayor número de personas para hacerlas inmunes a posibles brotes futuros, lo que popularmente se ha denominado la «inmunidad del rebaño».
El plan sueco no ha estado exento de críticas -más de 2.000 académicos firmaron una carta abierta en la que exigían medidas más estrictas- y tampoco parece que este dando grandísimos resultados.
Con más de 14.000 casos y cerca de 1.600 muertos, Suecia es el país nórdico más afectado por el coronavirus, tanto en términos absolutos como relativos.
«Es sorprendente que los nórdicos hayan tenido una respuesta tan diferente a esta crisis. Suelen actuar de manera similar y, para el resto del mundo, suelen ser indistinguibles de uno a otro», publicó en sus redes Marlene Riedel, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
«Si ni siquiera socios tan cercanos pueden ponerse de acuerdo, ¿cómo lo hará nunca una Unión Europea de 27 miembros tan diversos?», se preguntó la investigadora del think-tank con sede en Berlín.
Más al sur, los países más afectados por la pandemia como Francia (casi 20.000 muertos), España (21.000) e Italia (más de 23.600) registran día a día una disminución del número de enfermos y sus gobiernos empiezan a plantearse las primeras medidas de desconfinamiento para las próximas semanas.
LA AMÉRICA PRECAVIDA
«En América hemos tenido una ventana de oportunidad con respecto a Europa y hay que países que lo han aprovechado, iniciando el ‘lock-down’ (suspensión de actividades) muy temprano, como Perú, Argentina o Panamá. Otros, en cambio han desperdiciado esa oportunidad», lamentó la experta chilena.
La mayoría de los países latinoamericanos han decretado cuarentenas totales o parciales y toques de queda para frenar la pandemia, que ya ha causado más de 100.000 infecciones y 5.000 muertes en la región.
Sin embargo, hay algunas medidas que han llamado más la atención que otras, como la segregación por sexos que han adoptado Perú, Colombia o Panamá y que consiste en dejar salir a mujeres y hombres en días alternos a la compra.
También ha sido comentada la ley seca en el país canalero para evitar que se dispare el consumo de alcohol durante la cuarentena o la invitación de Argentina a realizar «sexting» (sexo virtual) o masturbarse para cumplir con el distanciamiento social, algo por lo que opta asimismo Irlanda.
«Es más importante que nunca el lavado de manos después de las relaciones sexuales, después de la masturbación o después del sexo virtual», puntualizó en una rueda de prensa el infectólogo del Ministerio argentino de Salud, José Barletta.
Chile, posiblemente el país que más testeos hace de la región, ha destacado por implementar una estrategia un tanto distinta que consiste en «cuarentenas dinámicas y específicas», es decir las autoridades van confinando o liberando barrios o ciudades en función del número de contagios por kilómetro cuadrados, entre otras razones.
«El éxito de las estrategias también depende de cuando se toman. No es lo mismo tener un brote en una comuna (barrio) rica, donde se puede hacer cuarentena efectiva y distanciamiento dentro de los hogares, a que lo tengas en una humilde, con alto hacinamiento», agregó Bertoglia.
LOS DESMANES
Si hay dos países que están llamando la atención por sus desmanes constantes durante la pandemia son Filipinas y Nicaragua, aunque Brasil, México y Estados Unidos tampoco se quedan cortos.
El pasado 2 de abril, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ordenó a las fuerzas de seguridad «disparar a matar» contra todo el que se salte el estricto confinamiento que ha impedido que millones de personas que subsisten día a día en los barrios más pobres encuentren cómo ganarse la vida.
«Mis órdenes son para la Policía y el Ejército, si surge una situación en que la gente pelea y sus vidas están en peligro, disparen a matar», dijo el polémico mandatario horas después de que una protesta en un suburbio de Manila terminara con varios detenidos que reclamaban comida para pasar la cuarentena.
En Nicaragua, sin embargo, las autoridades parecen sentirse inmunes a la pandemia y se niegan a imponer restricciones, suspender las clases o establecer cuarentenas y aluden para ello que hasta ahora solo se han confirmado nueve casos.
A tal punto llega su actitud que el Gobierno organizó ferias, instó a los ciudadanos a irse a la playa y convocó pocos días después de que se registrara el primer caso una multitudinaria marcha bajo el lema «Amor en tiempos del COVID-19», lo que escandalizó a la OMS y a su vecina Costa Rica.
Quienes también han dado mucho que hablar por sus reticencias a reconocer la gravedad de la pandemia han sido México -que poco a poco ha ido rectificando su conducta-, y Brasil, cuyo presidente sigue desafiando las recomendaciones sanitarias y se prodiga repartiendo abrazos entre sus seguidores.
«Hubo una potencialización de las consecuencias del virus. Llevaron pavor para la opinión pública, histeria, y eso no es verdad. Lamentamos las consecuencias, pero la vida es así y personas van a morir», dijo el lunes el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, quien al inicio de la crisis se refería al virus como «gripecita» y la semana pasada destituyó a su ministro de Sanidad por defender las cuarentenas.
El negacionismo parece haber poseído también a algunas autoridades de Estados Unidos, como el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, que invitó a los adultos mayores a sacrificarse a favor de la economía o el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que ordenó la reapertura de las playas.
Los desmanes también han llegado al presidente estadounidense, Donald Trump, que con reticencias terminó aceptando la recomendaciones internacionales y el cierre de la economía, aunque ya está deseando abrirla de nuevo.
El fin de semana, el mandatario -en plena carrera por la reelección- llegó incluso a arengar varias manifestaciones que pedían el fin del confinamiento, pese a que EE.UU es el epicentro actual del virus, con cerca de 760.000 contagios y 41.000 muertes. EFE
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