Entre críticas, las guarderías y escuelas en Dinamarca continuaron con su reapertura progresiva tras un mes de cuarentena por el coronavirus, dentro de una primera fase de normalización de la sociedad.
La medida, anunciada antes de Semana Santa por el Gobierno debido a la buena evolución de la lucha contra la pandemia de la COVID-19, se implantará con muchas limitaciones por higiene y seguridad, lo que ha hecho que apenas la mitad de los municipios abrieran sus centros el primer día y que la incorporación sea lenta, sobre todo en Copenhague.
Cientos de padres se han unido en un grupo en la red social Facebook bautizado «Mi hijo no va a ser un conejillo de Indias por la COVID-19», en oposición a lo que creen una medida precipitada.
«Tengo la sensación de que los niños son cobayas, no sabemos mucho del virus, se desarrolla todo el tiempo de forma negativa, por eso es una locura enviar primero a los más pequeños, que no pueden comprender las normas», declaró a medios daneses la fundadora del grupo, Sandra Andersen, madre de dos niñas de 5 y 9 años.
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Andersen considera que el Gobierno se ha metido «un gol en propia puerta» con esta medida y que enviar a los niños no es seguro, por lo que los suyos se quedarán en casa, una decisión por la que no han optado sin embargo la mayoría de padres.
«Pienso que ha sido difícil, porque nos hemos preguntado si hacíamos lo correcto enviando a nuestros hijos a la escuela. Pero las autoridades lo han meditado mucho, así que estamos de acuerdo», dijo a Efe Julia Visan Bahn, cuya hija Anna, de 9 años, reinició hoy las clases de cuarto de primaria en la escuela de Øster Farimagsgade en Copenhague.
Esta céntrica escuela de la capital, que como el resto solo ha reabierto para alumnos de hasta quinto grado, ha introducido una entrega escalonada de los niños por tramos horarios para evitar aglomeraciones y los padres tienen que despedirse de ellos a las puertas del edificio.
Las autoridades sanitarias obligan también a que niños, pedagogos y profesores se laven las manos como mínimo cada dos horas, y se desinfectarán dos veces al día juguetes y puntos de contacto.
Los alumnos serán divididos en grupos pequeños manteniendo la distancia de seguridad y la actividad se desarrollará en el exterior tanto tiempo como sea posible.
«Yo estoy satisfecha con las medidas, aunque no podemos entrar para ver cómo lo hacen. Lo que nos han dicho suena bien pensado y realizado. Además, confío en los profesores y en el sistema», asegura Visan Bahn, quien elogia el contacto casi diario de la escuela con los padres en los días previos.
Durante esta semana, muchos centros como el de Øster Farimagsgade no harán una jornada lectiva normal, sino reducida y centrada en que los niños adquieran rutinas de higiene y de distancia social.
«Es cierto que ha habido un poco de confusión. El ministro de Sanidad dijo primero que si los niños tenían familiares en casa con coronavirus no podían venir, luego que sí si se aislaban, también hubo confusión con lo de los metros de distancia… Al final enviaron un mensaje claro y pidieron perdón. Ahora estamos convencidos de que es seguro enviar a los niños», explica Visan Bahn.
La reapertura gradual de guarderías y colegios entra dentro de una primera fase de normalización en Dinamarca, país donde no hay confinamiento pero sí medidas de distanciamiento social que han sido prolongadas hasta principios de mayo.
Dinamarca, que tiene una población de 5,7 millones, ha registrado 6.876 casos y 309 muertos por la COVID-19, según las últimas cifras oficiales.
EFE
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