La cloroquina y la hidroxicloroquina forman parte del arsenal terapéutico que se está evaluando para el tratamiento del coronavirus. Sin embargo, las esperanzas iniciales parecen desinflarse a raíz de los primeros datos de las investigaciones debido no solo a su eficacia, sino especialmente a su seguridad y sus efectos secundarios, especialmente en el corazón.
Por abc.es
La interrupción de un ensayo de cloroquina en Brasil y de otro en Francia, la advertencia a los hospitales suecos que no usen estos medicamentos para Covid-19 o las últimas recomendaciones de la American Heart Association, el American College of Cardiology y la Heart Rhythm Society sobre los riesgos del uso, a dosis altas, de estos medicamentos para tratar el COVID-19 han supuesto un ‘jarro de agua fría’ para los profesionales de salud que contaban con estos fármacos para frenar la pandemia.
En España, algunos hospitales están utilizando ya la cloroquina y el grupo de Oriol Mitjà, del Hospital Can Ruti de Badalona, que inició un estudio con hidroxicloroquina, para determinar si reduce la carga vírica del coronavirus y, por lo tanto, si evita el desarrollo de la infección entre los contactos de los enfermos, ha anunciado que presentará sus resultados en los próximos días.
Sin embargo, en EE.UU. la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA),emitió una autorización de uso de emergencia para cloroquina e hidroxicloroquina para tratar a pacientes hospitalizados con Covid-19. De hecho, el presidente Donald Trump es uno de los principales valedores de la hidroxicloroquina.
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