Ai Fen, la médica directora del Hospital Central de Wuhan y una de las profesionales que dio el primer alerta por el coronavirus y fue ignorada y sancionada por el régimen chino, está desaparecida, informó este miércoles el programa 60 Minutes Australia.
La historia de la doctora Ai trascendió en todo el mundo hace dos semanas, cuando denunció en una entrevista con un medio chino que recibió una “reprensión severa y sin precedentes” por haber alertado a otros médicos sobre una nueva enfermedad similar al SARS mientras el régimen intentaba encubrir el brote del nuevo coronavirus.
Ai compartió un informe que alertaba sobre la nueva enfermedad el 30 de diciembre, instando a los médicos a tomar precauciones. La advertencia también fue compartida por ocho médicos que luego fueron castigados por la policía de Wuhan por «difundir rumores”. Entre ellos se encontraba Li Wenliang, el médico, considerado un héroe por gran parte de la población china por su accionar, también fue reprimido por continuar con sus alertas y murió como consecuencia del virus.
“Vimos a más y más pacientes entrar a medida que el radio de propagación de la infección se hizo más grande”, contó en la entrevista al medio chino Renwu. Y agregó que, al mismo tiempo que ella sabía que la transmisión era “de humano a humano”, el régimen lo negaba. Las autoridades lo reconocerían 20 días después, el 21 de enero. Ese día ingresaron al centro médico 1.523 pacientes en un sólo día, tres veces lo usual, según Fen.
En los últimos dos meses Ai reveló que también vio a muchos de sus colegas enfermarse y cuatro de ellos morir por el coronavirus. Uno de ellos fue Wenliang, cuya muerte provocó una ola de ira sin precedentes.
Ai dijo que el hospital incluso había cambiado los resultados de diagnóstico de un paciente, una enfermera, para encubrir la evidencia del virus.
“Los pacientes que murieron en el departamento de emergencias no fueron diagnosticados y no se consideraron casos confirmados”, reveló.
También temía por su seguridad. Después de su reunión con las autoridades, contó que se fue a su casa y le dijo a su esposo que posiblemente debería criar a su hijo solo porque algo podría pasarle.
La entrevista fue censurada casi inmediatamente después de su publicación, pero los usuarios chinos la subieron repetidamente, usando emojis y errores ortográficos deliberados para evitar los sistemas automáticos de censura. También se cargaron copias de la entrevista traducida a élfico, braille, código Morse y klingon para evitar ser detectados.
La cuenta de Weibo de la doctora Ai parece estar todavía activa, y poco después de que 60 Minutes Australia reportara su desaparición, se publicó un mensaje que decía “Un río, un puente, una carretera, una campana” junto a una foto que la mostraba en el hospital.
Según sus cuentas de redes sociales, además, debería comparecer en una conferencia en línea este jueves.
No obstante, los intentos de contactarla no recibieron respuesta.
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Encubrimiento del brote
Las autoridades chinas se han enfrentado a duras críticas por no actuar lo suficientemente rápido para frenar la epidemia de virus y por reprender a quienes intentaron advertir a otros en los primeros días de la propagación.
La muerte de Li Wenliang, uno de los médicos reprendidos por la policía al comienzo del brote, provocó una ola de dolor y e inusuales pedidos de reformas políticas y a favor de la libertad de expresión en el país.
En China es común que las empresas de redes sociales eliminen contenido considerado políticamente sensible, incluidas protestas y críticas del gobierno.
Los censores del gobierno habían hecho algunas excepciones a la crítica política cuando se dirigían a funcionarios locales, que luego fueron removidos de sus cargos y acusados de negligencia.
Los hospitales de Wuhan, inundados de pacientes, informaron una grave escasez de suministros médicos. Muchos de los que no pudieron recibir un tratamiento oportuno para ellos o sus familiares informaron sobre sus tragedias personales en las redes.
En China el virus se propagó cuando cientos de millones de personas viajaron por todo el país y el extranjero para las vacaciones del Año Nuevo Lunar, antes de que se impusieran las restricciones de viaje.
El 30 de enero, la OMS declaró el brote como una “emergencia global”.
En una conferencia de prensa el mes pasado, el principal científico chino Zhong Nanshan dijo que China habría tenido muchos menos contagiados por el virus si hubiera adoptado desde el primer momento medidas de control estrictas.
El siguiente brote mató a más de 3.150 e infectó a casi 81.000 en China, además de extenderse por todo el mundo.
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