Evo Morales cayó por no seguir el ejemplo de Cristina Kirchner. La expresidenta argentina y su grupo político salieron del poder en 2015 luego de perder unas elecciones. Cuatro años después han regresado intactos por la misma vía. En cambio, el exmandatario boliviano dejó a su país sumido en el caos y a su movimiento en la incertidumbre. ¿Le dice eso algo al chavismo en Venezuela? ¿Los herederos de Hugo Chávez tienen algo que aprender de las dos situaciones? ¿Sus dirigentes se lo plantean?
Por Pedro Benítez / ALnavío
Evo Morales salió del poder porque no se percató que este es efímero. Tenía respaldo popular. Contaba con un movimiento político unido que lo apoyaba incondicionalmente. Disfrutaba de legitimad internacional, de unos aceptables resultados económicos y de un control institucional total. El Tribunal Supremo a su servicio le había facilitado el camino a una cuarta reelección, aun cuando había perdido previamente el referéndum sobre el tema. De paso, contó hasta la víspera con la lealtad total del Ejército y la Policía. Con un cuadro así, ¿qué podía salir mal?
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Por eso se confió. Había abusado del poder y torcido la Constitución. Pero a los ojos del resto del mundo no era un Daniel Ortega o un Nicolás Maduro. No parecía que se sostuviera a punta de balas. La oposición boliviana tampoco estaba forzando la barra y esperaba pacientemente la oportunidad electoral. Los grupos de choque a su servicio estaban allí. Como disuasivo y para el momento que hicieran falta.
Las tensiones de hace una década con los departamentos del oriente del país, la Media Luna, parecían haber bajado. Pero las fuerzas subterráneas que podían desestabilizarlo existían, aunque él no lo viera, o no lo quisiera ver.
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