Es común, al menos en Caracas, estar en una cola para pagar en la caja de un supermercado, un bodegón o un comercio de rubros como alimentos, higiene personal y hasta electrodomésticos y mientras se aguarda por cancelar uno o dos productos económicos, porque los sueldos no alcanzan para comprar más, observar a un cliente que lleve un carrito repleto o que adquiere varios kilos de proteína animal que resulta costoso o el artículo más caro y que en su mayoría saquen dólares de la cartera o paguen la cantidad solicitada en bolívares por muy alta que resulte.
A más de un ciudadano de a pie también le hace ruido ver espectáculos privados repletos de personas consumiendo bebidas alcohólicas, que hoy día no se caracterizan por sus precios solidarios o gente adquiriendo los ya incomprables combos de cotufa para entrar al cine, mientras más de uno ve una película con las manos vacías o compra las chucherías más baratas en otro lugar o simplemente ni asiste ni tiene ya vida social porque el presupuesto apenas alcanza para comer. Frente a ello cabe la pregunta: ¿qué porcentaje de venezolanos tiene todavía ese poder adquisitivo en medio de una severa crisis económica?.
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Expertos consultados advirtieron que no se puede generalizar esa capacidad de compra porque las cifras de caída del consumo, entre otras, no mienten. Números recientes de Consecomercio dan cuenta de una caída de 40% del consumo en lo que va de año, porcentaje que coincide con la estimación de la disminución de las ventas para finales de año. Tampoco, subrayaron, ese fenómeno puede ser usado por el Gobierno como pretexto para afirmar que la situación del país no es tan catastrófica como la pintan porque sí lo es. “En Caracas se sigue concentrando la población con mayor poder adquisitivo del país, que no es el caso de la provincia, por lo que si un estudio se basa solo en la capital de la República los resultados serán distintos a los del resto del territorio nacional. Según cifras oficiales, el consumo de alimentos por ejemplo ha disminuido y la razón principal es la caída del ingreso real de las personas, situación que comenzó a evidenciarse con fuerza a partir de 2012, se tienen cifras hasta 2017 pero la tendencia indica que eso continúo bajando porque la crisis se ha agravado y si bien hay gente que puede comprar cantidades de comida eso dista de la situación en general, la hiperinflación acelera el deterioro del poder de compra”, aclaró el profesor Santiago Sosa, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
El economista indicó que según un estudio sobre la Evolución deI consumo de alimentos en Venezuela (1998-2017), en rubros como la carne, el consumo se ubicó por debajo de 85% en 2015 con respecto a 2004 y el de leche en 70% lo que a grandes rasgos puede dar una idea de la pérdida de la capacidad de compra de los criollos, circunstancia que después de cuatro años, dice el especialista, no ha variado sino que se ha profundizado.
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“Producto de la hiperinflación la pérdida del poder adquisitivo del venezolano es considerable, pesar del incremento salarial a Bs150 mil, eso representa solo $7 mensuales, que no alcanza para sufragar los gastos. Hay que aclarar que el sector privado cancela un salario muy por encima del mínimo, pero una familia requiere de $680 al mes para subsistir”, apuntó el economista Jesús Casique.
Un elemento de desigualdad social entre venezolanos como consecuencia de la crisis y especificamente de la migración forzada de alrededor de 5 millones son las remesas enviadas por parientes desde el exterior. El estimado para este año son $4.200 millones. “Entre 25% y 30% de la población recibe remesas transferidas al cambio en bolívares desde el país de orígen y la mayor parte del resto está totalmente descapitalizada, allí hay una desigualdad en los ingresos porque los primeros de alguna manera sí pueden surfear esta crisis”, dijo Casique.
Aunque también es una realidad que tal apoyo externo alcanza cada vez menos puesto que el tipo de cambio baja no así los precios de los productos y servicios.
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“Las transferencias desde el exterior han aumentado en los últimos años por efecto de las remesas, pero recordemos que la capacidad de mandar dinero depende de la situación de cada persona en el país donde se encuentre y con la inflación actual las cantidades como tal no son significativas como para comprar en cantidades”, añadió Sosa.
¿De dónde salen las divisas?
Aparte de las remesas, hay personas que cobran los servicios que prestan (mecánica, peluquería, reparaciones de artefactos, entre otras) en dólares y quienes viajan al exterior y se traen en efectivo $1.000 o $2.000 sin inconvenientes, dado que la Ley de Ilícitos Cambiarios fue derogada y los ponen a circular al venderlos o al hacer compras directamente en divisas.
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Los expertos también aluden a individuos con alto poder de consumo dedicados a ciertos tipos de actividades ilegales o de dudosa legalidad “o que tienen contactos con privilegios en el manejo del presupuesto público”, señaló el economista Guillermo Rodríguez.
Un ejemplo, entre varios, son los conocidos “bachaqueros” que hacen su agosto en verdes con cuanto producto puedan traficar, como cemento y baterías de vehículos.
Pero no todo es viveza
Endy Llovera trabaja como mesero en un restaurant de las Mercedes, donde aseguró recibe propinas a diario principalmente en dólares. Así con un trabajo que implica largas jornadas de esfuerzo y pocos días para el descanso, de $5, $10 y hasta $20 pudo ahorrar para comprarse un carro en $1.500. Vive en una pensión en San Juan en Caracas junto a su esposa y tres hijos y sus ingresos le dan para vivir sin mayores preocupaciones. No tiene lujos, dijo, pero no pasa necesidad.
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“El porcentaje de gente que puede consumir mucho no llega ni al 1% de la población, es una apreciación propia porque no existe una estadística que lo muestre, pero todos los venezolanos incluyendo los que tienen algún tipo de acceso a las divisas, se han empobrecido significativamente en los últimos 20 años, el ingreso real de todos es menor de lo que era hace 5 o 10 años”, apuntó Rodríguez. Un indicativo, dijo, de que los dólares que circulan son pocos es el deterioro que presentan los billetes por el constante cambio de mano en mano.
“La gente va adquiriendo dólares en la medida que puede bien sea a través del mercado paralelo o los canales oficiales, dependiendo si tienes ingresos en bolívares altos porque sino se limita mucho y está la caída del tipo de cambio. Hay actividades informales que son cobradas en dólares pero no tienen tanto margen de ganancia, sí son un paliativo pero no para un estilo de vida como tal”, añadió Sosa.
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