El economista Moisés Naím señala que más que el tiempo que le queda a Maduro en el poder, le preocupa el tiempo que le quedan a las ideas que representa. Considera que el de Venezuela no es un ejército serio: “Su mayor miedo en los grandes desfiles militares es que los tanques se paren y se desarmen”, así reseñó El Nacional
Al régimen de Nicolás Maduro “lo une el miedo”. Así lo aseguró en entrevista con El Tiempo de Bogotá el analista y escritor Moisés Naím, quien habló sobre la crisis en Venezuela y afirmó que la alerta que declaró el gobernante venezolano esta semana en la frontera con Colombia son “chapotazos” de ahogado, pues Maduro sabe que lanzarse a un conflicto contra este país “sería suicida para él”.
De acuerdo con Naím, que participó en el primer Foro Ágora Bogotá, “el Ejército de Venezuela no es uno con alta capacidad de conflicto” y, además, “Colombia contaría con el apoyo de la región y otros países, sin duda”.
—¿En qué estado se encuentra la oposición venezolana?
—En enfrentar una dictadura que tiene apoyos de otras dictaduras muy sangrientas; en tratar de consolidar, lo que en política es natural, que es que hay diferentes puntos de vista, hay apetencias, ambiciones. Es natural que los políticos tengan sus propias ambiciones de protagonismo.
Está, por un lado, la buena noticia de que en muy poco tiempo se generó una coalición de 57 países que reconocen al presidente Guaidó. Eso en relaciones internacionales no existe, no hay precedentes porque se dio muy espontánea y rápidamente. Y el presidente Guaidó, a pesar de todos los problemas, sigue teniendo en las encuestas un nivel muy alto de apoyo y de simpatía popular.
La mala noticia es que al régimen no parece importarle el desangramiento del país. El régimen está apoyado por una guardia pretoriana, que son los militares, y que le dan la cobertura que necesita, a falta de apoyo popular. Y están los múltiples intentos de querer cambiar la situación.
Están las negociaciones promovidas por Noruega, el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto de la Unión Europea y todo tipo de iniciativas y eventos. La gente buscando cómo romper el impasse que permita que Venezuela intente de nuevo reconstruirse.
—Pareciera que el presidente Guaidó ha perdido la efervescencia…
—Sí, pero no.Hay que recordar que Venezuela a finales del año pasado y comienzos de este año era un país postrado, deprimido, sin esperanzas, lleno de hambre, de refugiados, de falta de medicinas, la gente muriéndose en los hospitales y comiendo de los basureros.
Y llegó este joven que nadie había conocido, nadie había oído hablar de él, y le dio esperanzas a un país postrado. Y le dio tantas esperanzas que ahora esto es un búmeran porque allí lo que está pasando es que la gente, que tiene todo el derecho de estar desesperada, quiere cambio ya. Guaidó no ha podido dar el cambio ya. La transición de dictaduras a democracias no es lineal, ni rápida ni sencilla. Hay avances y retrocesos, triunfos y fracasos, etc.
Como el cambio ya no existe, hay desilusión, que a veces es aprovechada por rivales políticos. Pero el mensaje central es que tienen razón de estar desesperados. Sin embargo, no es fácil.
—¿Qué caminos le quedan, entonces, al presidente Guaidó?
—Hay un escenario posible y es que esto se haga más permanente, es decir, que haya dos gobiernos precarios ambos. Hay un gobierno de Maduro, que tiene el apoyo de las dictaduras del mundo, pero que no tiene realmente apoyo popular. Y hay un gobierno presidido por Guaidó, que también tiene limitaciones, que no tiene la fuerza militar, por ejemplo. No es imposible de imaginar que eso se mantenga por un tiempo.
—El otro año tendría que cambiar la presidencia de la Asamblea Nacional. Hay divisiones en la oposición. ¿Se ve alguna luz para que haya unidad entre los opositores?
—Pienso que la va a haber y que va a haber todo tipo de ruidos democráticos. Es decir, un ruido democrático es que hay una elección, y en una elección hay diferentes grupos, personas, instituciones y se produce una dinámica muy conocida cuando hay elecciones. Pero creo que al final se va a confirmar la presidencia interina de Guaidó. Pocos de sus rivales tienen el nivel de aceptación popular que él tiene. La brecha que hay entre Guaidó y el resto es enorme.
—¿Qué tanto están funcionando las sanciones impuestas al régimen de Nicolás Maduro?
—Han tenido consecuencias económicas importantes. Yo he sido partidario de las sanciones personales a miembros del oficialismo y de esas corrientes que están incursos en violaciones de derechos humanos, en torturas, en robos, en enriquecimiento ilícito. Estoy muy a favor de que se les impida disfrutar del dinero que se robaron y se les haga difícil el libre tránsito por los países.
En este momento, en Venezuela, hay ambas cosas. Sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, principalmente, y sanciones individuales. La peor sanción, sin embargo, que tiene aniquilados a los venezolanos, es la sanción económica que le impuso Cuba a Venezuela. Desde La Habana salen lineamientos y políticas que son los que tienen la economía venezolana con la inflación más alta del mundo, son los que hacen que no haya alimentos ni medicinas.
—Maduro admitió conversaciones con Estados Unidos. ¿Van para algún lado?
—No tengo forma de saberlo. Lo que sí sé es que hay profunda desconfianza dentro de la élite gubernamental. No se olvide que Maduro se sienta en su gabinete con un ministro de Defensa que formaba parte de unas conversaciones que hubo a finales de abril, comienzos de mayo, para sacarlo del poder. Maduro, evidentemente, no tiene el poder para sacarlo. Ahí está el presidente del Tribunal Supremo, que también formaba parte de la conspiración.
A ellos los une el miedo, el no saber quién les puede dar las protecciones, amnistías y garantías que necesitan. Cada uno de ellos desconfía del otro. Y cada uno de ellos tiene un gran expediente sobre el otro, que lo protege del expediente que el otro tiene sobre él de crímenes, fechorías, malversación de fondos. Ellos no tienen curriculum vitae, ellos tienen prontuarios.
—¿Cómo se puede leer la alerta que declaró Maduro en la frontera con Colombia?
—Eso se llama “chapotazos” de ahogado. Eso se llama tratar de distraer, de cambiar la conversación. Y cada cierto tiempo tenemos algún anuncio que pretende ser un parteaguas importante del antes y el después, y no pasa nada. Si uno se fija, en los últimos 18 meses, Maduro ha hecho anuncios “trascendentales” y a la semana siguiente nadie habla de ellos.
—¿De qué forma Maduro puede usar a los grupos ilegales colombianos en la frontera en la pelea con el presidente Iván Duque?
—Yo no creo que Maduro tenga una pelea con el presidente Duque. Maduro tiene una pelea con las fuerzas democráticas de América Latina. El presidente Duque no es el único que ha criticado severamente a Maduro y su conducta. La presencia de grupos irregulares, criminales, terroristas colombianos en Venezuela no es una hipótesis. Están confirmados, demostrados, etcétera.
No se necesita ir más allá que oír la invitación de Maduro en un discurso público en una de las reuniones de cierre del Foro de Sao Paulo. Uno de los temas de los que habló es que él los invitaba y les daba la bienvenida a Iván Márquez, a otros. Los nombró con nombre y apellido. Les dijo: “Vengan para acá. Acá les vamos a dar protección y ayuda, y ustedes son parte de nosotros”. Ese es el presidente de uno de los gobiernos que están en Venezuela. No es una especulación. Y sí hay mucha evidencia de que el ELN tiene una presencia importantísima en Venezuela, que está involucrado en todo tipo de mercados y tráficos ilícitos, en asociación con Maduro, sus allegados y sus militares.
—¿Eso cómo le funciona a Maduro?
—Desde el punto de vista de su riqueza personal, muy bien. Está haciendo mucho dinero con este arreglo. Él, sus allegados, socios y testaferros. Pero lo otro que creo yo es que el anuncio del video de Márquez y otros que anuncian que vuelven a tomar las armas es una buena noticia porque los revela en su esencia, la esencia de las FARC, la de Maduro.
—¿Se puede temer que Maduro se lance a un conflicto en contra de Colombia?
—Yo creo que Maduro sabe que eso sería suicida para él. Lo más importante es reconocer que las Fuerzas Armadas de Colombia son las fuerzas armadas más formadas. Es un ejército que lleva muchos años en guerra, que está bien dotado de equipos y armas, que es serio. El de Venezuela no es un ejército serio. El de Venezuela, cuando hay los grandes desfiles militares, el miedo que tienen es que los tanques se paren y se desarmen. Hay videos en los que se ve que los tanques se paran y no saben qué hacer, como el del general que dirige el desfile que es un panzón que no logra pasar por la ventanilla del tanque.
Es decir, el Ejército de Venezuela no es uno con alta capacidad de conflicto. Eso es lo primero. Y segundo es que Colombia contaría con el apoyo de la región y otros países, sin duda alguna.
—¿Hay alguna perspectiva de que el diálogo mediado por Noruega en Barbados se pueda reactivar, funcione?
—Ese diálogo estaba orientado y sigue orientado a que haya elecciones. Todos deseamos que la salida de esto sean elecciones. Lo que sucede es que las elecciones en el pasado han sido manipuladas, adulteradas, entrampadas. Para que haya elecciones tiene que haber condiciones que no pueden ser impuestas por el gobierno, que ha hecho las trampas en el pasado. Esa es la negociación en la que se entra en Noruega: ¿cuáles son las condiciones bajo las que se puede llevar adelante elecciones que permitan escoger un nuevo presidente de una manera que no esté adulterada por la intervención del gobierno?
Para eso la gran pregunta, y lo que yo entiendo es el punto de quiebre, es si esas elecciones ocurren con Maduro en la presidencia, cosa que sería muy difícil porque él lleva años trampeando las elecciones y probablemente será candidato.
—Y ese es un punto que no están dispuestos a negociar…
—Sí, ninguno de los dos lados.
—Pero, entonces, ¿cuánto tiempo le queda a Maduro en el poder?
—A mí me preocupa menos el tiempo que le queda a Maduro que el tiempo que le queda a las ideas que representa Maduro, que son las mismas ideas de Chávez, que son las ideas que han maltratado y hecho daño a América Latina. Maduro puede estar o puede no estar, pero son las ideas, las malas políticas. Nosotros tenemos en América Latina un gran amor por ideas zombis. Los programas son muertos en vida, son ideas muertas. Ideas que han sido probadas una y otra vez en distintos países y siempre terminan en miseria, corrupción, desigualdad, pobreza y, sin embargo, las siguen abrazando.
Con información de El Nacional
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